Mamoiada es un pueblo de 2582 habitantes de la provincia de Nuoro, región de Cerdeña, sede de un carnaval antiguo y misterioso donde las máscaras de Mamuthònes son protagonistas de un desfile con toques místicos.
Zona de leyendas, una muy popular empezó a incubarse cuando Juan Domingo Perón llegó a la presidencia argentina. Su cara tenía los rasgos casi idénticos de esas máscaras de carnaval, poderosos y grandilocuentes, como los habitantes de la región.
En 1951, el periodista Nino Tola dio cuenta de lo que se comentaba en los bares del pueblo en dos artículos que publicó en L'Unione Sarda donde desarrolló la teoría de que Juan Perón era en realidad Giovanni Pires, un emigrante que dejó Cerdeña para llegar a Buenos Aires en 1909, a los 17 años, donde se pudo alistar en el ejército y, más tarde, tomar vuelo político.
"¿Nato a Mamoiada il dittatore Juan Peron?" fue el título del primer artículo de Tola sobre el tema, publicado el 20 de marzo de 1951. Tenía una foto del por entonces presidente en su juventud, cuando habría llegado a la Argentina desde Italia.
La leyenda llegó al diario español El País hace pocos días, pero tiene un largo recorrido. En 1984, el periodista Peppino Canneddu escribió el libro Juan Perón-Giovanni Pires. Dos nombres, una persona, donde relató que en Mamoiada también había peronistas -los que creen que Perón nació en el pueblo y se convirtió en presidente argentino- y antiperonistas -los que no creían esa teoría, aunque sí que un Pires llegó a Chubut, se casó con una argentina y logró una importante fortuna-.
En efecto, la mayoría descree de esa leyenda en Mamoiada, pero hay un hostal y restaurante que se llama "Sa'Rosada" (La Rosada, en homenaje a la Casa de Gobierno argentina) y a pocas cuadras existe la "Bodega Perón", donde se venden los exclusivos vinos de la zona, varietales que llegaron a través de los fenicios y todavía se siguen cultivando. Finalmente, Mamoiada vive del turismo.
Lo curioso es que otro investigador, Raffaelo Ballore, dedicó 13 años de su vida a estudiar la leyenda y en el 2007 publicó El Presidente. Il caso Pires-Perón. La leggenda di un sardo che sarebbe diventato Juan Perón. Detalló gran cantidad de testimonios que obtuvo en Cerdeña con supuestas coincidencias que avalarían la versión mamoidiana del nacimiento de Perón.
Pero, sobre todo, el libro exhibe las inconsistencias y contradicciones de los historiadores argentinos que investigaron la biografía del tres veces presidente de los argentinos, que no podían ponerse de acuerdo en su fecha de nacimiento ni siquiera en la edad a la que ingresó al Colegio Militar, tampoco en quiénes eran sus padres y cómo y dónde había sido criado. Bellora fue uno de los primeros que expuso de qué modo Perón, y el peronismo, encandilaron a los investigadores locales al punto de no poder salir del relato construido desde el poder.
La saga continuó. En el 2012 la escritora Luisa Valenzuela publicó La máscara sarda, una novela que nació cuando viajó a Cerdeña en la búsqueda de las raíces del carnaval y el presidente de una asociación de Mamuthònes le reveló, con total seguridad, que Perón había nacido allí, donde ella misma estaba en ese momento.
Desconociendo esa relación entre Perón y las máscaras sardas, el filósofo Silvio J. Maresca, un experto en Friedrich Nietzsche ("Lo profundo ama la máscara" decía el alemán), escribió en el 2000 un artículo que se llamó "El peronismo ante sus máscaras" que impactó largamente en las discusiones entre los peronistas de entonces. Tanto, que una revista de pensamiento político vinculada a Eduardo Duhalde se llamó, justamente, "Máscara/s".
Maresca postuló que el peronismo no era una ideología, sino un movimiento de afirmación nacional en un país crónicamente dependiente que, por su debilidad, se vio obligado a enmascararse en las ideologías "episódicamente dominantes en un mundo regido por fuerzas superiores". Así, el peronismo no pudo evitar en la década de los 40-50 ostentar ribetes fascistoides, en los 60-70 se desenvolvió bajo la máscara del socialismo, y en los 80-90 se ocultó en la máscara del neoliberalismo.
Notable justificación del hiperpragmatismo peronista, dispuesto a expresar los valores de un momento dado no tanto por oportunismo sino por culpa de los poderes dominantes, ocultando su debilidad.
Perón se ocupó de ocultar los detalles de su vida y buscó crear su propio mito. Con orgullo, le dijo a su biógrafo oficial Enrique Pavón Pereyra que "logré conservar hasta hoy el origen de mi nacimiento, como un profundo secreto".
Por su lado, Tomás Eloy Martínez, autor de La novela de Perón y Santa Evita dijo que "junto a Joseph Page (norteamericano que es autor de la biografía más documentada) he descubierto que hablar de Perón es un trabajo sin fin y ninguno podrá jamás escribir el libro definitivo".
Es que Perón es la mitología argentina que trascendió nuestras fronteras, el relato donde el bueno y el malo luchan en el teatro de la existencia. No importa que poco y nada haya sido verdad, lo verdaderamente importante es volver a narrar esa historia una y otra vez como si hubiera sido cierta, una forma de seguir creyendo que los dioses y las hadas existen: nada más tranquilizador.