El pasillo del cuarto piso de los tribunales de Comodoro Py estaba desalojado y custodiado por agentes de la Policía Federal. Cristina Kirchner lo transitó para llegar al juzgado federal de Julián Ercolini, después de ingresar al edificio por uno de sus laterales y tomar un ascensor interno.
Llegó acompañada de su abogado, Carlos Beraldi, y del ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, una suerte de asesor legal, quien ingresó al juzgado, saludó y luego se retiró. No podía estar presente en la indagatoria.
La declaración se realizó en el despacho de una de las secretarías. La ex presidente saludó al juez Ercolini y lo primero que le dijo fue que la causa era parte de una "persecución política" en su contra que alcanza a toda la región y citó el caso de Lula en Brasil.
Ercolini la interrumpió y le dijo que si iba a declarar eso podía formar parte de sus dichos. "Yo igual lo quería decir", le respondió Cristina.
Luego llegaron los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques. La ex presidente hizo un saludo general, pero Pollicita se le acercó para darle la mano y recibió el apretón pero sin que Cristina le dirija la mirada.
En la indagatoria estuvieron el juez, dos secretarias del juzgado y el empleado que tomó la declaración, los fiscales, dos secretarios de la Fiscalía, Cristina Kirchner y Beraldi.
La ex jefa de Estado escuchó la imputación en su contra y la prueba, todo en un escrito de unas 50 páginas. El juez le preguntó si iba a declarar y le contestó que se remitía a un escrito presentado el 12 de octubre pasado e hizo algunas consideraciones.
Cristina Kirchner dijo que hay una "persecución político-mediática" en su contra, que "es ridículo pensar que un gobierno es una asociación ilícita", que no es socia "ni menos amiga" de Lázaro Báez, el empresario detenido y a quien benefició durante 12 años con obra pública, según la acusación de los fiscales.
También sostuvo que todo gobierno lleva gente de su confianza, pero que en el caso de Mauricio Macri es distinto. Citó el caso del ministro de Energía, Juan José Aranguren, que viene del sector privado. En sus acusaciones, también incluyó al juez Claudio Bonadio, quien fue el primero en citarla a indagatoria y que luego la procesó en la causa del "dólar futuro".
Uno de los testigos de su declaración consultados por Infobae dijo que la ex presidente habló "con énfasis pero sin soberbia".
Durante la indagatoria a Cristina Kirchner le ofrecieron café y agua. A lo primero contestó que no y a lo segundo que sí pero que había llevado su propia agua, "Glaciar", que se la alcanzó un custodio. "No es por desconfiar", se disculpó.
La declaración se interrumpió una sola vez cuando pidió ir al baño. "Tanto hay que caminar para ir al baño", se quejó la ex mandataria.
Cuando la indagatoria llegó a su final –luego de que Cristina se negara a contestar preguntas– se mandó a imprimir. Pero ocurrió lo que es habitual en tribunales: la impresora se trabó.
Silencio absoluto y cabezas bajas a la espera de que el aparato se arregle.
Cuando eso ocurrió, la ex presidente leyó su declaración.
"Esto no está bien escrito, hay un problema de gramática" y "esto está bien pero yo lo hubiese escrito de otra manera", fueron algunas de las acotaciones que hizo cuando leía su declaración.
"Fue un clima de tensión propio de la situación pero se fue más relajada de lo que entró", confió otra fuente consultada para esta nota.
Cristina firmó, saludó y se retiró por el mismo pasillo desalojado que la había recibido.