El Papa no cree que la estabilidad institucional del Presidente corra peligro y la audiencia del próximo sábado sólo tiene como finalidad saber sin intermediarios qué piensa hacer Mauricio Macri para reducir los niveles de pobreza, incrementar la capacidad adquisitiva de los trabajadores y combatir el narcotráfico y la corrupción.
Francisco sabe que el jefe de Estado está firme en su cargo y que ciertos cruzados que atiende en Santa Marta están usando su nombre y su poder global para ajustar cuentas personales con Macri y su gobierno.
El Papa tiene diferencias ideológicas con el Presidente, pero ya asumió que la administración de Cambiemos no ha ejecutado un plan de gobierno vinculado a los ajustes económicos que exigía el denominado Consenso de Washington. Francisco pudo constatar que Macri ha incrementado la ayuda a los sectores más golpeados por la recesión y que la Casa Rosada aceptó abrir una ronda de negociación que puede terminar en un Pacto Social entre empresarios y trabajadores. Por eso, Santa Marta se apuró a desmentir que la audiencia privada del sábado signifique un apoyo político implícito al Presidente.
"Gustavo Vera no habla en nombre del Papa. Es amigo y compartieron muchas cosas, pero el Papa no tiene voceros extraoficiales", explicó a este enviado especial un funcionario del Vaticano que recibe órdenes directas de Francisco.
–Pero Vera dice exactamente lo contrario. Y aseguró en los medios que el Papa recibe al Presidente para que no termine antes su mandato…
–Eso, corre por cuenta de Vera. No es lo que piensa Francisco.
Macri jamás olvidará las reuniones agrias y cortas que mantuvo con Jorge Bergoglio en su oficinita frente a la Plaza de Mayo. Pero sonrió con franqueza al enterarse que Bergoglio se había transformado en Francisco. Sin embargo, la relación de nuevo se tensó cuando Macri fue electo Presidente y rechazó todas las sugerencias que llegaban desde Santa Marta para acordar una transición ordenada con Cristina. Al Papa no le gusto que bloqueara esas propuestas y el Presidente después se equivocó al proponer una cautelosa relación protocolar con el Vaticano.
Esa suma de prejuicios compartidos, información distorsionada y errores mutuos desembocó en la audiencia fría de 22 minutos que protagonizaron Francisco y Macri en la Biblioteca del Palacio Apostólico.
Ahora, aseguran diplomáticos de carrera y cardenales argentinos, la relación mejoró y esa mejoría se observará sin intermediarios en las fotos e imágenes que el Vaticano distribuirá después del cónclave.
Francisco sugirió –durante una conversación telefónica—que Macri convocara al Pacto Social, un paradigma político usado por Juan Domingo Perón que tenía resistencias en la Casa Rosada. Antes de viajar a Roma, Macri aceptó la idea y le dio entidad a través de un decreto presidencial. Ese gesto de poder, frente a la resistencia de ciertos consejeros, fue muy valorado en Santa Marta.
Francisco y Macri no sólo hablarán del panorama económico y social del país, sino que también abrirán un capítulo internacional que incluye la situación de los refugiados, la crisis política en Brasil y Venezuela, y el impacto global del cambio climático. La amplitud de este temario significa que la audiencia privada durará más que 22 minutos.
Un dato duro de la historia que, el próximo sábado, se puede transformar en una simple anécdota política protagonizada por dos jefes de Estado que por entonces no se habían comprendido mutuamente.