Quince minutos, dos sorbos a un vaso con agua y un discurso aceitado. El presidente Mauricio Macri pasó su primera prueba ante la Asamblea General de la ONU sin grandes sobresaltos, pero con diferencias ostensibles en cuanto a formas y contenido con las intervenciones que solían hacer Néstor y Cristina Kirchner.
Al jefe de Estado lo esperó en su arribo a Nueva York una polémica que hubiera querido evitar y que se suscitó la semana pasada con la firma de un acuerdo entre la Argentina y Gran Bretaña. El tema no pasó desapercibido en su presentación ante los líderes del mundo que se reunieron en Nueva Yok: "Reitero nuestro llamado al diálogo con el Reino Unido, como mandan tantas resoluciones de esta organización, para resolver amigablemente la disputa de soberanía por Malvinas".
No leyó. Muchas de las consignas que pronunció las conoce de memoria. Por ejemplo, reiteró los tres ejes de su gestión sobre los cuales se había comprometido en el inicio de las sesiones ordinarias en el Congreso Nacional: pobreza cero, combate al narcotráfico y unión de los argentinos.
"Un país como el nuestro, que es una potencia productora de alimentos, no puede aceptar que tenga personas pasando hambre en ningún lugar", resaltó.
El jefe de Estado también se refirió a la herencia, pero no utilizó ese término. Prefirió acudir a expresiones más amigables para los presidentes como "normalización de la macro economía".
Sin referirse a Venezuela como lo hizo recientemente en una entrevista con un medio internacional, Macri se refirió a los "desafíos compartidos" que atraviesan los países de la región, entre ellos la lucha contra la pobreza.
El Presidente brindó un fuerte respaldo a su canciller, Susana Malcorra, quien aspira a suceder al surcoreano Ban Ki-moon en la conducción de la ONU. "Quiero agradecer su apoyo, una mujer al frente de la organización sería un ejemplo alentador", aseguró.
En días complicados en el mundo por diferentes amenazas terroristas, el Presidente le dedicó un párrafo especial a los atentados no esclarecidos que sufrieron los argentinos en 1992 y 1994.
"Vivimos en un mundo cada vez más violento donde el extremismo radical amenaza a inocentes. En 1992 y 1994, Argentina fue víctima del terrorismo con dos atentados. Esperamos mayor colaboración internacional para encontrar a los culpables", sintetizó.
También hubo una mención para el papa Francisco, pidió por la paz mundial y convocó al resto de los presidentes a continuar con los esfuerzos para mejorar los lazos de integración global.