El año pasado, a comienzos de año Margarita Stolbizer era la precandidata con mayor intención de voto para la gobernación bonaerense, antes de que se celebraran las PASO. Si bien el dato surgía de la dispersión del peronismo previa al "baño de humildad", la popularidad de la diputada del GEN se asentaba -y se asienta- en un trabajo político tan tenaz como microscópico: lejos de los grandes despliegues que permiten los presupuestos oficiales, Stolbizer -recordó hoy Graciela Ocaña- recorre incansablemente la Provincia de Buenos Aires, no pocas veces conduciendo ella misma su propio auto.
Sin embargo, Stolbizer compitió por la presidencia y en la elección del 25 de octubre, cuando el electorado -por causas cuyo análisis exceden esta nota- le dio la espalda a su candidatura, quedó, como contó Sergio Massa, con "una huella triste", creyendo que su trabajo era "testimonial". Por eso, la presentación en la noche del jueves de su libro Yo acuso, en el Palacio San Miguel, rodeada por un nutrido y "ecuménico" grupo de dirigentes políticos que incluyó tres gobernadores, un ministro del gabinete nacional, legisladores, funcionarios judiciales, un intendente, intelectuales y una nutrida delegación bonaerense, tuvo cierto matiz reivindicatorio para una mujer cuya sencillez, honestidad y lucha contra la corrupción la posiciona hoy entre las dirigentes políticas con mejor imagen.
Sobre el escenario, Stolbizer estuvo acompañada por su aliado Sergio Massa, los gobernadores de Buenos Aires, María Eugenia Vidal -quien debió retirarse temprano por un compromiso-, el santafesino Miguel Lifschitz y el jujeño Gerardo Morales, y la legisladora porteña Graciela Ocaña.
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Debajo, la concurrencia se nutrió de todo el arco político no kirchnerista: estaban el ministro de Cultura de la Nación Pablo Avelluto, los economistas Javier González Fraga y Aldo Pignanelli, los legisladores nacionales Ricardo Alfonsín, Victoria Donda, Marco Lavagna, Alicia Ciciliani, Omar Duclos y Jaime Linares, los legisladores provinciales Sebastián Galmarini y Marcelo Díaz, los ministros bonaerenses de Seguridad, Cristian Ritondo, y de Agroindustria, Leandro Sarquís; el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense Jorge Sarghini, Julio Bárbaro, el fiscal Ricardo Saenz, el intendente de Vicente López Jorge Macri, el secretario de Seguridad Interior de la Nación Gerardo Milman, el legislador porteño Roy Cortina, Alejandro Katz, Fanny Mandelbaum, Luis Brandoni, Humberto Tumini y Leandro Despouy.
Vidal fue la primera en hablar: explicó que concurrió en carácter de "vecina" -ambas son oriundas del partido de Morón- "pero también como una argentina más, como una bonaerense más, que acompaña las causas justas y que apoya a las personas que trabajan y que se esfuerzan". "Ella es una mujer que ha trabajado muchos años en la provincia de Buenos Aires, peleando y sosteniendo valores compartidos", concluyó.
Massa -quien llegó tarde por un compromiso previo- parafraseó a Stolbizer y, como dijera ella un día antes al participar del congreso de UNA, sostuvo que estaba en el palacio San Miguel "no por equivocación", sino porque "quería estar acá" para "acompañar la decisión, el coraje y la coherencia" de la diputada del GEN, una persona que "vive como dice". Luego, apuntó el trabajo conjunto que vienen llevando para lograr la aprobación de las leyes del arrepentido, de extinción de dominio y de juicios por jurados. También, destacó "la capacidad de articulación plural", demostrada por la concurrencia, y "la centralidad de obligar a toda la política argentina a recorrer el camino de la construcción de instituciones y herramientas" que permitan un "nunca más de la corrupción".
"Siento que estamos en un nuevo tiempo", dijo Stolbizer, y se mostró "esperanzada" por la pluralidad de la concurrencia. También, llamó a "reflexionar sobre lo que nos pasó", porque "es un escándalo y una vergüenza", "un genocidio social" que tuvo víctimas como Lucas Menghini Rey, los inundados de La Plata, los que esperaron muchos años las viviendas que nunca llegaron o quienes perdieron la vida en una ruta no terminada. "Somos parte de una sociedad que fue espectadora de manera indiferente, anómica, cómplice a veces", afirmó, por lo que llamó a una "revolución cultural" de "hacernos cargo en lo personal". Por último, llamó a "pensarnos para adelante", con una "cultura de valores", "basada en la ética" que implique "sentir como propio el dolor ajeno": "La corrupción ha tenido costos sociales y humanos, por eso hay que reconstruir una idea de la ética que se indigne de igual manera frente al que roba como al que sufre".
Morales sostuvo que "todo proyecto político ideológico progresista se sostiene en valores, en principios: en el principio de la justicia, de la igualdad, la verdad, entre otros". "La corrupción destruye las bases de un proyecto político progresista", destacó. "El libro es una denuncia contra una sociedad que toleró la corrupción, contra un sistema político que facilitó y permitió que esas cosas ocurrieran en la Argentina", sostuvo Miguel Lifschitz. Para Graciela Ocaña, el libro "da con la clave de la descripción, sintética pero profunda, de la matriz de la corrupción". Luis Majul, responsable editorial del sello Margen Izquierdo, sostuvo que el de Stolbizer "es un libro para la historia". "Es una investigación periodística dinámica, reveladora y sorprendente. Un crudo y potente testimonio personal de una mujer que es todo lo contrario de la mujer que eligió investigar y denunciar", agregó.
Carrió envió una carta -dirigida al anfitrión, Luis Majul- para excusarse, en la que expresó su alegría "porque se sigan sumando investigaciones, información y prueba que nos permitan develar la verdad sobre la matriz de saqueo que gobernó al país durante doce años". "Investigar, denunciar y seguir indagando en la corrupción de esos doce años es fundamental para que la sociedad pueda conocer la verdad del latrocinio kirchnerista", agregó.