Romper todo. Esa es la cuestión. Cuando logre salir de la encerrona por el aumento de tarifas y los desajustes en la economía, como prevé en los próximos meses, Mauricio Macri buscará ser ambicioso. De cara a las elecciones de medio término del 2017, el Presidente pidió saturar con obras el conurbano bonaerense, crucial para su suerte durante el segundo tramo de mandato.
El Gobierno quiere mostrar la mayor actividad en el corazón de la provincia de Buenos Aires en los primeros meses del año que viene, previo al puntapié inicial de la carrera electoral. Según fuentes oficiales, solo por las obras por la provisión de agua potable y cloacas, se prevé a unos 100.000 obreros distribuidos en el Conurbano, en lo que será el más ambicioso proyecto de obra pública a meses de las legislativas. "Vamos a romper todo el conurbano bonaerense, literalmente", aseguraron en la Casa Rosada. Es, al menos, la promesa que Daniel Chain, titular de la empresa estatal AYSA, le llevó al jefe de Estado, que se obsesionó con la cifra de 100.000 operarios.
Desde el Gobierno están convencidos de que el proyecto tendrá un doble impacto: no solo por la creación de puestos de trabajo -el macrismo apunta a revertir el índice de desocupación difundido ayer por el INDEC, de 9,3 por ciento-, sino también porque las obras atravesarán municipios liderados por intendentes peronistas, en los que el año pasado Cambiemos obtuvo una magra performance, a pesar de la victoria de María Eugenia Vidal.
El plan de inversiones en cuestión se suma a las obras de infraestructura por $20.000 millones que el gobierno provincial apunta a tener en pleno funcionamiento también al inicio de la campaña legislativa, y que según fuentes de la gobernación acarrearán otros 50.000 puestos de trabajo directos e indirectos. El atraso en la infraestructura bonaerense es inabarcable: asciende a unos 500.000 millones.
El énfasis en la gestión de obra pública, que por ahora no tiene hitos de exhibición para el macrismo, será la principal estrategia con la que Macri buscará obtener un buen rédito electoral en la provincia de Buenos Aires, y la manera más efectiva de confrontar con los candidatos del peronismo, en especial con Daniel Scioli, si es que el ex gobernador, al que empiezan a aflorarle expedientes judiciales, se presenta como candidato.
El Gobierno apuesta a que la dispersión del peronismo se prorrogue hasta el próximo año. Con Florencio Randazzo dubitativo -la última vez que se postuló fue a diputado provincial en 1999-, y Cristina Kirchner también en duda, apremiada por la Justicia, los intendentes y el PJ bonaerense se debaten en la conveniencia de enfilarse o no detrás de la figura de Sergio Massa, que a pesar de su alta popularidad carece de estructura propia.
Una anécdota de uno de los principales armadores electorales del Gobierno da cuenta de esa carencia del ex intendente de Tigre, según el oficialismo. El funcionario, con despacho en la Casa Rosada, diagramó en los últimos días en un borrador como se plantea hoy para el Gobierno la oferta electoral del PJ en la provincia de Buenos Aires. Dividió al peronismo en tres: PJ tradicional, PJ kirchnerista y Frente Renovador. Debajo enumeró la estructura de cada uno de ellos -intendentes, distritos, etcétera-: en el casillero del FR escribió "nada". "Massa hoy no tiene nada, y solo va a jugar si sabe que le va bien: nosotros estamos obligados a jugar, pero él no se puede dar el lujo de terminar tercero", graficó el funcionario con algo de subestimación.
Las últimas encuestas que analizaron en los principales despachos del primer piso de la Casa Rosada empiezan a mostrar con más notoriedad la diferencia de humor entre el conurbano bonaerense y el resto del país. Los resultados dan cuenta de que en esa zona el ánimo empieza a mostrar impaciencia. "Todas las variables ahí son mucho más pesimistas que en otras zonas del país. El Conurbano siempre fue una plaza compleja para el oficialismo", explica un consultor que trabaja para la Casa Rosada.
Macri entendió que necesita tanto de candidatos potables en la provincia de Buenos Aires como de saturarla con obra pública. Igual que María Eugenia Vidal, la dirigente con mejor imagen del país, que en paralelo busca atajos para agilizar la gestión. En las próximas semanas, por ejemplo, debería debutar públicamente la Fundación Curar, una imitación de COAS, la ONG que brinda ayuda a los hospitales porteños. Con el impulso de la gobernadora, Curar hará lo propio con los hospitales bonaerenses, liderada por empresarios de buen vínculo con el macrismo y por mujeres relacionadas a lo social, algunas de ellas vinculadas a funcionarios. Una manera de motorizar obras sin pasar por la burocracia estatal.
El Gobierno buscará “consensuar con la oposición” las nuevas tarifas de gas https://t.co/ToSntCwQ6o pic.twitter.com/nlRlkBqLrM
— infobae (@infobae) 25 de agosto de 2016