"No hay un giro". El gobierno argentino tuvo que ordenar en los últimos días a más de un funcionario que repita esas palabras. El propio Mauricio Macri lo ratificó en una entrevista con Infobae. ¿La referencia? La crisis en Venezuela. Es que lo que en los primeros pasos de la gestión parecía una postura firme para reclamar el respeto de los derechos humanos al régimen de Nicolás Maduro no siempre se tradujo en las acciones que muchos esperaban.
Esa aclaración se volvió ineludible a partir de las críticas que surgieron de la oposición a Maduro por el papel que asumió la Argentina a comienzos de mes durante el debate en la Organización de los Estados Americanos sobre la eventual aplicación de la Carta Democrática, que permitiría sanciones a ese país. "Nos da pena", se quejó por entonces Henry Ramos Allup, presidente del Parlamento de Venezuela. Y hubo más voces en ese sentido.
Embarcada en la tarea de conseguir adhesiones para su postulación a secretaria general de la ONU, la canciller Susana Malcorra hace tiempo tomó distancia de las declaraciones tajantes de Macri sobre el problema que plantea esa situación. La diferencia no estuvo exenta de consecuencias.
En un artículo publicado en el sitio Runrunes, Edgar Otálvora planteó que los movimientos de Malcorra en cuanto al debate sobre Venezuela "embrolló" el tema en la OEA. El periodista detalló una serie de señales entre la ministra y el gobierno de Maduro que, pese a explorar una vía para bajar tensiones, tampoco tiene satisfecho al chavismo.
Tras remarcar que Malcorra mantuvo particular atención sobre los avatares venezolanos a raíz de una misión que le encomendó Ban Ki-moon cuando ella se desempeñaba como su jefa de Gabinete, Otálvora reseñó un supuesto diálogo que la canciller mantuvo con su par Delcy Rodríguez en el que le adelantó que Argentina "exhibiría en el futuro una posición más contemplativa".
El artículo subraya que Argentina decidió apostar por instrumentar un "diálogo" en Venezuela en momentos en que Luis Almagro, secretario general de la OEA, solicitaba la aplicación de la Carta Democrática.
"Para el gobierno Maduro la intervención de Malcorra fue una señal de injerencia mientras para la oposición venezolana la argentina habría cometido un acto de complacencia con el régimen chavista. La iniciativa de Malcorra se estaba cruzando y compitiendo con la línea de Almagro, vista como más radical por la oposición venezolana pero que no cuenta con el respaldo de una cantidad sustancial de gobiernos", señaló.
Según Otálvora, en medio de esa turbulencia Malcorra "ordenó que su representante en la OEA, Juan José Arcuri, quien preside el Consejo Permanente, convocara el 2 de junio a una reunión sobre Venezuela (¡sin la venia de Venezuela!) para aprobar una resolución que presentara a Argentina como el adalid de una línea continental que favorece el diálogo interno en Venezuela". Sin embargo, aseguró que con el correr de los días la estrategia "de ganar figuración continental con base al tema Venezuela no le ha representado nuevas simpatías a su candidatura (ni siquiera dentro del castrochavismo!) y por el contrario ha desatado un mal clima en la OEA entre distintos gobiernos que apoyarían la toma de posición ante el régimen venezolano". Y apuntó que Almagro denunció en declaraciones a The Guardian que el embajador de Malcorra en la OEA obstruía la convocatoria de la reunión en la cual el Consejo Permanente deberá considerar el informe sobre la aplicación de la Carta Democrática a Maduro.
"El plan Malcorra para Venezuela fue un fracaso. Ahora intenta concertar posiciones con Uruguay, Chile y Colombia e, incluso, ya ha comenzado a difundir comunicados respaldando el referendo revocatorio en Venezuela", concluyó.
En un gesto destinado a dejar en claro en dónde está parado, Macri recibió en las últimas horas a Henrique Capriles en la Casa Rosada. El líder opositor a Maduro no tuvo problemas en contar el motivo de su visita: dijo que le pidió apoyo para el referéndum revocatorio que está en proceso para remover a Maduro.