Portugal se coronó campeón de la Eurocopa por primera vez en su historia al vencer en la final de la edición 2016 al local, Francia, por 1-0 en el tiempo suplementario. Los dirigidos por Fernando Santos debieron reponerse del golpe que significó la lesión y salida de su principal figura, Cristiano Ronaldo, en el primer tiempo para finalmente alzarse con el trofeo. Además, se tomaron revancha de la final perdida ante Grecia en el 2004.
Los primeros 25 minutos del partido pasaron por la superioridad francesa y la lesión de Cristiano Ronaldo. Los galos apostaron a ser protagonistas desde el principio y avanzaron sobre terreno rival con claridad en sus intentos, mientras que la preocupación de Portugal pasaba no solo por defenderse de los ataques de los locales, sino por el estado físico de su máxima figura.
Iban solo siete minutos cuando Dimitri Payet cometió una dura falta sobre Cristiano Ronaldo, que quedó tendido en el suelo con claras muestras de dolor. La estrella del Real Madrid intento continuar en cancha, a sabiendas de que se trataba de uno de los partidos más importantes de su carrera, pero sobre los 16' volvió a caer, sumido en un desconsolado llanto. A pesar de su insistencia, el dolor le ganó y debió salir sobre los 23', para dejarle su lugar en la cancha a Ricardo Quaresma.
De mientras, Francia se iba en busca de la ventaja. Antoine Griezmann tuvo una gran chance de cabeza, pero el arquero Rui Patricio se lució con una enorme atajada. En el córner, fue Olivier Goiroud el que forzó una nueva intervención del arquero.
Portugal llegaba al área de enfrente de manera aislada, con centros cruzados que no tenían destino claro, mientras que los dirigidos por Didier Deschamps generaron acercamientos claros en los pies de Moussa Sissoko, quien primero intentó con un disparo lejano que se fue por arriba del travesaño y luego definió en el área para poner a prueba otra vez a Rui Patricio, quien respondió atento.
Aunque perdieron intensidad en los últimos minutos, los franceses fueron amplios dominadores en la primera etapa ante un conjunto luso disminuido, que sufrió el golpe futbolístico y emocional que significó la salida de su gran figura.
La segunda parte fue mucho más pareja. Aunque el equipo galo mantuvo la iniciativa, los portugueses advirtieron que podían lastimar en las contras y generaron chances para adelantarse.
Griezmann contó con una nueva oportunidad a los 25', pero su cabezazo salió por arriba del travesaño. Más tarde, fue Giroud el que intentó con un remate cruzado, pero el arquero Rui Patricio hizo crecer aún más su actuación con otra atajada clave.
En el adelantamiento más claro de Portugal, el arquero Lloris también se llevó los flashes con una doble intervención, ante un centro de Nani que se cerró y, luego, en el intento de Quaresma en el rebote. En la respuesta, Sissoko volvió a exigir a Rui Patricio con un potente disparo desde afuera del área.
Francia tuvo la victoria en tiempo de descuento pero el ingresado André Gignac estrelló su disparo en el palo. El jugador de Tigres de México enganchó en el vértice del área chica, hizo pasar de largo a Pepe y definió al gol, pero el poste le ahogó el grito. Fue la acción final de 90 minutos en los que franceses y portugueses no pudieron sacarse diferencias.
El partido fue de mayor a menor y, ya en el alargue, perdió el poco brillo que había tenido en el inicio. Francia no pudo sostener el ritmo y Portugal comenzó a inquietar el arco de Lloris con serio peligro. Primero, el arquero tuvo una gran respuesta ante un cabezazo a la salida de un córner y, más tarde, el travesaño le ahogó el grito a Guerreiro tras un espectacular remate de tiro libre.
Pero el delirio de los portugueses se iba a desatar en el tercer minuto del segundo tiempo del alargue. Éder sacó un disparo por lo bajo desde afuera del área, que se convirtió en el gol histórico para el elenco luso.
Francia ya no pudo remontar el marcador y el pitazo final del árbitro inglés Mark Clattenburg dio paso a los alocados festejos portugueses, ante la desazón de miles de franceses, que buscaban celebrar una vez más de local, como ya lo habían hecho en la Euro de 1984 y el Mundial de 1998.