El imponente Nevado Coropuna, majestuoso guardián de la región sur del Perú, se yergue como un coloso de nieve y roca, dominando el paisaje con su imponente presencia. Situado a 150 kilómetros al noroeste de la ciudad de Arequipa, en las provincias de Castilla y Condesuyos, este coloso de la naturaleza es conocido como el volcán más voluminoso y elevado de los potencialmente activos de la zona. La base del volcán está a los 4400 metros de altitud; su cima más alta está situada en su sector NW y alcanza los 6377 metros de altura sobre el nivel del mar.
Este estratovolcán, un tipo de volcán cónico y de gran altura, se extiende en una cadena de 20 kilómetros de longitud y 12 kilómetros de ancho en dirección este-oeste, está conformado por seis conos volcánicos y domos de edad neógena, es decir, que abarca desde los 23 a los 2,6 millones de años. Su imponente figura se ve realzada por la presencia de nieve y hielo que cubre gran parte de su cima, descendiendo hasta los 5400 metros y abarcando una vasta área de aproximadamente 65 kilómetros cuadrados.
La importancia de su nombre
El nombre de este coloso, “Coropuna”, resonando en las lenguas quechuas, evoca significados que reflejan su esencia. Algunos interpretan su nombre como “reflejo en la meseta”, mientras que otros lo traducen como “montaña dorada”, señalando la riqueza de su simbolismo en la cultura local.
Los flancos de este gigante volcánico están marcados por quebradas y valles profundos, donde reposan depósitos aluviales y lahares, testigos mudos de la acción de los elementos a lo largo del tiempo. Se observan también flujos de lava en bloques andesíticos frescos en los flancos noreste, sureste y oeste, que se entremezclan con glaciares y morrenas de épocas remotas.
Nevado Coropuna y su relación con los incas
A lo largo de los años, diversos estudios revelaron la historia geológica y arqueológica del Nevado Coropuna. Las investigaciones realizadas por expertos como Venturelli, Forget y De Silva, entre otros, proporcionaron valiosa información sobre la formación y evolución de este coloso natural, así como sobre la presencia de antiguos asentamientos humanos en sus cercanías.
Uno de los hallazgos más destacados es el complejo ceremonial y administrativo de Maucallacta, un antiguo centro preinca e inca ubicado a unas 12 horas de Arequipa. Este sitio arqueológico, descubierto por Eloy Linares Málaga y, posteriormente, estudiado en profundidad por investigadores como Mariusz S. Ziólkowski y Maciej Sobczyk, revela la importancia cultural y religiosa que tenía el Nevado Coropuna para las antiguas civilizaciones andinas.
“...sin estos templos se tuvo otro por tan estimado y frecuentado como ellos, y más, que había por nombre la Coropuna, que es en la provincia de Condesuyo, en un cerro muy grande cubierto a la continua de nieve que de invierno y de verano no se quita jamás los reyes del Perú con los más principales del visitaban este templo haciendo presentes y ofrendas como a los ya dichos; y tienes por muy cierto que, de los dones y capacocha que este templo se lo hizo (...) había muchas cargas de oro y plata y pedrería enterrado en partes que dello no se sabe, y los indios escondieron otra suma grande que estaba para servicio del ídolo y de los sacerdotes y mamacona, que también tenía muchos el templo”, describe el cronista Pedro Cieza de León en su obra Crónicas del Perú.
Desde los tiempos del antiguo imperio inca hasta la actualidad, este coloso de hielo y roca presenció ceremonias religiosas y sacrificios que han dejado un legado en la historia y la cultura de la región.
Las crónicas de antiguos cronistas como Pedro Cieza de León y Felipe Guamán Poma de Ayala nos ofrecen un vistazo fascinante a la importancia de que este coloso natural tuvo para estas civilizaciones. Para el primero, este volcán era mucho más que una simple montaña; era un lugar sagrado donde el pueblo acudía en busca de respuestas y donde, según se creía, el mismo Diablo hablaba con más libertad que en otros oráculos.
Por su parte, Guamán Poma de Ayala nos ofrece una visión detallada de los rituales y sacrificios que se llevaban a cabo en las faldas del Coropuna. Desde ofrendas de oro y plata hasta el sacrificio de niños y animales, todo era ofrecido al ídolo que se alzaba en la cumbre de la montaña. Este testimonio nos permite comprender la importancia religiosa y cultural que tenía este lugar para los incas y otras civilizaciones de la región.
“...Idolos I Vacas de los Conde Suyos, Ariquipa, Conde, Huncullpi y Collaua Conde, Cuzco Conde, Uayna Cota, Toro, Achanbi, Poma Tambo, Conde Suyos: Que cada uno tubieron sus dioses ydolos y uacas puesto de los Yngas para el sacrificio; que como sacrificauan la uaca ydolo de Coropona, Urco, con oro y plata y con niños de doze años y plumas de pariuana (flamenco) y de uachiua (ganso) ycoca y mullo (caracol) y sanco (sangre de carnero) y carne cruda y sangre cruda, con ella haziendo sanco”, se lee en su Primer Nueva Crónica y Buen Gobierno, a comienzos del siglo XVII (así era el castellano de la época).
Pero más allá de su significado religioso, el Nevado Coropuna también fue un desafío para los montañistas y aventureros que buscan conquistar sus alturas. Cada año, numerosas expediciones se organizan con el objetivo de alcanzar su cima, enfrentando condiciones climáticas extremas y terrenos difíciles. Para muchos, la ascensión es un reto personal y una oportunidad para conectar con la naturaleza en su forma más pura.