Los ismos han generado demasiadas confusiones en las ciencias sociales. ¿Cuál es la doctrina del massismo? ¿Del macrismo? ¿Del delasotismo? ¿O del moyanismo? El marxismo, por lo menos, tiene a El Capital I, II y III. Uno podrá estar de acuerdo o no, criticarlo, pero se puede consultar, repensar y elaborar reflexiones a partir de ello. Lo que se estudia como individual y se lo pone en genérico o universal se circunscribe a la corriente neoclásica, en términos del pensamiento económico.
En 1988, el dirigente más importante de la Ucedé dijo: "Son todos liberales y nosotros parecemos socialistas, hemos ganado". Lo que triunfó fue la mentalidad liberal, que tal vez no sea la mentalidad burguesa descrita por J. L. Romero, que puede atravesar diversos gobiernos; así como ninguna estructura burocrática estatal o privada resuelve sus tensiones en cada período de gestión, salvando las distancias, el Estado depende de la elección popular, a diferencia de una empresa.
Por lo tanto, ocurren tensiones en el ámbito burocrático estatal y privado que se resuelven en la orientación política que adopte el gobierno (CEO), influenciado por los intereses económicos de clase. La doctrina-ideología como pensamiento reflexionado, necesario y actualizado uno la encuentra en el pensamiento político y económico de Juan D. Perón o, por su contrario, en la vieja aspiración mitrista de la historia. Pero ambas son antagónicas. Y eso es lo que está en tensión, el antagonismo, no una grieta.
Un gobierno que llega por una alianza del PRO y la UCR, este último, partido centenario que tuvo a dos protagonistas, Alem y Mitre, y sus seguidores. Porque en última instancia el PRO es el Marcelo Torcuato de Alvear en la UCR cuando estaba don Hipólito, los conservadores y los sectores oligárquicos tuvieron que hacer entrismo en el partido mayoritario de la época, y volvieron a hacerlo para consagrar la política económica. Como escribió Héctor J. Iñigo Carrera: "Porque coincidían conservadores y radicales en el enunciado de las metas modernas de afirmación nacional, autoridad popular, progreso o bien común y armonía universal. Pero discrepaban en cuanto a la dimensión religiosa, al reconocimiento del linaje español, a la concepción de independencia frente a las grandes potencias, al grado de participación del pueblo en la res publica, a los mecanismos institucionales de gobierno y sucesión, y a la distribución justa del bienestar y las oportunidades de ascenso".
En la actualidad esa distinción parece difusa. La alianza no es novedosa, no es nueva, sino que es la expresión histórica del complejo exportador pampeano, industrias asociadas, que tuvo sus momentos de antagonismo en 1852, 1930, 1955, 1976 y 2015. Pero el 2015 tuvo el preludio de 2008, cuando la Sociedad Rural Argentina (SRA) volvió a reunir en la mesa de enlace, junto a la Federación Agraria (FAA), se hizo difuso el antagonismo histórico, era la mentalidad liberal la que primaba. La segunda penetración liberal a la UCR expresa lo mismo que en 1922. No hay algo novedoso en esto, luego del período del pensamiento único, el neoliberalismo, como lo planteó Feinmann, como etapa superior del liberalismo junto al nuevo sujeto absoluto: oligopolio comunicacional. Desregulación económica o planificación, que expresa dos formas de concebir lo mejor para una sociedad.
La última elección PASO 2017 dejó una fractura electoral en la pampa húmeda, hay un sector agrario que no concuerda con esta política económica. El condimento necesario de la hegemonía es el interés económico de clase alrededor de la principal producción de exportación en el histórico territorio que consolidó las bases de la Argentina moderna. Si bien los partidos políticos están en una crisis, no quiere decir que desaparezcan. ¿Hace falta estar en un partido para influenciar en la política económica? No, difícilmente la Embajada Estadounidense en Argentina se manifieste en apoyar a un partido como lo hicieran en el momento Braden o Perón, son lecciones que se aprenden. La alianza se asienta en Mauricio Macri —complejo sojero exportador, exportadores agroindustriales, importadores, bancos extranjeros, instituciones religiosas, servicios agrícolas, algunos bancos nacionales y las embajadas europeas— y Daniel Scioli —la patria es el otro—, eso fue el 2015.
No confundir peronismo con kirchnerismo. El kirchnerismo es la mejor interpretación que se puede hacer del peronismo: justicia social; independencia económica y soberanía política, este es el peronómetro que todos precisan. Como Cambiemos es una alianza expresa una mentalidad, la de corregir las distorsiones de los precios relativos: tarifas, quita de subsidios; tipo de cambio, devaluación; tasa de interés, Lebac; bicicleta financiera y endeudamiento externo. Eliminar regulaciones, denominadas "distorsivas". Porque el problema está en el gasto —inversión— público, como plantea el presupuesto 2018; esa gran masa de salarios públicos, de gasto previsional, jubilados y pensiones, y el sector privado, y la transferencia indiscriminada de subsidios.
Sintetizando, el mayor gasto público perjudicó el crecimiento económico, entonces, hay que hacer todo lo contrario. Esto no es una novedad. Por eso pensar que las antinomias "patria, sí, colonia, no" o peronismo y antiperonismo han desaparecido requeriría repasar la introducción al libro de Martínez de Hoz sobre su gestión. El antagonismo peronismo-antiperonismo es la contracción fundamental y es la forma que adopta la lucha de clases en Argentina (J. W. Cooke) y que no está resuelta.
Entre 2003-2015 se puso en tensión la hegemonía, hegemonía económica —"¿Somos el campo? ¿Con una cosecha nos salvamos todos?"— y política —un país muy extenso, achicar el Estado para engrandecer la nación, regulación de los mercados y gasto público como problema del crecimiento económico— junto al nuevo sujeto absoluto comunicacional para imponer la "razón". La hegemonía macrista es simplemente la expresión del antiperonismo, como el kirchnerismo es la expresión del peronismo, por eso la batalla de ideas está vigente en esta revancha clasista número 3.