Venezuela: incendiar la pradera

Matías Enríquez

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En contraste con lo que algunos necios pregonan en programas televisivos, la situación en Venezuela dista de ser la ideal. El Gobierno continúa desafiando a la población. La polémica Asamblea Nacional Constituyente ratificó a Nicolás Maduro en su cargo como jefe de Estado, de gobierno y comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Poco importa que este Gobierno haya violado los derechos humanos y haya empobrecido a una rica nación que vive del petróleo, llevó a los venezolanos a carecer de los más básicos bienes. Pese al desdén internacional, la situación es crítica.

En Venezuela, y como indica el reconocido proverbio chino, una chispa puede incendiar la pradera. En ese contexto, los dichos de Diego Maradona claramente no ayudan. "Somos chavistas hasta la muerte. Y cuando Maduro ordene, estoy vestido de soldado para una Venezuela libre, para pelear contra el imperialismo (…)" reconoció el, quizás, más grande futbolista de la historia. Con su habitual desmesura verborrágica, Maradona despierta amores y odios. En este caso, fomentando el rencor y el conflicto social en Venezuela, espero que sea más el rechazo que la aprobación a sus desafortunados dichos.

Entre la innumerable cantidad de comentarios que se promulgaron respecto de los nefastos comentarios de Maradona, bien vale destacar las palabras del futbolista venezolano que juega en el Málaga de España, Roberto Rosales. "Los venezolanos defendemos nuestra bandera para que siga ondeando en libertad. No necesitamos que nadie se vista de soldado, necesitamos paz" sostuvo. En otro sentido, se manifestó el opositor Henrique Capriles, evidenciando lo que muchos piensan pero pocos dicen: "Son gente que se dice de izquierda y al final vive como millonarios. Le preguntaría a esa gente que se dice de izquierda y progresista si ellos viven con 15 dólares al mes". Cruda pero adecuada radiografía de la situación.

Dichos como el de Maradona no ayudan a mejorar la situación que viven los venezolanos, dejando las banderas políticas de lado. Difícilmente la solución pueda llegar desde afuera de las fronteras venezolanas. Deberá ser la propia Venezuela la que genere un líder moral y valiente, que saque al país del limbo en el que se encuentra. Panorama que da la sensación que el país hoy no tiene, ni en su frente opositor ni en el paupérrimo partido que los gobierna.

La situación en Venezuela lastima a los propios venezolanos pero aflige a las millones de personas que queremos ver gobiernos que construyan sociedades respetuosas del prójimo pero, sobre todo, sociedades pacíficas y democráticas. El país está inmerso en una crisis institucional de gran magnitud y la fisura social se sigue acrecentando por la existencia de un fatídico cóctel de censura, violencia y muerte. El Estado debe ser el encargado de defender y promocionar los derechos humanos, de ninguna manera violarlos.

Venezuela necesita paz. Venezuela necesita el respeto de los derechos humanos. Venezuela necesita democracia. Ojalá, el pajarito de Maduro, aquel que alguna vez se reencarnó en forma de Hugo Chávez, lo invite a la reflexión y a escuchar el clamor popular. Ojalá se acaben las víctimas y se permita un acuerdo amplio con todas las fuerzas políticas para reconciliar a los venezolanos. Hacer oídos sordos no ayuda a mejorar la situación. Los desafortunados dichos de Maradona, tampoco.

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación​.

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