El papa Francisco se acordó demasiado tarde de Venezuela

José María Poirier

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¿Llegó demasiado tarde el comunicado de la Secretaría de Estado de la Santa Sede para que las palabras del papa Francisco pudieran incidir en la inminente decisión del presidente venezolano Nicolás Maduro? Es probable. ¿Podían haber llagado antes? Acaso sí, pero hay que entender que Maduro no tiene, lamentablemente, más salida que seguir endureciendo su posición, reprimiendo a la ciudadanía y demostrándose una vez más incapaz de cualquier forma de diálogo. Y esta situación lleva años. Le juegan en contra su ineptitud, su escasa formación, su dogmatismo aferrado a un marxismo superado y aprendido en Cuba, su insensibilidad social y cívica. Además, es una suerte de títere del militar Diosdado Cabello, político poderoso en las sombras, acusado de negociados con los narcos.

¿Hay una guerra civil en el país de Bolívar? Las armas están de un sólo lado, y reprimen inescrupulosamente. Hay un gobierno militar con enormes recursos y personal, y una mayoría del pueblo que se manifiesta en las calles arriesgado mucho, muchísimo. Además, están la policía y las formaciones políticas armadas. Hay desabastecimiento, hambre, falta de medicamentos, presos políticos y ausencia de las más elementales libertades y derechos. La retórica del régimen emplea, por otra parte, un palabrerío perpetuo y extenuante.

Por su parte, la Iglesia de Venezuela, a través de los severos comunicados de todos sus obispos, no da lugar a dudas sobre una oposición frontal al régimen. Entre los que informan al Papa sobre la situación están el cardenal Pietro Parolin, quien fuera nuncio en Caracas hasta le elección de Francisco, que luego lo quiso como secretario de Estado; y el actual superior general de los jesuitas, el venezolano Arturo Sosa. Además de la entera conferencia episcopal. Es decir que noticias y análisis no faltan en el Vaticano.

Más allá de las simpatías o las inclinaciones políticas de Jorge Bergoglio, es claro que intentó mediar entre las partes por diferentes caminos. No era fácil tomar partido contra un gobierno elegido popularmente y con influencia en varias naciones del continente. Y no lo era, sobre todo, porque incluso en el caso de imaginar a un Maduro que llame a elecciones transparentes, cabe preguntarse cómo se manejaría un futuro gobierno con tanto desastre económico y violento enfrentamiento social. Qué podría unir a la oposición a la hora de decidir otro camino. Graves interrogantes, a los que se suma un panorama internacional complejo y poco dispuesto a acabar con los enfrentamientos del país latinoamericano.

El autor es director de "Revista Criterio". Coordinador de Actividad Cultural de Ucema.

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