"La concentración del poder político en la ciudad más grande y rica del país será fatal para el país en su conjunto" profetizó Leandro Alem. Fue una de las notables intuiciones del hombre que fundó la Unión Cívica Radical junto a Aristóbulo del Valle.
Nació el 11 de marzo de 1842 en Balvanera, ciudad de Buenos Aires. Se suicidó de un tiro en la cabeza el 1º de julio de 1896, cuando tenía sólo 54 años. Su madre se llamaba Tomasa Ponce y su padre, Leandro Antonio Alen, apellido que puede originarse en la corrupción del británico Allen (algunos de los miles de desertores de las invasiones inglesas que quedaron aquí, en general católicos irlandeses) o en un apellido árabe mal escrito. El propio don Leandro Alem se encargó de reemplazar la ene por una eme.
Su padre, don Leandro Antonio, también murió a tiros, pues fue mazorquero durante la época de Juan Manuel de Rosas y lo fusilaron en 1853, después de Caseros, tras un juicio sumarísimo, junto al temido coronel Ciriaco Cuitiño. Don Leandro padre fue miembro de la Mazorca rosista y, por lo tanto, un hombre de acción, con una vida cuajada de crueldades y degüellos, propios de la época.
La biografía oficial dirá que el hombre de la N. fue un abogado, político, revolucionario, estadista y masón.
Nos seduce saltar a la fría y lluviosa mañana del 1º de julio de 1896, cuando se encontraba reunido en su casa con un grupo de amigos a los que había citado para hablar de asuntos políticos urgentes. Al rato interrumpió la charla para ir a su dormitorio, de donde salió con sombrero y su clásico poncho de vicuña. Dijo a los amigos que en unos minutos volvería. Subió a su carruaje y ordenó al cochero que lo llevara al club El Progreso.
Por el camino, se cruzaron con una cantidad de personas que tiraban cohetes y organizaban fogatas para celebrar la fiesta de San Juan y San Pedro. En medio de tal estruendo, el cochero no advirtió que Alem había extraído su arma y se había suicidado. Al verlo muerto, volvió a casa y allí bajaron a Alem del coche. En menos de una hora, la casa se llenó de gente que preguntaba por don Leandro. En un bolsillo se le encontró una nota que decía: "Perdónenme el mal rato, pero he querido que mi cadáver caiga en manos amigas y no extrañas, en la calle o en cualquier parte".
Otro texto, más extenso, fue hallado en su mesa de luz con este principio: "He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa pero que no se doble!".
Como abogado, puso estudio con el doctor Aristóbulo del Valle. Fue federal antirrosista, a pesar de la historia de su padre, y después de la unificación de Buenos Aires con el resto del país pasó a militar en el Partido Autonomista de Adolfo Alsina. Se oponía a la federalización de Buenos Aires y enfrentaba al Partido Nacional de Bartolomé Mitre.
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En 1872 lo eligieron diputado provincial y lo apodaron El señor de Balvanera. Logró que su sobrino, Hipólito Yrigoyen (20 años), que había comenzado a militar por influencia del tío, fuera nombrado comisario de Balvanera.
Toda su vida fue de enfrentamientos, a veces violentos, con el Partido Autonomista Nacional y la orientación conservadora de Julio Roca. Fue protagonista de dos revoluciones armadas: la revolución del Parque (1890) y la revolución radical de 1893. Ambas fallidas.
Puede decirse que, en sus tiempos más fogosos, fue vencido por Julio Roca y Carlos Pellegrini, pero acompañado por Roque Sáenz Peña, Lucio Vicente López, Pedro Goyena, José Manuel Estrada y Fernando Centeno, con quienes se opuso a la conducción de Alsina en el Partido Autonomista Nacional y luego fundó el Partido Republicano, en 1877.
Su ideal era instalar una democracia plena en el país, mediante la pureza y la libertad del sufragio popular, proscribiendo de los comicios las violencias, el fraude y la intervención oficial. Téngase en cuenta que la democracia argentina era auténticamente joven y que el "fraude patriótico", por el cual los más entendidos gobernaban a los más humildes, estaba ampliamente difundido.
Mantuvo un famoso debate parlamentario con José Hernández en 1880. Fue elegido senador por la Ciudad de Buenos Aires en 1895 y 1892. Diputado por el mismo distrito en 1879-1880.
Ahora bien: ¿Qué significa la N? Leandro fue bautizado en Balvanera y, según Álvaro Yunque, en el acta no figura el segundo nombre Nicéforo, con lo cual el Leandro "N." resulta inexplicable. Firmaba también "Ln. Alem" (hay tarjetas impresas así) y cuando su médico, Martín Torino, le preguntó qué significaba la ene, respondió: "Significa nada". Sin embargo, en el casamiento de su hijo Leandro con Justa César Hillner, por ser ambos menores de edad, debió otorgar su consentimiento y, al firmar el acta 0044, labrada el 2 de marzo de 1896, lo hizo con su nombre completo: Leandro Nicéforo Alem. A lo mejor fue uno de esos nombres que los mayores tienen intención de dar a sus hijos pero, finalmente, por algún motivo, no anotan en el registro.
Dato final: fue el Gran Maestre número 12 de la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones desde 1883 hasta 1885, cargo en el que sucedió nada menos que a Domingo F. Sarmiento. Y fue sucedido por Valentín Fernández Blanco, José Fernández, José Francisco Soler, Faustino Jorge y… ¡Bartolomé Mitre!
Hombre de su tiempo, por sobre todo orador y muy guapo, andaba de boina o chambergo y poncho de vicuña. Acuñó un grito de combate inolvidable: "¡Adelante los que quedan!".
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