Cambio de época: el Banco Central ya no le pone el pecho al dólar

La divisa cayó 50 centavos en los últimos treinta días. Por qué el gobierno no sale a ponerle freno a la caída.

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A pesar del derrumbe del dólar en las últimas semanas, el directorio del Banco Central planea mantenerse firme en su postura: no saldrá a intervenir para ponerle un piso a la divisa. "Pensamos que el mercado arbitra solo y suaviza los movimientos del tipo de cambio. No lograríamos nada si empezamos a comprar", explican en los despachos cercanos al titular del BCRA, Federico Sturzenegger.

En los últimos treinta días, la caída del dólar resultó uno de los datos más destacados para medir el comportamiento de la economía. La divisa acumula una caída cercana a los 50 centavos. El mayorista bajó de $16 a 15,55 pesos y el dólar al público se derrumbó de un pico de $16,27 a 15,86 pesos el último viernes, cuando profundizó el derrumbe. Pocos analistas habían previsto a principio de año que se produciría semejante movimiento. Es más, el consenso era que la divisa había encontrado un piso en 16 pesos, que perforó en forma marcada.

La lógica de "no intervención" resulta bastante sencilla. Si los inversores creen que el tipo de cambio está barato entonces saldrán a comprar más dólares y agregarán demanda adicional que ayudará a estabilizar el precio, especialmente en un mercado que ya no tiene restricciones de acceso como en el pasado.

El mejor ejemplo se vio, sostienen en el BCRA, en diciembre pasado cuando entraron los dólares del blanqueo. Al principio el tipo de cambio se desplomó pero rápidamente rebotó, impulsado por un récord de atesoramiento en moneda dura por parte del público. Las propias estadísticas oficiales registraron compras de billetes por USD 3.500 millones en el último mes del año. Un dólar barato impulsa también la demanda por turismo. Sólo en 2016 se fueron en términos netos USD 8.500 millones por las compras de viajeros.

Para Federico Sturzenegger, los propios inversores serán los que compensarán la caída del dólar, si perciben que está muy barato

La postura del Banco Central representa un gran contraste con lo sucedido durante el kirchnerismo. Fue Néstor Kirchner, allá por el 2005, quien resolvió que el tipo de cambio no debería perforar un determinado nivel (en aquel momento 3 pesos) para evitar una pérdida de competitividad. Todos los dólares que ingresaban en aquel momento por el superávit comercial eran adquiridos por el BCRA, generando un fuerte aumento de la emisión de pesos que luego no eran absorbidos. Con el tiempo, este comportamiento generó un incremento de la inflación –ya a partir de 2006 superó el 10% y en 2007 se fue por encima del 20%- al tiempo que se mantenía estable el dólar. El final de la historia es conocido: el atraso cambiario y la fuga de capitales llevó a la instrumentación del cepo a fines de 2011.

Otra dinámica de los flujos de divisas

Aquella lógica cambió por completo. Ahora también entran muchos dólares, pero básicamente por las colocaciones de deuda del Gobierno, provincias y empresas. No deja de ser un dato preocupante. Es el endeudamiento el que provoca la caída del tipo de cambio y no un elevado superávit comercial, ni el ingreso de inversiones directas.

El BCRA ya delineó cuál será la estrategia para este fenómeno. Sólo comprará los dólares que le venda el Tesoro, que a su vez requiere de pesos para enfrentar sus gastos corrientes. En lo que va del año la autoridad monetaria emitió $23.000 millones para adquirirle divisas al Gobierno. La contrapartida de esos pesos volcados al mercado son más dólares en las reservas.

Pero las empresas y provincias que consigan financiamiento internacional deberán vender esos dólares en el mercado cambiario. Una prueba de fuego son los USD 1.500 millones que consiguió la semana pasada la provincia de Buenos Aires. A diferencia de lo sucedido el año pasado, ahora la autoridad monetaria ya avisó que no saldrá a adquirir esas divisas, por lo que el gobierno de María Eugenia Vidal tendrá que venderlas en el mercado. Se trata de más oferta que incluso podría deprimir más la cotización del dólar, esto significa apreciar el peso.

Salir a comprar esos dólares para evitar una caída de corto plazo del tipo de cambio sólo generaría más problemas, sostienen en el BCRA. Obligaría a una mayor emisión de pesos, poniendo en peligro el plan bajar la inflación. Y en el mejor de los casos obligaría a una fuerte emisión de Lebac para salir a absorber dinero, generando un costo adicional.

Toda esta lógica de los técnicos del Banco Central chocará sin duda en las próximas semanas con presiones de distintos sectores. Los productores en economías regionales advierten que la inflación del año pasado se comió casi toda la ventaja de la devaluación de diciembre de 2015, ni bien arrancó el Gobierno. En la industria también advierten un aumento de las importaciones y un mayor deterioro competitivo. Y no tardarán en llegar las advertencias de la oposición y la preocupación del propio Gobierno ante una inflación que sube más rápido que el tipo de cambio. Claro que no todas son preocupaciones: un dólar planchado actúa como ancla antiinflacionaria, al tiempo que aumenta la demanda de pesos.

Este panorama sucede antes de la "temporada alta" para el flujo de divisas. A partir de abril subirá sostenidamente el flujo de dólares por la venta de la cosecha de soja, otro elemento que mantendrá planchado al dólar en el primer semestre. La segunda parte del año, elecciones legislativas mediante, la historia podría ser distinta.

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