Cuba: cambios, ¿para qué?

La Habana ha demandado más concesiones a Washington, sin eliminar las legislaciones vigentes que restringen los derechos económicos, sociales y políticos de sus ciudadanos

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Asumir responsabilidad por los fracasos demanda integridad y coraje, condiciones que le han faltado a la dinastía de los hermanos Castro porque, a pesar de los ingentes esfuerzos del ex presidente Barack Obama por reducir las restricciones económicas impuestas por el embargo a Cuba, el Gobierno de la isla sigue responsabilizando a Estados Unidos de su ruina.

La abstención del Gobierno estadounidense en la votación en la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el embargo a Cuba, como anteriores medida de la Casa Blanca que facilitaron las relaciones económicas entre los dos países, no han sido respondidas con reformas estructurales que favorezcan la democracia económica y política en la isla.

Por el contrario, La Habana ha demandado más concesiones a Washington, sin eliminar las legislaciones vigentes que restringen los derechos económicos, sociales y políticos de sus ciudadanos.

El canciller de los Castro demandó, entre otros consentimientos, que Estados Unidos empiece a importar productos o derivados elaborados por empresas estatales y que permita a entidades gubernamentales, bancos y empresas abrir cuentas en bancos estadounidenses.

El régimen ha presentado muchas más demandas, exigencias para expresarlo con más propiedad, pero todas tienden a favorecer al Gobierno y no a la población.

El propio ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, ha dicho que el Gobierno de Estados Unidos —a pesar de las muchas limitaciones que fueron suprimidas por la Casa Blanca— es el responsable de que Cuba no haya cumplido su plan de crecimiento económico por haber endurecido el embargo.

El totalitarismo insular confunde, a propósito, la condescendencia con debilidad. Juega al jaque mate, no entiende de una negociación en que las partes acuerden tablas, porque en su estrategia hacer concesiones es igual a la derrota.

Sin duda alguna la política de Estados Unidos hacia Cuba resta herramientas al arsenal retórico del régimen, pero La Habana nunca ha actuado con base en lo que dicen o hacen otros gobiernos, sino según sus intereses; el castrismo nunca ha requerido pretexto para hacer lo que ha estimado conveniente para subsistir, afirmación que se sostiene en los 58 años que lleva en el poder.

Por muchas concesiones que haga la Casa Blanca, nunca la dictadura dispondrá medidas que afecten el entramado legal que criminaliza a la oposición y a las actividades económicas independientes más allá de la gestión artesanal. La nomenclatura cubana abriga la convicción de que un individuo con bienes que superen las condiciones de supervivencia es un riesgo para su estabilidad.

El presidente Barack Obama hizo todo lo posible por restarle al embargo el mayor número de herramientas, pero la dictadura demanda la derogación de esa medida de forma completa sin hacer cambio alguno. Aún más, estudia muy detenidamente los pro y los contra de las decisiones que a su favor pueda decretar Washington, porque tiene una gran aprensión a que una disposición no correctamente analizada afecte su sobrevivencia.

El propio Ben Rhodes, alto funcionario del Gobierno del presidente Obama, dijo: "En materia de derechos humanos, sin embargo, no hemos visto los mismos progresos", "Todavía el Gobierno cubano acosa y detiene a los opositores pacíficos; es cierto que se han liberado algunos presos políticos y hay cierta flexibilidad en alguno puntos, pero en general el respeto a los derechos humanos no ha alcanzado el nivel que nosotros esperamos". En conclusión, la Casa Blanca actuó a futuro con pleno conocimiento del presente y del pasado.

En su discurso ante Naciones Unidas, la antigua representante estadounidense Samantha Power sólo pudo enumerar las decisiones de Estados Unidos en relación con Cuba. No expuso ninguna que el Gobierno de la isla haya dispuesto a favor de sus ciudadanos, pero afirmó que Washington, en dos años, modificó "las normas de aplicación del embargo seis veces".

Power agregó: "Estamos profundamente preocupados por las graves violaciones de los derechos humanos que el Gobierno cubano sigue cometiendo con impunidad contra su propio pueblo, como la detención arbitraria de quienes critican al Gobierno; la amenaza, la intimidación y, a veces, la agresión física a los ciudadanos que participan en reuniones y marchas pacíficas; y la severa restricción del acceso que tiene la gente de la isla a la información externa", a pesar de ese conocimiento las aquiescencias nunca disminuyeron.

No importa las concesiones que hagan Estados Unidos, la Unión Europea o cualquier organismo internacional, el régimen tiene la convicción que los cambios pueden significar la pérdida del poder y ese evento no está en la hoja de ruta del castrismo.

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