No ha sido un buen final de año para los bonos y la explicación tiene nombre y apellido: Donald Trump. La Reserva Federal aportó su cuota reforzando la tendencia que se venía dando a partir del 9 de noviembre, el día después de la sorpresa electoral en los Estados Unidos. Pero lo que ocurrió reactivó las expectativas a futuro sobre las tasas de interés que se mantenían dormidas hasta ese entonces.
Trump movilizó las expectativas de un aumento en la actividad económica derivada, a su vez, de un plan de inversiones en infraestructura que podría ascender a un billón de dólares. Pero lo que realmente impactó en los mercados en el cuarto trimestre fue el aumento en las expectativas de suba de tasas por parte de la Reserva Federal: claramente se nota la presión que Trump está ejerciendo dado su conocido deseo de ver tasas de interés más elevadas (tendiendo a neutras) y que el dinero fluya hacia la producción, y no la especulación y la formación de burbujas, un tema central en sus discursos y sus debates televisivos.
Arrancando por los bonos AAA que tuvieron un mal pasar. Ese segmento de inversiones incrementó sensiblemente su volatilidad entre los bonos más largos. Los perfiles de inversores más seguros, que precisamente no querían asumir riesgos sino simplemente proteger el capital, se vieron afectados sensiblemente.
¿Cómo les fue a los bonos de la región? Latinoamérica ha sido especialmente golpeada. Es sabido que México y China han sido declarados dos de los objetivos de campaña con los cuales Trump logró triunfar en las elecciones. Los constantes embates hicieron que sus precios cayeran fuertemente desde ese entonces, con más del 7% para su bono de referencia a 10 años desde ese momento hasta ahora. El bono de México tuvo una caída un tanto más pronunciada que el de Argentina, lo que llevó la variación para el año completo a terreno ligeramente negativo.
Los bonos argentinos a 10 años (AA26), por su parte, mostraron un crecimiento de 7% hasta Trump, para luego retroceder lo ganado y cerrar el año neutro. Recordemos que los bonos argentinos son los de mayor rendimiento en la región, a excepción de Ecuador y Venezuela. Argentina posee un riesgo país de 455 puntos básicos, contra 632 de Ecuador y 2.152 de Venezuela. Los bonos de Venezuela presentaron el incremento más significativo en el precio en todo el año, pero por una sencilla razón: ha logrado esquivar el default una vez más. Honró vencimientos clave en octubre e implementó un canje; dejó nuevamente la duda planteada para el año que viene, postergó el escenario más temido en una coyuntura económica, social y política realmente muy delicada y en medio de una hiperinflación y una caída del PBI estimada para este año de más del 10% y de 2,5% para el próximo. Las necesidades de capital superan los 10 mil millones de dólares anuales, algo imposible de cumplir sin refinanciar o aumentar la deuda.
China también pagó: su bono de referencia en dólares cayó 5,8% después de las elecciones en Estados Unidos, lo que elevó a 5,8% su caída anual. Los constantes embates de Trump hacia China se reforzaron en la semana con el nombramiento de Peter Navarro al frente de la política comercial, un conocido crítico de la relación con China, que explica gran parte del déficit comercial de los Estados Unidos.
Los rendimientos de un bono reflejan el comportamiento inverso de los precios. Para los bonos de los países seleccionados, se dieron caídas en las tasas de retorno hasta el 8 de noviembre a la par de la suba de precios; fueron mayores para los países de Latinoamérica, lo cual equivale a una reducción del riesgo país. Además de Venezuela, se destacaron las reducciones de Argentina, Brasil, Colombia y Perú. Pero Trump cambió el escenario: la suba de rendimientos anuló prácticamente por completo las mejoras en Argentina, Chile y México, y redujo sensiblemente la del resto de los países. No hubo un solo país que quedara a salvo, aunque el menor impacto fue en Rusia, dado el aumento en el precio del petróleo luego del acuerdo para disminuir producción entre miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
China vio una importante variación en el rendimiento de sus soberanos a 10 años, con 72 puntos básicos de incremento en menos de dos meses.
A pesar de que existen muchos instrumentos en los cuales posicionarse para comprar bonos libres de riesgo, la inversión en este tipo de activos no está exenta de riesgos en determinadas coyunturas económicas en las que la inflación futura es la variable de ajuste. Lo anterior se refuerza para los bonos largos y en especial en otras monedas.
El 2017 arranca con la tasa de 10 años del Tesoro de los Estados Unidos por encima del 2,50%, más del doble de lo pronosticado por los principales analistas de Wall Street. Si la tendencia se mantiene, será un año donde los mercados emergentes, en el mejor de los casos, deberán pagar más para acceder a los mercados de deuda, y en el peor, se enfrentarán al fantasma de la ausencia de crédito.
Aquellos países que hayan acumulado reservas en épocas de vacas gordas se verán beneficiados frente a los países que las dilapidaron. Algo similar a la fábula de la cigarra y la hormiga.