A un año del nuevo Gobierno, tanto economistas, intelectuales, políticos como empresarios pymes intentaron descubrir la ideología que cursaba detrás de las decisiones económicas de Cambiemos. ¿Neoliberales? ¿Desarrollistas? ¿Socialistas? ¿Conservadores? Algún desesperado por entender el rumbo los tildó de "kirchneristas chetos" y otro de "populistas financieros". Lo cierto es que será 2017 el año en el que descubramos el verdadero plan económico, aunque ya tenemos el presupuesto para aseverar algunas líneas de acción.
A la pregunta sobre si Cambiemos es un gobierno de neoliberales, la respuesta puede ser afirmativa, aunque la mitad del país vive de la caja del Estado. Este emite todos los meses —en concepto de jubilaciones, pensiones, asignaciones y planes— pagos a más de 18 millones de personas. A estos se suman unos 400 mil empleados públicos nacionales y otros 3.300.000 de empleados provinciales y municipales. ¿Cómo ser neoliberal cuando 22 millones de personas reciben algún cheque del Estado a fin de mes? Quizás les hubiese gustado quedarse sólo con los 22 millones restantes, pero, ante una eclosión social, habrán dado marcha atrás.
¿Qué otra cosa nos dice el presupuesto 2017? Para el año que viene se prevé un dólar a 17,92 pesos, es decir, una devaluación del 20% y una inflación del 17 por ciento. La realidad indica que esta última superará el 20%, lo que significará no recuperar en absoluto el atraso del tipo de cambio. La balanza comercial seguirá siendo negativa en los próximos tres años, lo que impide el ingreso de dólares genuinos por este concepto.
En cuanto al PBI, este se incrementará en un 3,5% (2,9% por consumo y 0,6% por inversión), hasta llegar a 544 mil millones de dólares, lo que representa un ingreso per cápita promedio de sólo 12.650 dólares. Este crecimiento, sin embargo, no es suficiente para generar trabajo que permita sumar a las personas que se incorporan por el crecimiento vegetativo.
Cabe destacar en este sentido que, si bien la inversión se incrementa en dos puntos para alcanzar el 18% del PBI, esto tampoco alcanzará para reponer el capital público y privado y crecer al 5% en forma sustentable, para generar nuevos puestos de trabajo. Para ello, la inversión debería representar al menos el 22% del PBI.
En términos del PBI, la recaudación se mantiene (25,97% en 2017 contra 25,33% de este año), y los derechos de importación, ganancias-aduana e IVA-aduana crecen en un 31%, con lo que se conserva el sesgo importador de la economía.
Entre los gastos corrientes, el concepto sueldos se incrementa en menor medida que los correspondientes a intereses y seguridad social. Los intereses empiezan a reflejar el alto endeudamiento, al subir un 32,3% y ya representan el 2,53% del PBI. La seguridad social, por su parte, sube un 35,2% como consecuencia de los planes sociales y la reparación a jubilados.
Las transferencias corrientes, que incluyen los subsidios a las tarifas, disminuyen en un 1,5 por ciento. La obra pública sube un 38,7% en una clara decisión de año electoral, así como las transferencias de capital, fundamentalmente hacia las provincias.
Finalmente, el déficit fiscal se encontrará cercano al 7% del PBI, similar a la "herencia".
Sobre el endeudamiento, entre renovación de capital, intereses y déficit de cuenta corriente se necesitará más de un billón de pesos (más de cincuenta mil millones de dólares o el 10% del PBI). El incremento neto del endeudamiento será entre el 6% y el 7% del PBI. Cabe recordar que Argentina entró en default en el año 2001, con un 40% de deuda. La deuda pública bruta al 30 de junio de 2016 es del 49% del PBI —este porcentaje incluye 21% de organismos públicos como el Banco Central, la Administración Nacional de la Seguridad Social, la Dirección General Impositiva, PAMI, etcétera y un 4% de organismos internacionales. Por lo tanto, a fines de junio del corriente año, la deuda con el sector privado es del 23% sobre el PBI, equivalente a unos 120 mil millones de dólares. El proyectado al 31 de diciembre de 2016 rondará el 28% y el 31 de diciembre de 2017 podría llegar al 35%, siempre tomando sólo deuda con el sector privado.
Los ansiados brotes verdes hoy se están ahogando bajo la lluvia de deuda. Sin dudas, no es esta la forma de financiamiento para un modelo virtuoso. El proyecto de país que propone Cambiemos no es ni neoliberal ni desarrollista. Implica sí, no cobrarles más impuestos a los ricos, a la patria financiera, ni al juego. Será un crecimiento que nunca llegará a las clases más necesitadas y un festival de endeudamiento improductivo —provocado por no poder generar dólares genuinos a través de la balanza comercial y las inversiones— que será pagado, como siempre, con más pobreza. Como si de la propia historia del país no hubiésemos aprendido nada.
@AldoPignanelli1
El autor es economista, ex presidente del Banco Central.