La Unesco, al servicio de los que buscan negar a Israel

Leah Soibel

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No es la primera vez que la Organización de Naciones Unidas (ONU) o algunos de sus organismos adheridos utilizan los instrumentos que están en su mano para dañar la legitimidad de Israel y socavar su propio derecho a existir. Ya lo dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la reciente Asamblea General de la ONU: sólo el año pasado, aprobaron veinte resoluciones contra el único Estado democrático del Medio Oriente, Israel, por tres contra alguno de los demás países del planeta. Tiene razón Netanyahu cuando denuncia la obsesión de la ONU por Israel. No es algo nuevo y tanto los ciudadanos israelíes como los responsables políticos de importantes naciones aliadas de Israel están más que acostumbrados a esta visión manipuladora.

Pero la decisión de la Unesco ha marcado un nuevo hito en esta colección de desagravios. Esta organización de la ONU, enfocada supuestamente en la protección del patrimonio y la cultura, al negar los vínculos judíos con el Monte del Templo de Jerusalén, ha herido profundamente la sensibilidad de los ciudadanos de Israel, de los judíos de todo el mundo y de quien tenga un mínimo de preocupación por la justa protección del legado cultural en cualquier parte de este planeta. No en vano, lo que hoy somos se lo debemos a lo que fueron nuestros antepasados, y esto es válido para todos, para judíos, cristianos, musulmanes o de cualquier otra fe. Desvincular este lugar del judaísmo es una flagrante manipulación que busca negar la propia historia de los judíos, que tienen en Jerusalén y en el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos unos de sus principales referentes históricos. Esto es un hecho incuestionable, por mucho que se empeñen en negarlo desde la ONU y la Unesco.

Cabe destacar que la resolución ha sido propuesta por Palestina, y ha recibido los apoyos de Egipto, Argelia, Marruecos, el Líbano, Omán, Qatar y Sudán. Además, en el texto se incluye una condena a Israel por la gestión de lugares sagrados en Jerusalén. Todo un enorme despropósito. Israel, como Estado democrático y de derecho que es, ha garantizado, desde su fundación, la libertad de culto y los derechos de los musulmanes para practicar su religión. Pero, por lo visto, los palestinos y los socios que se han buscado en la Unesco pretenden borrar de un plumazo el derecho de los judíos a practicar la suya, justo en el corazón de una ciudad como Jerusalén, prueba viviente de la intensa relación del judaísmo con la capital de Israel desde hace más de tres mil años.

Además del atropello cultural e histórico que supone esta decisión de la Unesco, hay otra lectura que es necesario hacer: deslegitimar el derecho de los judíos es combustible que alimenta la incitación, el odio y el terror contra Israel. Es, desde luego, un "teatro del absurdo", como ha dicho Netanyahu en su reacción a esta resolución. Pero es que, además de absurdo, es muy peligroso, en el sentido de que motiva la confrontación y da alas a la violencia. Lo que el liderazgo palestino cree que es una victoria para ellos lo único que consigue es intoxicar aún más la posibilidad de un diálogo honesto y constructivo que conduzca a la paz en este conflicto.

 

La autora es directora de la agencia Fuente Latina.

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