El sentimiento de la amistad, valor supremo

Disfrutar de lo amigos y de su poder curativo: les propongo pensar algunas cosas sobre este particular vínculo entre las personas

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(Shutterstock)
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Qué vínculo el de la amistad, ¿verdad? Se da, se produce como un chispazo. Un día entramos a la primaria, o a la secundaria; o caemos en una fiesta de amigos y empezamos a vincularnos y, de repente, aparece alguien, ese que capta lo que nosotros estamos pensando. Nos damos cuenta por el cómo esa persona se mueve, mira, en lo que dice: es desde una multiplicidad de intuiciones inconscientes sobre ese otro que ¡ya está! esa persona, esa piba, esa niña (si estamos en la infancia) va a ser nuestro amigo, es así.

Pero ustedes me pueden decir que estoy describiendo algo parecido a un estado de enamoramiento, a un flechazo, ¿saben qué? un poco, sí. La amistad se produce con esa magia de los flechazos, pero a diferencia del mundo del amor, la corriente erótica queda desplazada, sublimada, metamorfoseada hacia el humor, la charla, el compañerismo. Una de las cosas más liberadoras de la amistad es que allí, la idea de responsabilidad, está muy diluida, o casi no está.

La amistad, refugio de las responsabilidades
La amistad es un refugio para las responsabilidades de la vida cotidiana. Con los hijos, hacia los padres, con los compañeros de trabajo, incluso con los hermanos, la responsabilidad en esos roles está siempre presente. En la amistad no, uno puede estar, escuchar, dar una mano; pero nada de eso tiene que ver con la idea de responsabilidad. Por otro lado, en este vínculo se puede prescindir de los proyectos. Uno puede ser amigo de alguien por cincuenta años sin tener ningún tipo de proyecto en común más que comer asado una vez por mes.

Es verse, hablar pavadas y cosas serias asociadas a los dolores de la vida también, y no hace falta más nada. La amistad construye identidad, sí: somos nuestros amigos, estamos hechos un poco de ellos, y ellos de nosotros, ya que son nuestros pares, que comparten toda una serie de códigos, gustos e intereses en común como iguales generacionales. La familia primaria sin duda que es la que más moldea nuestra personalidad y carácter; pero es la amistad la que termina ese proceso (en muchos casos los amigos nos salvan la vida si hubo una familia primaria muy negativa), la amistad puede alquimizar y metamorfosearlo todo.

Los amigos: compañeros de andanzas
Pero lo más importante es que los amigos son los compañeros de andanzas: con ellos compartimos la entrada en la sexualidad, las diferentes etapas de la vida, las penas, las maduraciones y regresiones que armamos con las crisis, nuestras conquistas. En las buenas amistades nos alegramos o entristecemos por los logros o las penas del otro. Pero lo más importante, hablamos pavadas y banalidades…y de mujeres y de hombres…y de la vida, sin parar, ¡pero sin parar! y eso es profundamente curativo.

Pero también están los consejos, que muchas veces pueden sacarnos de una situación compleja. Y se aprende: aprendemos cómo ese otro procesa la realidad. Muchas veces simplemente con observar cómo se maneja un amigo en determinados asuntos, crecemos, copiamos, y hasta podemos ser mejores personas. En general la amistad está bastante higienizada de conflictos, si es auténtica (una amistad trabajada), difícil que se pongan en juego los típicos sentimientos oscuros que tenemos los seres humanos, como la envidia, la competencia, el odio, el orgullo.

Tinder Social permitirá conectar a muchas personas en un mismo grupo (Shutterstock)
Tinder Social permitirá conectar a muchas personas en un mismo grupo (Shutterstock)

La amistad y el tiempo
La amistad resiste el tiempo y la distancia: uno puede verse una vez por año, o incluso menos, y en esos reencuentros, ya está: a los tres segundos estás en la frecuencia de siempre. No pasa nada. No ocurre así en otros vínculos, en el amor por ejemplo. Una vez que la amistad se construye, es eterna, resiste. Hay poco escrito en psicología, en filosofía, en sociología sobre la amistad; sí, mucho sobre el amor, los hijos, los padres…eso es un buen indicador.

Sólo la literatura o el cine se animan, vía metáfora, arte, a describir todo este asunto. Hoy quería compartir esto con ustedes. De paso les recomiendo dos films sobre el tema: "Erase una vez en América", del enorme Sergio Leone. Y "Novecento" de otro gigante, Bernardo Bertolucci. ¡Miren que van a estar viendo el mejor cine del mundo.

Por Gervasio Díaz Castelli

Facebook: Gervasio Díaz Castelli

Twitter: @gerdiazcastelli

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