"High" Hitler, o la guerra con metanfetamina

Un libro reconstruye, a partir de los archivos militares alemanes, un aspecto menos conocido de la contienda: la experimentación y el uso de drogas para obtener un mayor rendimiento de los soldados. Extracto

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El libro de Ohler reconstruye
El libro de Ohler reconstruye la investigación y la experimentación con drogas en la Wehrmacht, a partir de los archivos militares alemanes

"A veces hallo un gran consuelo en la música (sin olvidar la pervitina, la cual, sobre todo en las noches de alarma, hace un trabajo fenomenal)"

(Carta del soldado Heinrich Böll, futuro Nobel de Literatura, a sus padres)


Quien escribe estas líneas a sus padres desde el frente ganó después el premio Nobel de Literatura y, ni siquiera después de la guerra, cuando se sentaba para escribir sus libros, consiguió renunciar al "trabajo fenomenal" de la metanfetamina. Se hizo adicto de soldado,
para mantenerse operativo y soportar los estragos de la guerra: "Por favor, la próxima vez no os olvidéis de enviarme pervitina, a ser posible en un sobre. Que lo pague padre de su apuesta perdida", dice en otra carta enviada desde el frente.

La naturalidad con la que el escritor Heinrich Böll habla del consumo de pervitina permite deducir que estaba familiarizado con sus efectos, pero también que desconocía sus peligros: "Me conformo con que la semana que viene pase tan rápido como la última. Pero, si podéis, enviadme más pervitina, que me va muy bien para pasar las numerosas guardias; y también algo de tocino para freír patatas".

El soldado Heinrich Böll (1917-1985),
El soldado Heinrich Böll (1917-1985), futuro premio Nobel de Literatura, se hizo adicto a la metanfetamina en el frente

Sus alusiones, tan lapidarias como frecuentes, al medicamento estimulante apuntan a que también su familia estaba familiarizada con el producto y no desaprobaba en absoluto su consumo: "¡Queridos padres y hermanos! Aprovecho para escribiros ahora que tengo tiempo y, sobre todo, reina la calma suficiente para hacerlo. Estoy molido, y es normal, porque anoche solo dormí dos horas, esta noche no podré descansar más de tres y ahora mismo también tengo que mantenerme despierto. A propósito, la pervitina empezará a hacer efecto muy pronto y me ayudará a superar este cansancio. Afuera, la luna brilla como nunca, el cielo está completamente estrellado y hace mucho frío".

¿Pudo esta sustancia adictiva, con su promesa de aporte energético, tener alguna influencia en el desarrollo de la segunda guerra mundial?

Parece como si el principal adversario de Böll fuera, en todo momento, el sueño: "Estoy agotadísimo y ya quiero acabar. Enviadme cuando podáis algo de pervitina y cigarrillos Hillhall o Kamil».
En otro momento escribe: «Los turnos son muy rigurosos y tenéis que entender que sólo pueda enviaros una carta cada dos o cuatro días. ¡Hoy os escribo principalmente para pediros pervitina!».
¿Fue el soldado raso Böll una excepción? ¿O también en las fuerzas armadas, al igual que en la sociedad civil, se abusó masivamente de la metanfetamina y cientos de miles, acaso millones, de soldados alemanes se hallaron bajo sus efectos durante las campañas de conquista?
¿Pudo esta sustancia adictiva, con su promesa de aporte energético,tener alguna influencia en el desarrollo de la segunda guerra mundial? Empieza un viaje por las profundidades de los archivos. […]

EL EJÉRCITO ALEMÁN DESCUBRE UNA DROGA ALEMANA

La carrera de la metanfetamina en la Wehrmacht está estrechamente vinculada a un comandante médico de aspecto austero, rostro delgado y ojos marrón oscuro de mirada, a juzgar por las pocas fotografías que de él se conservan, exageradamente penetrante. El catedrático doctor Otto F. Ranke tenía 38 años cuando fue nombrado director del Instituto de Fisiología General y de Defensa, un puesto clave, aunque nadie lo sospechara todavía.

En una época en (que) los soldados eran considerados “motores con alma”, la tarea de Ranke consistía en impedir el deterioro de la tropa, en evitar las bajas por incapacidad

[…] La fisiología de defensa, por el contrario, se ocupa del estrés específico de los soldados con el objetivo de optimizar el rendimiento de las tropas desde el punto de vista médico y evitar daños causados por situaciones de elevada exigencia o factores externos.

En una época en la que las fuerzas armadas empezaban a ser vistas como una organización moderna y los soldados eran considerados «motores con alma», la tarea de Ranke consistía en impedir el deterioro de la tropa, es decir, evitar las bajas por incapacidad. Su misión era lubricar los distintos engranajes para que la máquina funcionara a la perfección. Era una especie de entrenador personal para el Heer, el Ejército de Tierra alemán. Además, también inventaba artilugios. Con el paso de los años, Ranke desarrolló gadgets tan dispares como un visualizador para detectar el color verde artificial (el de los uniformes de camuflaje, por ejemplo, en el bosque), unas gafas de motorista para protegerse del polvo, un casco tropical antibalas y transpirable para el Afrikakorps o un micrófono espía direccional para mejorar la audición en tareas defensivas.

Otto Rank, titular del Departamento
Otto Rank, titular del Departamento de Fisiología de Defensa de la Academia de Medicina Militar

El Instituto de Fisiología de Defensa de Ranke era un departamento perteneciente a la Academia de Medicina Militar [MA], la cual ocupaba el inmenso edificio de estilo neobarroco federiciano de la Invalidenstrasse berlinesa que actualmente aloja las dependencias del Ministerio de Economía y Energía. En un relieve situado en el tejado de mansardas, encima de la puerta principal, figuraba en letras doradas ondulantes el lema scientiae humanitati patriae: "Por la Ciencia, la Humanidad y la Patria". Esta institución elitista, de marcado carácter prusiano y conocida por la abreviatura MA, de Militärärztliche Akademie, albergaba la biblioteca médico-científica más grande de Europa, poseía una extraordinaria colección de instrumental en un edificio científico de dos pisos equipado con la tecnología más moderna y disponía de varios auditorios, aulas y espacios públicos […].

En la enorme ala que delimitaba el patio interior por la parte trasera estaban los departamentos científicos: el Instituto de Farmacología y Toxicología de Defensa, el Laboratorio de Conservación Sérica, el Instituto de Investigación de Medicina Aeronáutica dirigido por el catedrático Hubertus Strughold (quien después de la guerra permitió, junto con Wernher von Braun, que Estados Unidos viajara al espacio) y el Instituto de Fisiología de Defensa de Otto Ranke, que en 1938 apenas contaba con un médico ayudante, tres practicantes y algunos mecanógrafos civiles. Pero, a pesar de ello, el ambicioso Ranke tenía previsto ampliar su departamento a buen paso, y para ello contaba con la ayuda de una pequeña molécula que él mismo puso al alcance de la Wehrmacht y que hizo una fulgurante carrera militar.

PAN INTEGRAL O COMIDA PARA EL CEREBRO

Un soldado que se duerme es un soldado inútil, incapaz de rendir y expuesto al peligro, porque el enemigo nunca duerme

Como más alto responsable de la Fisiología de Defensa del III Reich, Ranke tenía un enemigo principal que no eran ni los rusos en el este ni los franceses o británicos en el oeste. El adversario que Ranke tenía en el punto de mira era el cansancio, un contrincante amenazador y difícil de apresar que anulaba a los combatientes, los postraba y obligaba a descansar. Y un soldado que se duerme es un soldado inútil, incapaz de rendir y, sobre todo, expuesto al peligro, porque el enemigo nunca duerme. Cansado se apunta mal, se dispara al azar y se conduce peor una motocicleta, un camión o un tanque. En palabras de Ranke: "El relajamiento en un día de lucha puede decidir la batalla … Resistir el último cuarto de hora de combate puede ser determinante".

Las cartas de Heinrich Böll
Las cartas de Heinrich Böll a su familia desde el frente están llenas de referencias al uso de drogas para soportar el cansancio

Convencido de que la lucha contra el cansancio era prioritaria, Ranke quedó gratamente sorprendido cuando, en la primavera de 1938 —un año y medio antes de estallar la guerra—, leyó en el Klinische Wochenschrift el panegírico que Hauschild, el químico de los laboratorios Temmler e inventor de la pervitina, había escrito sobre su medicamento estimulante. Al enterarse de que la sustancia podía elevar el volumen respiratorio hasta un 20% y aumentar la admisión de oxígeno en el organismo (ambas magnitudes se utilizaban en la época para medir la mejora del rendimiento), el director de la Academia de Medicina Militar decidió profundizar en el asunto y organizó una serie de ensayos voluntarios a ciegas, primero con noventa oficiales sanitarios noveles y, después, con ciento cincuenta, a quienes administró pervitina (P), cafeína (C) o un placebo (S). Entonces, les hizo pasar una noche entera (en el segundo ensayo, de las ocho de la noche a las cuatro de la tarde del día siguiente) resolviendo ejercicios matemáticos  realizando otras pruebas. Los resultados parecían inequívocos: al alba, los «individuos S» amanecieron con la cabeza apoyada en el pupitre, mientras que los «pervitinados» seguían maniáticamente centrados en las tareas, «despabilados … física y mentalmente ágiles», tal como consta en el acta del experimento. Incluso después de más de diez horas de concentración permanente, los voluntarios todavía se sentían «como si quisieran salir a divertirse».

La pervitina combatía el cansancio, pero no hacía más listo. Ideal, pues, para los soldados…

Sin embargo, después de evaluar los ensayos,Ranke no solo constató aspectos positivos. Los consumidores de pervitina no habían realizado especialmente bien las tareas que requerían un mayor esfuerzo de abstracción por parte del cerebro. En cuanto al cálculo, era más rápido, pero también erróneo. Además, la capacidad de concentración y retención no había mejorado en las preguntas más complejas y solo lo había hecho levemente en las tareas más absurdas. La pervitina combatía el cansancio, sin duda, pero no hacía más listo. Ideal, pues, para los soldados, según se deduce de la nada cínica conclusión que se extrajo de los —probablemente— primeros experimentos sistemáticos con drogas de la historia militar: «Un medicamento excelente para animar de golpe a una tropa fatigada … Cabe suponer lo extraordinariamente importante que sería, desde el punto de vista militar, conseguir eliminar temporalmente el cansancio por vías médicas el día de la entrada en acción de una tropa … Una sustancia militarmente valiosa».

Mientras sus superiores seguían discurriendo sobre qué pan, si el integral o el blanco, era el mejor alimento para sus tropas, Ranke ya había llegado al brain food

[…] Mientras el ambicioso científico Ranke ya imaginaba al soldado del futuro con alcaloides sintéticos en su equipamiento para atacar directamente al cerebro de una forma hasta entonces desconocida, sus superiores, los burócratas militares de Inspección Sanitaria, todavía no habían llegado tan lejos. Mientras estos seguían discurriendo sobre qué pan, si el integral o el blanco, era el mejor alimento para sus tropas, Ranke ya había llegado al brain food. Se había adelantado a lo que el médico y escritor berlinés Gottfried Benn, formado en tiempos del káiser en la institución predecesora de la Academia de Medicina Militar, formularía pocos años después en unos teoremas programáticos que describen
al ser humano como moderno per se: «Pero los cerebros potentes no se fortalecen con leche, sino con alcaloides. Un órgano tan pequeño y de semejante fragilidad, capaz no solo de acometer pirámides y rayos gamma, leones e icebergs, sino también de crearlos y pensarlos, no se puede regar con agua subterránea como un nomeolvides. Ya hay suficiente agua estancada».Así lo describe Benn en el ensayo Provoziertes Leben («Vida provocada»), y las provocaciones a las que se refiere son los cambios en las corrientes neuronales, los nuevos pensamientos, las ideas frescas alentadas por una alimentación para el cerebro muy poco convencional. […]

La metanfetamina se propagó frenéticamente y en las siguientes semanas y meses no se detendría ante las puertas de ningún cuartel

Pero ni Ranke ni, con él, la Wehrmacht consiguieron ahuyentar los espíritus que el primero había invocado: la metanfetamina se propagó frenéticamente y en las siguientes semanas y meses no se detendría ante las puertas de ningún cuartel.

Los últimos días de paz transcurrían en el país. […] Un experimento incontrolado de dimensiones gigantescas estaba en ciernes: sin instrucciones sobre cómo había que dosificar el estimulante, pero provista masivamente de él, la Wehrmacht asaltó al desprevenido y no dopado vecino del este.


ROBOTS


Soy maquinista de un tren hospital del Ejército y estoy sometido a situaciones extenuantes, en las cuales sus pastillas han demostrado plenamente su eficacia, tanto para mí como para el personal. – Las dificultades parecen más fácilmente superables.– Ahora vuelvo a sentirme como nuevo. (Testimonio sobre el uso de la metanfetamina en el frente)

Los informes de los servicios sanitarios sobre el uso de metanfetamina durante el ataque a Polonia iniciado el 1 de septiembre de 1939 y que supuso el inicio de la segunda guerra mundial llenan un clasificador entero en el Archivo Militar de Friburgo. Se trata de descripciones de todo tipo, acumuladas sin orden ni concierto y sin pretensión alguna de integridad ni representatividad. Tampoco dispuso de mucha más información el funcionario responsable Ranke, el cual había sido nombrado fisiólogo consultor de Defensa del cuerpo de Inspección Sanitaria del Ejército de Tierra al comenzar la contienda.

No hubo ningún estudio sistemático porque tampoco se hizo un uso sistemático de la sustancia; al contrario, su consumo era arbitrario, al gusto de cada comandante, oficial sanitario o soldado.[…]

‘Remite la sensación de hambre. Especialmente favorable es también la aparición de un intenso impulso trabajador’

Considerando la guerra como una obligación que había que cumplir, la droga parecía que ayudaba a los tanquistas a no preocuparse demasiado sobre qué habían ido a hacer a aquel país extranjero y permitirles, simplemente, hacer su trabajo, aunque éste incluyera matar a seres humanos: «Todos frescos y despabilados, máxima disciplina. Leve euforia y gran dinamismo. Ánimos levantados, mucha excitación. Ningún accidente. Efectos prolongados. Visión doble y cromática tras la toma de la cuarta pastilla». Hasta leves alucinaciones, aparentemente placenteras, acompañaron a los hombres, ya ebrios de victoria, en un ataque contrario al derecho internacional que, como resultado, posibilitaría la comisión de los posteriores crímenes del nacionalsocialismo en Polonia. «Remite la sensación de hambre. Especialmente favorable es también la aparición de un intenso impulso trabajador. El efecto es tan inequívoco que no puede ser fruto de la imaginación.»

Un teniente coronel informó de su propia buena experiencia con la sustancia: «Ningún efecto secundario, ningún dolor de cabeza, mente totalmente despierta». Durante tres días y tres noches, el mismo militar mantuvo negociaciones de muy buen ánimo con los rusos
en Brest-Litovsk sobre el reparto del territorio conquistado. Cuando, en el camino de vuelta, se topó con un grupo de defensores polacos, la metanfetamina le permitió «estar enchufado».[…]

En todos los aspectos del ataque que costó la vida a 100.000 soldados polacos y 60.000 civiles al acabar el año, el estimulante ayudó a funcionar «sin síntomas de agotamiento hasta la conclusión de la misión». La sustancia aportaba el suplemento energético necesario para hacer que todo fluyera más fácilmente. Un oficial sanitario del 9.º Cuerpo de Ejército redactó exultante el siguiente comunicado: «Estoy convencido de que cuando hay que hacer grandes esfuerzos y es necesario tener a punto hasta el último miembro del equipo, una tropa provista de pervitina es superior a cualquier otra. Por ello, el médico de tropa abajo firmante ya ha solicitado la inclusión de reservas de pervitina en el TSA [botiquín de campaña]».

Otro informe dice lo siguiente: «(…) Una mención especial merece el excelente efecto sobre la capacidad de trabajo y el ánimo de los oficiales de división sometidos a estrés, quienes reconocieron sin excepciones el aumento, tanto objetivo y como subjetivo, del rendimiento que aporta la pervitina».

[…] Sin embargo, también había voces críticas. El médico militar del 6.º Ejército (el mismo que caería derrotado en Stalingrado) recopiló varios partes de sus oficiales sanitarios subalternos y escribió a Ranke: «Los informes contradictorios revelan sin lugar a dudas que la pervitina no es un medicamento totalmente neutro. No es en absoluto conveniente confiar a las tropas el uso discrecional de la pervitina». Por lo visto, nadie estaba todavía muy versado en el uso del estimulante, pero el interés por el mismo ya se había despertado en todas partes.

[Extractado de "High Hitler. Las drogas en el III Reich", de Norman Ohler. Ed. Crítica, 2016]

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