A 49 años de la muerte del "Che" Guevara, el revolucionario que también fue ideólogo económico

A casi medio siglo de su asesinato en Bolivia, el historiador Pacho O’Donnel analiza su pensamiento económico, uno de sus legados menos comentados

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El “Che” Guevara marcha junto
El “Che” Guevara marcha junto a Fidel Castro en La Habana (AP)

El 9 de octubre se cumplen 49 años de la muerte de nuestro Ernesto "Che" Guevara, a quien se lo recata como combatiente y no, injusta y sospechosamente, como teórico político y económico. Ello surge de estos apuntes de un diálogo con Orlando Borrego, estrecho colaborador del "Che" cuando fue ministro de Industrias y presidente del Banco Nacional como integrante del Gobierno de Fidel Castro.

El "Che" estaba muy preocupado por el tema de la burocratización. Era un fenómeno del que teníamos cierta información y presumíamos que podía ser un mal que afectara a la dirección y a la administración socialista. Así había sucedido en la Unión Soviética. El "Che" estuvo muy preocupado por eso, no porque entonces en Cuba hubiese un desmesurado desarrollo de la burocracia pero le preocupaba, por ejemplo, que el acomodamiento de funcionarios pudiese afectar la eficiencia de la revolución. Pero también advertía sobre lo que supuestamente era el antídoto de lo burocrático: un cierto criterio de cuestionamiento a la dirección por un mal entendido principio democrático de imposibles consensos e interminables asambleísmos que diluían las responsabilidades en la marcha de los centros de producción a favor de la prédica demagógica de cierta dirigencia sindical que lo enmascaraba como una mayor participación de los trabajadores en la toma de decisiones.

Esto se relaciona con la conciencia que él tenía de los sacrificios que la revolución iba a demandar a la clase obrera. El 12 de febrero de 1959, resaltaba por televisión el ejemplo de los obreros azucareros, a quienes se les pidió que postergaran un merecido aumento del 20% al 30% en sus salarios para no complicar las ya complicadas relaciones salariales heredadas de la tiranía. En ese mismo discurso, explicó que las medidas reformistas en una agricultura en la que dos mil dueños de finca poseían el 50% de la tierra, mientras que el otro 50% se lo repartían 150 mil pequeños propietarios no podía desligarse del indispensable desarrollo industrial. En cuanto a este, la prioridad era instalar fábricas que permitieran la sustitución de importaciones para ahorrar divisas, y mientras mejores fuesen las posibilidades de exportación, mayor sería el apoyo.

Ya en 1959, opinaba sobre el Fondo Monetario Internacional, criticaba a quienes ponían esperanzas en su apoyo crediticio: "El FMI cumple la función de asegurar el control de toda América Latina por parte de unos cuantos capitalistas que están instalados fuera de sus países. Los intereses del FMI son los grandes intereses internacionales que hoy parece que están asentados y tienen su base en Wall Street". ¡Eso lo escribía hace casi cincuenta años!

El "Che" teórico abordó algunas de las cuestiones que por entonces el economista norteamericano John Bellamy había desarrollado y elaboró lo que en Cuba se llamó oficialmente el sistema presupuestario de financiamiento. De la misma manera que el autor norteamericano hablaba del dinero algebraico, el "Che" sostenía como una premisa fundamental en su esquema teórico el uso del dinero como dinero aritmético y la no utilización del crédito bancario. Insistía, además, en que eran inconcebibles relaciones mercantiles dentro del sector estatal de una economía socialista como preconizaba Moscú y acataban las economías satélites. El "Che", en cambio, puso en práctica la centralización de la producción. Lo definía con pocas palabras, señalando que entre las empresas socialistas no puede haber tránsito de mercancías, porque no hay cambio de propiedad. Un tema complejo y polémico al cual el Che dedicó gran parte de su actividad teórica, en oposición a los criterios soviéticos que ponían en práctica lo opuesto.

Para él, el modelo de dirección a aplicar en Cuba estaba organizativamente cercano al utilizado en aquellos años por los monopolios capitalistas, más orientado a la centralización que a la descentralización propuesta por el sistema soviético que propugnaba la competitividad entre las empresas estatales. En esa dirección, en Cuba se centralizaron los fondos en efectivo de todas las empresas administradas por el Estado en el Fondo Central en el que todas las empresas depositaban sus ingresos y recibían de allí los recursos necesarios para su desenvolvimiento de acuerdo con las prioridades fijadas por la planificación. Esto resolvía el problema de la carencia de fondos de algunas empresas que, por su tamaño, su falta de organización o la inexperiencia de sus administradores, no podían depender de sus ingresos. La centralización sirvió también para que los administradores tuvieran mayor exigencia en responder por la utilización de los fondos recibidos.

El "Che" tuvo un alto vuelo teórico, tanto en aspectos doctrinarios como económicos. Esto es bueno resaltarlo, porque a veces ingenuamente y otras interesadamente algunos biógrafos no advierten que su creación conceptual no se queda atrás de sus virtudes de combatiente, y enaltecer únicamente sus acciones guerrilleras es retacear la riqueza de sus aportaciones en el campo intelectual.

El “Che” Guevara hablando ante
El “Che” Guevara hablando ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (Photo by Keystone/Getty Images)

Preocupados en el bloque comunista por la baja productividad de sus empresas, pusieron en práctica los estímulos materiales. Según el "Che", eso correspondía nítidamente a una concepción capitalista y su hibridización en el campo socialista sólo podía conducir al desastre, como efectivamente sucedería, no sólo por razones de la economía, sino también porque pervertía la esencia moral del ciudadano socialista sin la cual el sistema no podría sostenerse.

Un concepto para él importante y decisivo era la lucha por el desarrollo de la conciencia socialista y la incorporación masiva del trabajo voluntario como un factor fundamental para el desarrollo de una economía revolucionaria. Es esa la base del hombre nuevo, esencialmente diferente y mejor al hombre envilecido por el capitalismo y sólo motivado por el afán de lucro. Él nunca negó la necesidad de utilizar estímulos materiales; es más, otorgaba, dentro de sus atribuciones, premios materiales —televisores, artículos para el hogar, viajes a Europa— en mayor cantidad de lo que actualmente se está dando en Cuba. Luchaba por erradicar la concepción, infiltrada solapadamente en las teorizaciones soviéticas, que veía a la estimulación material como el único motor de motivación laboral y el deplorable ejemplo que la sociedad de consumo da hoy planetariamente no deja dudas de que fue un visionario.

El "Che" era muy consciente de que en determinados asuntos le hacía falta conocer más y entonces se dedicaba a investigarlo; de ahí que, estando al frente del Ministerio de Industrias, llegó a la conclusión de que no tenía suficiente competencia en contabilidad. Buscó un profesor y estudió hasta convertirse en un especialista en la materia. En otro momento, percibió que los métodos económicos matemáticos podrían ser importantes para su función en la dirección económica de Cuba y se dedicó a estudiar matemáticas superiores intensivamente, hasta que un día su profesor le dijo: "Bueno, hasta aquí llegamos, porque todo lo que tenía que enseñarte ya te lo enseñé". Entonces, el Che le respondió: "Entonces sigamos estudiando juntos".

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Ya en 1961, el "Che" insistía en que había que penetrar rápidamente en el dominio de ramas industriales que tendían a crecer aceleradamente y que, en definitiva, darían la impronta del próximo siglo. El acento lo ponía en la química, la electrónica, la mecánica fina y de precisión, la técnica de la elaboración de nuevos metales; tenía muy incorporada la convicción de que la electrónica era la ciencia del futuro y que constituiría una medida de desarrollo.

Entre los errores del comunismo soviético, según él, estaba el haber considerado a la cibernética como una pseudociencia reaccionaria por haberse originado en los Estados Unidos, lo que la impregnaba de implicancias filosóficas. Pero, para el "Che", el problema no estaba en la tecnología que el capitalismo había desarrollado sino en sus mecanismos de explotación del trabajo humano. Era claro que era una persona sensibilizada por esto, porque su concepto de la megaplanificación y la megacentralización estatal requerían, para su eficiencia, de estos avances cibernéticos que comenzaban a utilizarse en las grandes empresas capitalistas. El país que dominara la electrónica, insistía, sería un país de vanguardia, por eso llegó a considerar que ese debía ser un problema político fundamental en Cuba. Estos conceptos el "Che" los desarrollaba hace más de cuarenta años.

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