Dolores Redondo: “La codicia es más poderosa que cualquier etiqueta que nos coloque la sociedad”

La escritora española que habla de “Todo esto te daré”, novela con la que obtuvo el premio Planeta.

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La española Dolores Redondo ganó el premio Planeta 2016 (dotado en 601.000 euros) con Todo esto te daré. La novela tiene una trama policial que se anuda en torno a un asesinato en el seno de un matrimonio gay y los secretos que se ocultan en una familia aristocrática. Una novela negra —aunque la autora prefiera decir "mestiza"— sobre la ambición: "Todo esto te daré si arrodillándote me adoras" es lo que el diablo le dice a Jesús cuando le ofrece las riquezas del mundo en el desierto.

De visita por Buenos Aires como parte de la gira promocional, Dolores Redondo habló con Infobae.

Uno de los temas que se desprende de la novela es qué poco conocemos a nuestras parejas.

—Es una de las preguntas. No sólo de nuestras parejas, sino de todas las personas que viven a nuestro alrededor. En esta novela, la investigación es civil: el único policía está jubilado y acomete una investigación civil en torno a una familia, casi desde dentro del corazón de la familia. Pero en mis anteriores novelas, que si son policiacas al más puro estilo, que se desarrollan dentro de comisarías, dentro del panorama judicial forense, tuve bastante relación con policías de homicidios y ellos me decían que uno de los momentos más críticos cuando investigan una muerte es revelarle a la familia aspectos que desconocían del que ha muerto.

Otra cuestión es el matrimonio de Manuel y Alvaro. En los personajes de la novela hay un abanico de posibilidades: desde quien lo vive con normalidad hasta el que tiene un prejuicio homofóbico. ¿Cómo es la realidad en España?

—En España el matrimonio homosexual está permitido desde hace años y hay muchas parejas con la realidad que yo cuento. Pero la homosexualidad no es el tema de la novela; es más, la homosexualidad es casi una trampa para el lector. Todo esto te daré es una novela sobre la codicia, y la codicia es más poderosa que cualquier etiqueta que nos coloque la sociedad. La mayoría de las novelas abordan la homosexualidad en dos momentos concretos: el descubrimiento de la propia identidad y la guerra interna que eso pueda suponer; y el de hacerlo público. Pero, como digo, en mi país hay jueces casados, presentadores de televisión casados, ministros casados. La sensación que produce es de absoluta normalidad.

Manuel es escritor y su figura, de alguna manera, pasa de la ingenuidad a cierta madurez. Como si el escritor, ese intelectual al que leemos para conocernos mejor, tampoco fuera demasiado consciente de su propia inteligencia, su intelectualidad, la realidad.

—Sobre su inteligencia y su realidad sí; sobre la realidad no. Recuerdo a Vargas Llosa recogiendo el Premio Nobel y agradeciendo a Patricia por haberse ocupado durante toda su vida de las mínimas cosas para que él viviese en un mundo casi fantástico. Esta es una realidad de dependencia que se da en todos los autores, porque lo cierto es que nos pasamos la vida imaginando mundos que no existen, conversaciones de personas que no son reales y situaciones que no se han dado. Es una especie de privilegio que nos dan los demás para que todas las cosas cotidianas pasen a un segundo plano.

¿Es así tu vida?

—En algunos momentos sí. Alguien sacó los billetes para que estuviese aquí, alguien hizo toda la agenda de viaje, alguien me la dio impresa.

Hay un libro de Andrés Neuman que se llama Cómo viajar sin ver, que es el diario de la gira por América latina cuando ganó el premio Alfaguara y está dos o tres días en cada ciudad. Lo que muestra es la incapacidad de sostener la realidad de cada país.

—Es una sensación de precipitación constante. Viajas de un lugar a otro y realmente no lo conoces. Es la segunda vez que estoy en esta maravillosa ciudad, vine hace unos años a presentar otra novela, y la conozco por lo que veo desde los taxis. Hoy mismo hablaba con la persona que me acompaña que espero poder tomarme dos días en mi próxima visita para vagabundear, a estar en la calle y tener tiempo de conocerla. Sin embargo, que nadie se deje llevar a un error: me siento agradecida por cada cosa que ocurre, pero también lamento no tener un poquito más de tiempo para conocer la ciudad.

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