La biografía como mezcla entre la tradición anecdótica y la ética se remonta a finales del siglo XVIII con otra mezcla aún más explosiva: la del encuentro entre el escritor de biografías e intelectual inglés Samuel Johnson y el abogado escocés James Boswell. A partir de ahí la biografía ya no fue la misma: ni la cosa anecdótica ligada a Diógenes Laercio o John Aubrey (precursor de las vidas imaginarias al estilo de Marcel Schwob) ni la cosa ética ligada a vida de personajes históricos, al estilo de Plutarco o Suetonio. Es a partir del siglo XIX donde se escribieron muchas biografías, muchas de ellas de escritores que engrosaban las famosas enciclopedias que circulaban en esa época, entre ellas la Cabinet Cuclopedia, para la que la escritora Mary Shelley escribió más de mil quinientas páginas.
>> Leer más: J.M. Coetzee presenta la obra de Antonio Di Benedetto
Muchas de las biografías de escritores que circulan en la actualidad tienen mucha investigación, pero poca escritura, lo que hasta el siglo XIX fue una característica de este género. No se trataba de documentar, como señaló Boswell en el prólogo de Vida de Samuel Johnson, sino de construir un objeto que fuera artístico. Schwob en el prólogo de Vidas imaginarias, sin embargo, señala que "la obra de Boswell sería perfecta si no hubiese creído necesario citar la correspondencia de Johnson y hacer digresiones sobre sus libros", en este sentido le parecen más artísticas las innumerables biografías breves escritas por John Aubrey a finales del siglo XVII. Schwob inaugura otra tradición de la biografía, una tradición que incorporó la ficción y que, entre otros autores argentinos, siguieron Borges, Wilcock, Denevi, Chitarroni. El presente listado, no obstante, responde a la línea más apegada a la tradición inaugurada por Boswell.
Vladimir Nabokov: los años americanos, de Brian Boyd (Anagrama). Este es el segundo tomo que el académico norirlandés residente en Nueva Zelanda y tal vez el más interesante, porque cuenta la llegada de Nabokov a Estados Unidos y su integración al mundo académico y literario, cosa que no le fue nada de fácil. Por años Nabokov enseña su idioma a señoritas, pero con el inicio de la Guerra Fría su docencia se vuelve difícil, y tiene que recurrir a cosas que no dominaba mucho, como aquel curso de literatura europea; lo suyo era la literatura rusa, pero salvó el obstáculo y en poco tiempo se pone al día y ese curso hoy se conoce como libro. En estos años Nabokov vive una paradoja: primero no extraña a sus compatriotas, de hecho recomienda a sus amigos que aún no emigran a Estados Unidos no reunirse con ellos, pero por otro lado extraña y mucho su idioma natal. La gracia de esta biografía es que son los años en que Nabokov se convierte en el Nabokov que conocemos. Hay además un material gráfico que le podrá ser útil a quien se interese por el autor ruso y por el género biográfico.
>> Leer más: John Irving: "Cuanto más tiempo vives, más pequeño es tu ego"
Vida de Samuel Johnson, de James Boswell (Acantilado). Como todo comienzo, como toda inauguración, hay elementos que sorprenden en esta biografía: narrada como si fuera un diario, con entradas precisas de días y de años, a lo largo del extenso conocimiento que tuvo del autor que admiraba, no sólo es una biografía exhaustiva en cuanto a investigación y documentación, sino que hay un trabajo de escritura y de montaje casi insuperables. Para Borges, que era un amante del género, no sólo era la mejor biografía sino que además un modelo a seguir, modelo que intentó seguir Bioy Casares para su Borges, sin mucho éxito. Sus casi dos mil páginas y su elevado costo, la hacen inalcanzable, pero para quienes se quieran animar, vale la pena, porque además hay un abordaje de la obra de Johnson, considerado por algunos como el autor inglés más importante después de Shakespeare.
Osvaldo Lamborghini, una biografía, de Ricardo Strafacce (Mansalva). Más que una exhaustiva biografía de Osvaldo Lamborghini, cosa que es, y más que una interpretación de su obra, cosa que también es, este libro de ochocientas páginas puede leerse como una historia de una parte de la literatura argentina que gira en torno al menor de los Lamborghini. Con los años se ha convertido en el ejemplo más contemporáneo de cómo abordar una biografía de un escritor contemporáneo, y Strafacce supo salir con éxito del desafío, tanto así que por esta obra fue galardonado con el Premio Municipal de Literatura y reconocido por sus pares. El material gráfico que se encuentra en el volumen es de muchísima utilidad porque complementa lo que no se puede imaginar.
>> Leer más: Murió Ricardo Piglia, el "creador" de la literatura argentina moderna
Conversaciones con Goethe, de Johann Peter Eckermann (Acantilado). Nietzsche dijo que era "el mejor libro alemán que existe" y si bien pudo haber exagerado, lo cierto es que una muy buena biografía. Aquí Eckermann, una suerte de secretario que encuentra que su jefe hace todo bien, también estructura su relato en una suerte de diario, con entradas, y al igual que la de Johnson, se trata de una biografía extensa, de casi mil páginas, aunque con menos investigación y documentación y también menos escritura, montaje y, quizá lo principal en este caso, gracia. De hecho fue intervenida por el propio Goethe, cosa que queda registrada en el volumen, al detener su publicación y proponerle a Eckermann poner mayor énfasis en el aspecto de científico de su genio. Borges dijo sobre este libro que "Goethe y Eckermann son dos señores cultos, a los que no se le ocurre nada", pese a ello es un libro que retrata muy bien la construcción que hizo de sí mismo como genio.
Borges, de Adolfo Bioy Casares (Destino). Muchos no supieron definir este libro cuando apareció en 2006, lo cierto es que tiene un modelo muy claro: el de las biografías de Boswell y Eckermann, aunque tiene más el espíritu de este último, sobre todo porque no está el espíritu aventurero y chispeante de Johnson y Boswell, que emprendieron una excursión a las islas occidentales de Escocia. Aquí tanto Borges como Bioy están sentados alrededor de una mesa y charlan principalmente de la literatura de todos los países, aunque obviamente hay mucho de Argentina y de su historia. Resulta sorprendente cómo en estos diálogos el humor de Borges fue capturado por Bioy y cómo a través de sus páginas se va mostrando al autor y a la persona. La escena final, que es cuando Bioy se entera de la muerte de Borges en un kiosco de libros y revistas, excede el formato biográfico y hace pensar que hubo algo de ficción, que sin embargo no se nota, porque Bioy es un gran escritor.
>> Leer más: La importancia de Borges como lector en palabras de Carlos Gamerro
Jane Bowles, de Millicent Dillon (Circe). Jane Bowles es una autora estadounidense muy poco conocida a nivel masivo; lo es algo más su esposo, Paul Bowles. Sin embargo, en algunos circuitos la vida y la obra de Jane Bowles llama mucho más la atención: en Argentina parte de su obra fue traducida por Gabriela Bejerman y publicada por Eterna Cadencia. Jane fue amiga de Truman Capote, Tennessee Williams y Luchino Visconti, del grupo conocido como la Gay Society, que era el grupo marginal que se oponía y complementaba a los beats. Esta biografía, escrita por la misma autora que escribió la de Paul Bowles, es el lado B de la literatura estadounidense de una época; sobre todo es el lado B de una escritora, de lo invisible que podía ser, pero también de sus vicios y de su sexualidad.
El traductor del Ulises, de Lucas Petersen (Sudamericana). La biografía de José Salas Subirat, el primer traductor del Ulises, de James Joyce, al castellano, es una rareza y ahí radica su valor. Alejado del mundillo literario –habiendo dedicado una vida como agente de seguros, escribiendo libros sobre el tema–, Salas Subirat es el ejemplo más extremo de cómo alguien traza su destino desde la nada. El libro arranca de una rigurosa investigación del Grupo Boedo, al que Salas Subirat perteneció marginalmente, un grupo que, como se sabe, estaba contra las vanguardias, y sin embargo uno de ellos terminó traduciendo una obra tan vanguardista como el Ulises. En la vida de Salas no hay glamour, no hay tapas de suplementos, pero sobra riesgo, amor por la literatura, trabajo. Y Lucas Petersen supo plasmar todo eso en esta biografía.
>> Leer más: La trágica historia de Barón Biza, el dandy maldito de las letras argentinas
La amargura metódica, de Christian Ferrer (Sudamericana). La biografía de Ezequiel Martínez Estrada es un texto ineludible, entre otras cosas, porque, como plantea Beatriz Sarlo en Plan de operaciones, hubiera sido "el gran ensayista del siglo" de no haber existido Borges. Como en las buenas biografías, como en el Lamborghini, de Strafacce, no es necesario haber leído la obra de Martínez Estrada para adentrarse en una obra signada, como plantea Ferrer, por cierto amargor, que se traduce en una "incurable angustia personal por la fallida constitución de la Argentina". Carente de un sistema teórico general, pensó a partir de sus obsesiones, es decir de su subjetividad. De más está decir que otro valor es que un ensayista como Ferrer haya escrito esta biografía.
Vidas de vidas, de Cristián Crusat (Páginas de Espuma). Si bien no es una biografía, sí es un estudio sobre las tradiciones biográficas, centradas más en las vidas imaginarias que en las biografías de escritores. Crusat, escritor español, hace un detallado recorrido desde la Antigüedad hasta la actualidad, desde Diógenes Larrcio a Roberto Bolaño, pasando por Francois Villon, Boswell, Marcel Schwob, Borges, Alfonso Reyes, Juan Rodolfo Wilcock, Daniel Guebel. En este estudio, que tiene todo el formato de tesis de doctorado (sin las innumerables notas pudo haber sido un mejor libro o más accesible), se destaca una fuerte presencia en Argentina de la tradición de las vidas imaginarias, lo que se confirma con la publicación de libros muy actuales que no alcanzaron a ser consignados por Crusat, como Las redes invisibles, de Sebastián Robles, y Elogio de la pérdida y otras presentaciones, de Ariel Idez.
>> Leer más: La novela de Bolaño antes de ser Bolaño
Vida de Rousseau, de Mary Shelley (UDP). La autora de Frankestein fue una de las más prolíficas escritoras de biografías. En este breve texto, de menos de cien páginas, retrata al célebre Rousseau como un intelectual más bien tardío, lleno de contradicciones entre lo que postulaba y lo que practicaba: por ejemplo, era contrario a que el Estado se entrometiera en la educación de los niños pero a sus cinco hijos los entregó a su cuidado al nacer. Shelley, con una mirada aguda, va contando la vida de este intelectual que siempre fue un paria y un paranoico que imaginaba complots en su contra y que hasta el final de sus días vivió como copista de partituras de música.
>> Ingresá en Grandes Libros y opiná sobre tus autores favoritos.