El año pasado, el aniversario por los 30 años del fallecimiento de Jorge Luis Borges eclipsó el recuerdo de otro escritor extraordinario que murió también en 1986. Antonio Di Benedetto fue un autor en los márgenes; quizá porque vivía en Mendoza y no en Buenos Aires —condición compartida con Juan Filloy (Córdoba), Héctor Tizón (Jujuy), tantos otros—, su fama nunca llegó al nivel que su prestigio merecía. Di Benedetto es el autor de libros importantísimos como Zama (1956), El silenciero (1964), Los suicidas (1969). "La prosa narrativa de Antonio Di Benedetto es sin duda la más original del siglo", dijo alguna vez Juan José Saer.
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Tenía 33 años cuando escribió Zama. Lo hizo en menos de un mes, durante una licencia en el trabajo. El protagonista de la novela es Diego de Zama, que lleva 14 meses sirviendo a la administración colonial —estamos en el siglo XVIII— cerca de Asunción del Paraguay, alejado de su mujer y sus hijos. Zama es una novela de la espera: Diego de Zama espera el arribo de un barco con noticias de su familia, espera el traslado a una sede más presitigiosa, espera cobrar el sueldo que le adeudan. Con Zama, Antonio Di Benedetto articula territorios narrativos aparentemente distantes como los de Juan Rulfo (El llano en llamas se publica tres años antes) y Samuel Beckett (Esperando a Godot es de 1952).
Di Benedetto era director del diario Los Andes cuando se produjo el golpe militar de 1976. El mismo 24 de marzo en que Jorge Rafael Videla se hacía con el poder, Di Benedetto era secuestrado por un grupo de tareas que lo mantuvo cautivo hasta septiembre de 1977. Fue sometido a torturas, sufrió simulacros de fusilamiento y numerosas golpizas. Liberado por la presión internacional y los reclamos que presentaron, entre otros, Heinrich Böll, Ernesto Sabato y Jorge Luis Borges, debió exiliarse en España.
¿Por qué Di Benedetto fue víctima del terrorismo de Estado? Liliana Reales señala en el prólogo del volumen Escritos periodísticos que "no se ha encontrado ningún documento o testimonio que pruebe que Di Benedetto tuvo alguna militancia política o se hallara cerca de alguna de las organizaciones armadas en la época en que fue encarcelado".
Escritor insaciable, durante el tiempo que estuvo en cautiverio se las ingenió para seguir creando historias. Cuando le permitieron enviar cartas, le escribía a una amiga diciéndole: "Anoche tuve un sueño muy lindo, voy a contártelo", y a continuación copiaba un cuento con una letra minúscula que había que leer con lupa. Más tarde, esos relatos fueron reunidos en el volumen Absurdos. Allí aparece "Aballay", que hace unos años fue llevada al cine por Fernando Spiner.
Un gran escritor que deberíamos conocer
El sudafricano John M. Coetzee, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2003, ha desarrollado una relación cada vez más profunda con las letras argentinas. Admirador de Borges —un pasaje de Diario de un mal año está dedicado a "Funes el memorioso"—, dirige la cátedra "Literaturas del Sur" en la Universidad de San Martín. En mayo de este año coordinará, también en la UNSAM, un encuentro dedicado al cruce entre cine y literatura.
Tal vez haya sido gracias a la preparación de ese encuentro que Coetzee publicó esta semana un extensísimo ensayo sobre Antonio Di Benedetto. Recordemos que en junio está previsto el estreno de la adaptación de Zama dirigida por Lucrecia Martel. El texto de Coetzee salió en la distinguida revista "The New York Reviews of Books" y lleva por título "Un gran escritor que deberíamos conocer".
Coetzee hace foco en Zama. Señala que la novela aborda directamente la cuestión de la tradición y el carácter argentino, y afirma que Di Benedetto, influenciado por Kafka —a través de sus propias lecturas y de las lecturas que Borges hace de Kafka—, se corre del género realista, "suelta las riendas de la lógica narrativa y permite que el espíritu lleve a su héroe hacia donde quiera".
Zama, sigue Coetzee, representa la inexistencia del Paraíso que las diferentes corrientes inmigratorias creían encontrar en el país. "No es sorprendente que la esperanza frustrada sea uno de los grandes temas subterráneos de la literatura argentina", escribe. "Al igual que Zama en su puerto fluvial, el inmigrante se encuentra abandonado en un sitio nada edénico del que no hay escapatoria".
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Coetzee también destaca El silenciero, una "novela de ideas" que cuenta la historia de un hombre que no puede escribir un libro porque el ruido de la ciudad no le deja oír sus pensamientos. "Publicada por primera vez en 1964, la novela fue revisada sustancialmente en 1975 para dar a sus reflexiones sobre el ruido una mayor profundidad filosófica (Schopenhauer viene a ocupar un lugar prominente) y prevenir cualquier lectura simple y sociológica. El ruido adquiere una dimensión metafísica: el protagonista está atrapado en una búsqueda desesperada del silencio primordial que precede al logos divino que dio origen al mundo." Para Coetzee, El silenciero marca la dirección que Di Benedetto habría seguido como un escritor de no haber sido secuestrado por los militares. Los libros posteriores muestran cómo la tortura y el exilio representaron la "expulsión del mundo real en una sombría vida futura".
Con una suerte de visión profética, Zama está dedicada "A las víctimas de la espera". Fue necesario que pasaran sesenta años desde su publicación para que su autor comenzara a recibir el reconocimiento internacional que merece.
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