"Soy un superviviente del Boom". Una semana atrás, Mario Vargas Llosa inauguraba la 30° Feria Internacional del Libro de Guadalajara con un discurso en el que hacía una retrospectiva de su obra. El ganador del Premio Nobel de Literatura 2010 habló entonces de aquel mítico movimiento literario de los 60 que compartió con Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez, entre otros, y que le dio una nueva entidad a la literatura latinoamericana. "Cuando descubres el Boom", dijo, "descubres que todo es posible". Y continuó: "Y si ha sido así en el pasado, ¿por qué no podría serlo también el día de mañana?"
Tal vez la respuesta la haya dado la misma programación de la FIL, ya que unos días después de la conferencia del último de los "Peces del Infierno", se presentó una sección especial de charlas y paneles con escritores nacidos en la década del ochenta. "No les pondremos etiquetas", decía Laura Niembro, directora de contenidos de la feria, "ni nietos del 'boom', ni del 'post boom', ni discípulos del 'crack'."
El ataque ochentoso
En un repaso por las marcas de la historia contemporánea de la literatura, cada generación cumplir con ciertos puntos: una misma zona de interés y un límite de edad, que ronda los 35 años. Vargas Llosa tenía 33 años cuando publicó Conversaciones en la catedral en pleno Boom; Fuguet tenía 32 y Sergio Gómez 34 cuando pensaron la antología McOndo: incluso los autores que Maximiliano Tomas reunió en la antología argentina La joven guardia tenían el criterio de 35 años como límite.
Los "ochenteros", tal como se los mencionaba en la FIL, aún no llegan a esa edad —a excepción del uruguayo González Bertolino que acaba de cumplir 36— y forman un conjunto polimórfico que, sin embargo, narra temáticas comunes: los efectos del neoliberalismo, la violencia, una sensación de proximidad del fin del mundo.
Estos fueron los 20 invitados a la FIL:
Pedro J. Acuña (México): "Sólo escribo cuando tengo algo que decir. No me molestaría si no vuelvo a escribir, pero me gusta y quisiera hacerlo toda la vida". Es autor de Metástasis McFly y La compañía de las liendres.
Carlos Manuel Alvarez (Cuba): "En diciembre de 1989, mientras todo el mundo celebraba la caída del Muro, yo nací en una isla comunista". Es autor de La tarde de los sucesos definitivos.
Ave Barrera (México): "Escritora y traficante de mezcal. Amo la naturaleza, las palabras y las historias". Es autora de libros infantiles: Una noche en el laberinto, Nezahualcóyotl, coyote hambriento, Tláloc, Piedra de agua, etc.
Carol Bensimon (Brasil): "Personas inadecuadas, desplazamientos, música, impulso de vida, pensar demasiado, lugares extraños. Siempre [escribo] acerca de todo eso". Sus libros han sido traducidos al español: Polvo de pared, Un billar bajo el agua y Todos adorábamos a los cowboys.
Liliana Colanzi (Bolivia): "Nunca he tenido contacto con platos voladores, pero concibo la escritura como un portal hacia lo desconocido". Es autora de Vacaciones permanentes, La ola y Nuestro mundo muerto.
Camila Fabbri (Argentina): "Desde mi insomnio agudo en la infancia hasta la primera vez que escapé de un incendio. Sobre eso escribo". Es autora del volumen de relatos Los accidentes y como dramaturga ha escrito y dirigido "Brick", "Mi primer Hiroshima" y "Condición de buenos nadadores".
Joel Flores (México): "El escritor es un testigo. Escribe para dejar vestigio de su existencia y para honrar a cada uno de sus muertos y desaparecidos". Publicó los libros de cuentos El amor nos dio cocodrilos y Rojo semidesierto, y la novela Nunca más su nombre.
Paulina Flores (Chile): "Tras licenciarme vi series como The wire y Mad men. Por sobre todo me dediqué a —como dice Don Draper— 'golpear mi cabeza contra el muro', esto es, puse todo mi empeño en escribir relatos". Es autora del libro de relatos Qué vergüenza.
Carlos Fonseca (Costa Rica/Puerto Rico): "Narrador obsesionado con los protagonistas obsesivos. Fanático del absurdo, de las ideas fijas y de los conceptos llevados al límite". Autor de la novela Coronel lágrimas.
Arnoldo Gálvez (Guatemala): "Escribo para vivir vidas posibles y diálogos con vivos y muertos. Escribo sobre barquitos de papel en la cresta de un tsunami". Publicó el libro de cuentos La palabra cementerio y la novela Los jueces y Puente adentro.
Enza García Arreaza (Venezuela): "Con la llegada de mi tercera década he dejado de esperar que la gente me quiera porque escribo, lo cual, sin duda, ha sido liberador". Es autora de tres libros de cuentos: Cállate poco a poco, El bosque de los abedules y Plegarias para un zorro; más un libro de poesía: El animal intacto.
Damián González Bertolino (Uruguay): "Mis fracasos goleadores hacen que cada sábado a la noche, con la autoestima en ruinas, me hunda en la literatura como si se tratara de un sueño". Publicó los libros El increíble Springer (relatos) y las novelas El fondo y Los trabajos del amor.
Camila Gutiérrez (Chile): "Empezar a escribir se volvió en una forma de separarme de la obligación, de poder nombrar por primera vez el mundo a mi manera, de vengarme un poco". Publicó las autobiografías Joven y alocada y No te ama.
Mauro Libertella (Argentina): "A sus treinta y tres años, ya escribió dos autobiografías y va por la tercera. Su vida y sus libros ya son una sola cosa". Es autor de Mi libro enterrado y El invierno con mi generación.
José Adiak Montoya (Nicaragua): "Mi literatura está hecha de emociones humanas, es lo que siempre nos va a competer como especie". Publicó las novelas El sótano del ángel y Un rojo aullido en el bosque.
Francisco Ovando (Chile): "Le gusta imaginar el apocalipsis y lo que sucede después. Su final imaginario favorito es el de su propio país". Autor de Casa volada y Acerca de Suárez.
Marcela Ribadeneira (Ecuador): "Escribir le estresa, pero es lo único que hace decentemente". Autora de Matrioskas y Borrador final; además sus trabajos están incluidos en varias antologías, como Ecuador cuenta, La invención de la realidad y Ciudades visibles.
Carol Rodrigues (Brasil): "Obcecada por historias raras guiadas por el sonido y por la visibilidad de las palabras". Ha escrito los libros Sem vista para o mar y Os maus modos; está escribiendo su primera novela.
Óscar Guillermo Solano (México): "Pretendo historias que resistan a ser leídas más de una vez, que vayan más allá de la anécdota o la sorpresa. Relatos polivalentes, con algún hueco que pueda llenar el lector". Es autor del volumen de relatos Los echamos de menos.
Jennifer Thorndike (Perú): "Quiero que mi literatura sea intensa y muestre lo que nos cuesta aceptar". Publicó Cromosoma Z, su primer libro a los 23 años. Le siguieron (ella), Esa muerte existe y Antifaces.
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