No se conocían pero se entendieron desde el vamos; se los veía hablar como si hubieran compartido horas y horas de charlas sobre libros antes de lo que formalmente fue su primer encuentro. Así de potente se sintió la energía que transmitieron Gonzalo Heredia y Luis Novaresio el miércoles por la tarde, ante doscientas personas que escucharon atentamente sus experiencias como lectores en el marco del mes lanzamiento de Grandes Libros. Con tono pausado y una batería de preguntas muchas veces ligadas al registro más íntimo de la lectura, Patricio Zunini supo dar pie a la emoción y al humor de los protagonistas. Un lector de siempre (Novaresio) y un hombre que descubrió de grande que la literatura podía cambiar un destino (Heredia) se cruzaron durante una hora y media para intercambiar ideas, títulos, autores clave y bromas sobre bibliotecas y rituales. "Tomar un libro y abrirlo es un acto valiente", dijo el actor y en esa frase consiguió resumir una filosofía de vida.
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"Todos mis libros están marcados", contó Novaresio, mientras mostraba al público un viejo ejemplar de Alexis o el tratado del inútil combate, de Marguerite Yourcenar, una de sus autoras favoritas, comprado en una librería de viejo. Novaresio dijo que a partir de los subrayados de otro, él podía, incluso, imaginar una historia de vida. "Para mí que la dueña original era una mujer. Es más, estoy seguro de que debía ser la esposa de un médico", ironizó y así encendió las risas del público.
"Los subrayados son las huellas que uno deja en los libros", reflexionó Gonzalo Heredia, quien confesó una fantasía, la de que su hijo de cinco alguna vez recorra los libros de su biblioteca y se pregunté por las marcas de su padre en esos. "Estoy orgulloso de la biblioteca de mi casa, la armé solo. Como dice Abelardo Castillo, la familia literaria se la arma uno, nadie me dijo qué tenía que leer. Empecé leyendo libros de autoayuda, hoy leo a Nietzsche. El primer libro por el que sentí adicción fue El túnel, de Sábato. Cuando cerraba el libro, sentía las voces de los protagonistas en mi cabeza", dijo.
Qué placer la charla abierta de ayer entre @gonzaloherediao y @luisnovaresio en #GrandesLibros https://t.co/iQoMlw53Op
— Grandes Libros (@GrandesLibrosOK) September 8, 2016
Algo intimidado y pudoroso por tener que hablar de él ("los periodistas estamos acostumbrados a contar a los otros, no a nosotros mismos") Novaresio —quien además es abogado— recordó su infancia como hijo de una familia de origen italiano. Dijo que Corazón, de Edmundo D'Amicis, fue el libro que le hizo descubrir que era bueno contar historias y que fue Agatha Christie, "la reina del policial", quien logró sacarlo del mundo único de la historieta para pasar a otros géneros. Siendo muy joven, un amigo que vivía en Buenos Aires lo conminó a leer a Sartre. Es más, lo echó de su casa porque aún no lo había leído. Al día siguiente, ligeramente humillado, compró el clásico ejemplar de La Náusea de Losada que aún conserva. Al ir a buscarlo a su biblioteca, halló entre sus páginas un tesoro, a la manera de amoroso señalador: un pasaje del micro Chevallier que en aquel tiempo de lectura joven lo traía con regularidad a Buenos Aires desde Rosario, su ciudad.
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Heredia no presta libros, los regala. "Un amigo mío tiene una 'teoría circulatoria de los libros'. El problema con esa teoría es que siempre circulan los mismos: los míos", ríe Novaresio, quien obsesivamente hace años anota en un cuaderno los libros que presta, para tener un registro de esas criaturas de papel. Para Heredia, cada libro tiene su relación singular con cada lector. "No sé si está bien que lo diga, pero no siempre termino los libros. Nos enamoramos, yo doy, él me da, hay un momento en que sentís que te dio todo lo que tenía para darte y ya está", explicó. Para Novaresio ahí hay otro problema. "Soy un obsesivo no medicado", volvió a generar risas, "por eso siempre me parece que algunos autores se podrían enojar si los abandono…". Después de escucharlo, Heredia no pudo evitar la pregunta: "¿Hiciste stand up alguna vez?"
Como buen obsesivo, a Novaresio le gusta volver a aquellas páginas que lo hicieron lector, aunque siente que releer le hace perder el tiempo para leer lo nuevo. Los libros de periodismo directamente no le interesan ("los periodistas a veces nos convencemos de que somos importantes y eso es una idiotez") salvo cuando debe leerlos como materia de trabajo y en el caso de Heredia, aunque tiene que ver con su oficio lee teatro, pero no es lo más sustantivo en sus elecciones, mucho más inclinadas hacia la narrativa y la filosofía: "me hace ser mejor ser humano", confesó. Ninguno de los dos lee poesía ("Mirá que no garpa que un galán no lea poesía", chicaneó Novaresio). Ya cerca del final y ante una pregunta del público confesaron que además de leer, escriben, aunque el periodista dijo que lo hace "horriblemente mal". Heredia matizó ese comentario: "Si escribís todos los días, escribís. No importa cómo lo hagas". Al finalizar la charla hubo tiempo para fotos: los lectores pudieron llevarse felices las selfies a casa.
En el estribo de la despedida, contentos por el buen momento que habían pasado, hablaron sobre el humor que sobrevoló la charla. Alguien arriesgó que ya podían pensar en salir juntos a hacer presentaciones por los barrios. "Arranquemos por Rosario", invitó Heredia, y esta vez no pareció una broma.
Será cuestión de pensarlo, nomás.
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Los libros y autores que mencionaron:
Corazón, de Edmondo D'Amicis
Alexis, de Marguerite Yourcenar
La náusea, de Jean Paul Sartre
Escritores: Paulo Coelho, Juan José Saer, Héctor Tizón, David Foster Wallace, Fogwill, Alberto Fuguet, Luigi Pirandello