"Vengo a verla desde Escobar", dijo Patricia, la primera persona que llegó con más de una hora de antelación al encuentro. Fue quien inauguró un auditorio que, al poco tiempo, desbordó con un público que contradijo el prejuicio de que la literatura genera cada día menos interés, y que escuchó a la crítica y académica Beatriz Sarlo, quien, a lo largo de una hora, desgranó el legado literario de Jorge Luis Borges, a 30 años de su muerte.
El encuentro, que por streaming tuvo más de 100.000 reproducciones, llevó el título de "Borges inventor y heredero" y se realizó en el marco del lanzamiento de la red social para lectores Grandes Libros. Estas son las frases más salientes que Sarlo dijo en la disertación.
"Esta es una conferencia sobre alguien habitable en la literatura argentina e inhabitable en la literatura occidental. Borges no ocupó siempre este lugar central que ocupa para nosotros. En 1961 un crítico uruguayo escribió: 'Los críticos europeos decidían que este escritor latinoamericano no era bastante latinoamericano. Le faltaban la pasión, los descuidos gramaticales. No era suficientemente exótico'. No le faltaba argentinidad, es más, lo que quisiera demostrar es que Borges constituye lo criollo en la literatura argentina y por eso esta conversación se llama 'Borges, inventor y heredero'".
"Los autores que quieren inscribirse en la historia tienen que ir a los textos que eligen hacia atrás. En el caso de Borges, él tiene la posibilidad autobiográfica de escribir la historia de su familia. Si sólo hubiese hecho eso no lo recordaríamos. La operación que hace sobre la historia de su familia es constituir héroes que después serán tópicos, modelos de su literatura. Esto es 'la invención de un pasado'. Lo que hace es sacarlo de la nota erudita para ponerlos en un escenario estético que forma parte de la invención".
"El coraje, que es atávico y sanguinario, es un valor anterior a la modernidad. Borges está hablando de un mundo en el que el honor debe ser satisfecho por los mismos hombres que han sufrido una afrenta. En las épocas premodernas, todavía era admisible que las afrentas se vengaran por propia mano. Hoy no tengo ninguna obligación como ciudadana de tener coraje. En el siglo XIX mantener la honra implicaba mantener el coraje. Era mejor exagerarlo a que estuviera ausente. En ese mundo es en el que Borges encuentra a sus abuelos. Es un mundo violento y al mismo tiempo esa violencia era una virtud necesaria. Hoy se considera innecesaria porque en la modernidad la afrenta es vengada por la lógica de las instituciones. No es venganza, sino Justicia".
"Vivimos en una época de pasiones mitigadas. Hemos pasado de ser héroes para convertirnos en ciudadanos y según algunos teóricos hemos dejado de ser ciudadanos para convertirnos en consumidores. O sea, una porquería. Una pendiente en descenso. Borges lo define de una manera muy especial. Él dice: 'Una canción de gesta se ha perdido en sórdidas noticias policiales'".
"Esta vibración del coraje que permite constituir una identidad de sus antecesores se convierte en un principio estético. Hay una forma del habla criolla que mantiene el decir menos antes que el decir más. No existe un escritor que maneje el understatement como Borges. Siempre le baja el tono. Le baja el tono a las obras que le gusta y critica a las obras que se acercan demasiado al énfasis. Por eso le gusta la idea de pensar a las guerras civiles como 'menos la colisión de dos ejércitos que el sueño de un matrero'".
"Borges podría ser un escritor pesimista. No entro en la discusión de que si los escritores pesimistas son reaccionarios. Pero sí daría la discusión de que Borges es un pesimista y un vanguardista al mismo tiempo. Él se hubiera sentido horrorizado. No usaba la palabra vanguardista para sí mismo y si la usaba para otro, era siempre en sentido peyorativo. Borges era un vanguardista en el sentido de que pudo hacer mezclas que no estuvieran contempladas en la literatura argentina, en la literatura latinoamericana y hasta en las europeas que él estaba leyendo. Borges es un vanguardista al tomar los temas más tradicionales del siglo XIX que habían sido masacrados por Lugones, que habían sido masacrados por los que antecedieron a Borges y dándole un uso vanguardista. Así inventa la literatura argentina".
"Borges es reticente. Practica el understatement. Y practica el pudor. Tiene como sabemos una crítica radical de la originalidad. Cuando reescribe el Martín Fierro anuncia de manera más productiva y vanguardista el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. Anuncia que la originalidad está en la escritura y no en la trama".
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