30 años de la muerte de Ayrton Senna mientras corría en Imola que conmocionó al mundo: “Nadie sabrá exactamente qué pasó”

La leyenda de la F1 murió cuando se disputaba un Gran Premio de San Marino de 1994 en el que Roland Ratzenberg también falleció. En el caso del campeón del mundo brasileño, un impacto a 211 kilómetros por hora contra la curva de Tamburello resultó fatal

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Estatua en homenaje a Ayrton Senna (REUTERS/Jennifer Lorenzini)
Estatua en homenaje a Ayrton Senna (REUTERS/Jennifer Lorenzini)

Volver a Imola siempre es especial para la Fórmula 1. A la par que sobrecogedor, y más este 2024. Un año en el que se cumple el 30 aniversario del suceso más impactante que probablemente se haya visto jamás en el deporte rey del automovilismo. Imposible no sentir escalofríos al recordar la gran pérdida que tuvo que lamentar el Mundial un 1 de mayo de 1994, en el entonces conocido como Gran Premio de San Marino. Ayrton Senna, tricampeón de la competición y uno de los pilotos más carismáticos de todos los tiempos, perdía la vida aquel día en plena carrera, debido al brutal impacto que sufrió contra la curva de Tamburello, maldita desde ese momento, del Autodromo Enzo e Dino Ferrari.

En uno de los santuarios por antonomasia del Gran Circo, el brasileño pasó a mejor vida a los 34 años, cuando apenas acababa de comenzar su etapa en Williams. Tras seis temporadas en McLaren, donde consiguió sus tres títulos (1988, 1990 y 1991) y cimentó su histórica rivalidad con Alain Prost, Senna había decidido cambiar de aires y recalar en las filas británicas. Curiosamente, sustituía al volante a su némesis. Antes de afrontar la tercera prueba del año, había sufrido dos abandonos (Brasil y el Pacífico), aun saliendo desde la primera posición, y veía cómo Michael Schumacher lideraba el campeonato.

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El Gran Premio que acabaría con la vida de Senna apuntó maneras trágicas desde su inicio. En los entrenamientos libres del viernes, un compatriota suyo, Rubens Barrichello, se estrelló a 230 kilómetros por hora con su Jordan en la chicane Variante Bassa, llegando a quedar inconsciente. Lo ocurrido impactó sobremanera a Ayrton, a quien tampoco ayudaría ver, el sábado, cómo Roland Ratzenberg se chocaba a 314 km/h contra un muro en la curva Villeneuve. Este accidente en la clasificación provocaría el fallecimiento del austríaco, que corría para Simtek.

Senna momentos antes de su trágico accidente (Action Images via REUTERS/File photo)
Senna momentos antes de su trágico accidente (Action Images via REUTERS/File photo)

Nada más conocer la triste noticia, el delegado médico de la F1, Sid Watkins, llegó a pedir a Senna que no volviese a correr nunca más. Algo a lo que la estrella se negó, a pesar de las reticencias con el Williams, que había desvelado abiertamente en la pretemporada: “Tengo un sentimiento muy negativo acerca de conducir el monoplaza y al límite. Por lo tanto, no tuve una sola carrera o una sola vuelta en la que me sintiera cómodo o razonablemente seguro. Estoy incómodo en el coche, todo se siente mal. Cambiamos el asiento y las ruedas, pero aun así necesitaba más espacio. Volviendo a cuando corrimos en Estoril en septiembre pasado, es mucho más difícil. Además, el coche tiene sus propias características con las que aún no estoy completamente seguro. Te pone mucho más tenso y eso te estresa”.

Una incógnita de por vida

El mazazo de la pérdida de Ratzenberg y el tremendo susto previo de Barrichello dejaron a Senna hecho polvo y llorando, en ciertos momentos, amargamente. Incluso habló con Prost y otros pilotos, antes de la carrera del domingo, para tratar de tomar cartas en el asunto de la seguridad cuanto antes. Cuando el semáforo se puso en verde en Imola, el panorama no fue mucho mejor: el coche de seguridad tuvo que hacer acto de presencia enseguida por una fuerte colisión entre Pedro Lamy y J.J. Lehto.

Si la prueba se reanudó con normalidad en la vuelta 6, la perdería por completo en la 7. Fue entonces cuando Senna se chocó a toda velocidad con el muro en Tamburello, provocando que la rueda delantera derecha y la parte frontal del monoplaza quedasen arrancadas antes incluso de que este se detuviera. Apenas se vio movimiento tras la escena por parte de su ocupante, con lesiones craneales de una gravedad fulminante. La brutalidad del estado en el que quedó es tal que las fotografías que se tomaron nada más quitarle el casco y empezar a tratarle nunca han salido a la luz.

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En la retransmisión en directo por televisión, no tardó en quedar clara la gravedad del asunto. Ya en el hospital, el corazón de Senna sería reanimado una vez para, tras dejar de latir de nuevo, producirse su deceso a las 18:40 horas. También había perdido mucha sangre. Y, aun así, estaba sereno y el resto del cuerpo, más allá de la cabeza, quedó intacto. Por supuesto, la carrera quedó suspendida acto seguido al choque, descubriéndose más tarde que uno de los más grandes tenía previsto honrar a Ratzenberg de alguna manera cuando todo hubiese terminado: llevaba una bandera de Austria en el bólido siniestrado.

A raíz de la muerte de Senna, la F1 pasó a ser, definitivamente, más segura. Con una incertidumbre total sobre por qué pasó todo que nunca va a disiparse, llegaron a producirse juicios en torno al caso, con absoluciones de los distintos cargos. Un fallo en la dirección se consideró como principal motivo de la desgracia al llevar la polémica a los tribunales. Uno de los señalados y finalmente absueltos fue Adrian Newey, uno de los ingenieros más exitosos de la historia gracias a la gloria alcanzada con sus creaciones tanto en Williams primero como en McLaren y Red Bull después.

“La verdad, sinceramente, es que nadie sabrá exactamente qué pasó. No hay duda de que la varilla de dirección falló y la gran pregunta fue si falló en el accidente o si causó el accidente. Tenía grietas por fatiga y habría fallado en algún momento. No hay duda de que su diseño era muy pobre. Sin embargo, toda la evidencia sugiere que el coche no se salió de la pista como resultado del fallo en la dirección”, reconoció el británico en 2011.

“Si se observan las tomas de la cámara, especialmente la de Michael Schumacher, el monoplaza no se desvió de la pista. Se superpuso, lo que no es consistente con un fallo de dirección. La parte trasera del monoplaza salió y todos los datos sugieren que sucedió. Ayrton luego corrigió eso al acelerar al 50%, lo que sería consistente con tratar de reducir la parte trasera. Y luego, medio segundo después, pisó los frenos. La pregunta entonces es ¿por qué salió la parte trasera? El chasis tocó fondo mucho más en esa segunda vuelta. Lo que nuevamente parece ser inusual, porque la presión de los neumáticos debería haber aumentado para entonces, lo que hace que espere que el neumático trasero derecho probablemente sufriese un pinchazo por escombros en la pista. Si me empujaran a elegir la causa más probable, sería esa”, sentenció Newey.

El piloto brasileño Ayrton Senna (EPA/ANSA/Archivo)
El piloto brasileño Ayrton Senna (EPA/ANSA/Archivo)

Por muchas hipótesis que se puedan barajar, nada se ha esclarecido tres décadas más tarde. Lo que sí es una evidencia es que hubo un antes y un después en la F1. A la par que un vacío imposible de rellenar, puesto que Ayrton Senna pasó a ser uno de los deportistas más míticos que existen. Inspiración para sus coetáneos y sucesores, el ahora denominado Gran Premio de Emilia-Romaña no dejará de estar ligado a él, por doloroso que resulte, mientras siga en el calendario.

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