Auge y caída de Quincy Promes, la antigua joven promesa del fútbol ex del Sevilla: condenado por narcotráfico y apuñalamiento

El jugador neerlandés, de 32 años, ha sido detenido dos veces en pocos días en Dubái, debido a un historial delictivo que ha acabado por empañar una carrera en el deporte rey que llegó a apuntar maneras

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Quincy Promes en una imagen de archivo (AP Foto/Rui Vieira, Archivo)
Quincy Promes en una imagen de archivo (AP Foto/Rui Vieira, Archivo)

Hace tiempo que Quincy Promes dejó de ser noticia por sus habilidades en el fútbol para acaparar titulares deshonrosos, debido a las polémicas extradeportivas que se le acumulan encima de la mesa. El extremo izquierdo neerlandés, de 32 años y que llegó a ser pretendido por grandes del deporte rey en su momento, fue detenido tanto el pasado 29 de febrero como el 12 de marzo en Dubái. Ocurrió así, tal y como ha trascendido ahora, “después de una cooperación constructiva entre las autoridades de Emiratos y Países Bajos” y debido al vínculo con el narcotráfico del jugador.

De hecho, Promes fue condenado en febrero a seis años de prisión por tráfico de drogas, ya que un tribunal de Ámsterdam entendió que había participado en una operación de contrabando. En concreto, se le acusó de “importar, exportar, transportar y poseer 1.362,9 kilos de cocaína oculta en un cargamento de sal marina procedente de Brasil” y de “haber repartido la droga en dos contenedores para moverla en barco por Escalda Occidental hasta el puerto de Amberes”. Esto ocurrió en enero de 2020, con el juicio celebrándose en rebeldía al vivir el futbolista en Rusia, puesto que juega para el Spartak de Moscú, y este declarándose inocente. Según el Equipo de Inteligencia Criminal (TCI) de la policía neerlandesa, Promes habría invertido hasta 200.000 euros en el trapicheo, poseyendo incluso teléfonos criptográficos.

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No es la primera vez en la que es objeto de una sentencia de cárcel. En 2023, recibió una condena de 18 meses por un apuñalamiento a su primo, que también sucedió en 2020. Se le arrestó en diciembre de ese año por la agresión. Según ESPN, los hechos se probaron, pero no se advirtieron indicios de intento de asesinato u homicidio involuntario. El atacante tuvo que pagar 7.000 euros a la víctima en concepto de compensación: todo ocurrió en una fiesta familiar en la que la situación se fue de las manos en una discusión, que se produjo con motivo de un collar robado.

Quincy Promes en un partido de Europa League (REUTERS/Evgenia Novozhenina)
Quincy Promes en un partido de Europa League (REUTERS/Evgenia Novozhenina)

Aún hay más escándalos, no se crean. A Quincy Promes se le pilló sobornando a policías rusos para que no detuvieran a unos amigos que conducían bajo los efectos del alcohol y las drogas. Las redes sociales divulgaron un vídeo en el que se advertía cómo el deportista mantuvo una actitud amenazadora ante los agentes mientras negociaba con ellos. Sin embargo, no pudo hacer nada por sus amistades, que pasaron la noche en el calabozo. Por supuesto, todos estos episodios han acabado por arrojar más sombras que luces en torno a quien llegó a parecer un auténtico diamante en bruto sobre el terreno de juego hace algunas temporadas.

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Lo que pudo ser y no fue con Quincy Promes

Nacido en Ámsterdam, Promes estuvo las categorías inferiores del Ajax durante sus primeros pasos con la pelota. A los 16, fue cortado, en lo que él mismo calificó como “los peores días de mi carrera”. Todo ocurrió, según se expuso después, por su mal comportamiento dentro y fuera del campo: apuntaba maneras ya en sus inicios. Llegó a plantearse dejar el fútbol, pero acabaría llegando a la cantera del Twente en 2009. Con ellos debutó como profesional en 2011, saliendo cedido al Go Ahead Eagles de la segunda división neerlandesa una campaña. Tras convertirse en uno de los mejores exponentes del club, que ascendió a la Eredivisie (Primera), regresó.

En la 2014-2015, saldría rumbo al Spartak de Moscú, después de que la Juventus y el Valencia se hubiesen interesado en hacerse con sus servicios. En la que sería su primera etapa en el conjunto de la capital rusa, Promes pasaría a ser uno de los jugadores jóvenes más prometedores y codiciados. Con facilidad para marcar goles y repartir asistencias, los premios individuales le llovieron, con la campaña 2017-2018 como culmen. Llegó a sonar con fuerza para marcharse a la Premier League, pero ni el Liverpool ni el Southampton acabaron haciéndose con él. La 2018-2019 sería su última campaña en tierras moscovitas (por entonces), con 66 tantos en 135 partidos.

Quincy Promes celebra un gol con el Spartak (REUTERS/Ciro De Luca)
Quincy Promes celebra un gol con el Spartak (REUTERS/Ciro De Luca)

Finalmente, quien se llevó el gato al agua con Promes fue, en verano del 18, el Sevilla. Firmó cinco años, por 20 millones, con los de Nervión, en lo que parecía un movimiento ilusionante para los hispalenses. Sin embargo, pasó sin pena ni gloria por LaLiga, dejando apenas tres goles y nueve asistencias en 49 encuentros. Casualidades de la vida, el Ajax que le había descartado tiempo atrás acabó contratándole en el período estival de 2019.

Tras dos cursos allí, Promes decidió regresar al Spartak. Lo hizo en la 2020-2021, con un rendimiento aceptable, pero alejado de los focos que llegaron a alumbrarle en su día. A nivel de selecciones, pasó por los niveles inferiores de la Orange y debutó en la absoluta de Países Bajos, con siete dianas en 50 apariciones entre 2014 y 2021. Nunca ha disputado ningún gran torneo con su país, que dejó de convocarle en cuanto se metió en el bucle de líos del que no logra salir.

A nivel de títulos, Quincy Promes cuenta con una Liga, una Copa y una Supercopa rusas, además de una Supercopa neerlandesa. Consiguió ser Jugador del Mes en la Premier rusa en ocho ocasiones, Jugador del Año del Spartak en dos, Futbolista del Año del campeonato ruso en otras dos, máximo asistente en Rusia en dos ocasiones y máximo goleador en una, entre otros logros personales. Todo ha sido eclipsado por sus problemas, que le han alejado, qué duda cabe, de la primera línea a la que bien pudo aspirar.