"Era una noche muy estrellada, no había luz de luna. Hacía frío. No se había registrado en la semana previa bastante actividad. Mi trabajo consistió en esperar el momento preciso". El momento preciso fue a las 22:24 del domingo 13 de diciembre de 2015. Estaba ubicado a doce kilómetros del volcán de Colima, en Laguna de Carrizalillo, al oeste de México. Disparó su cámara de fotos –lente 70-200, parámetros iso 3200, f2.8, velocidad ocho segundos de obturación– justo cuando un rayo de 600 metros de longitud dividió la escena. "El rayo fue tremendo. Fue tanta la luz que pensé que mi fotografía se había estropeado", pensó. No: había capturado un instante único, había salvado para la eternidad una imagen fascinante.
El mexicano Sergio Tapiro Velasco ganó el primer premio del prestigioso concurso National Geographic Travel Photographer of the Year 2017 por su foto titulada "El poder de la naturaleza". Una ilustración cabal del "Volcán de Fuego", uno de los volcanes más activos de América Latina, ubicado a 3.800 metros sobre el nivel del mar. En la foto se percibe la inmensidad del momento: lava, cenizas, humo, electricidad, estrellas, brillo, penumbras. La ambigüedad de la naturaleza, un patrón que emerge contra un suceso que se sumerge.
La historia de la foto, en la voz del autor: "Fue tan fuerte la luz que provocó un flash de cámara, que se congelara el movimiento de la ceniza. Fue muy extraño, muy extraordinario. Había una muy gran posibilidad de que se hubiera echado a perder. Incluso pensé que se podía haber quemado. La sorpresa fue cuando miro la pantalla de la cámara y veo que tengo una foto, probablemente la mejor foto de mi vida".
“Ese rayo despidió tanta luz que alcanzó a iluminar la ceniza, y esa es la razón de que la foto parece algo irreal, fantástico”
La imagen, increíble, no expone sin embargo su trasfondo. Para obtener ese inmaculado instante, el fotógrafo se valió del tiempo y la pasión. Clasificó las factores que influyeron en la conquista de esa imagen: conocimiento técnico, destreza, vocación, persistencia y el innegable beneficio de la suerte. "Necesitas estar en el momento justo, en el sitio preciso, y tener mucha paciencia para esperar que las cosas ocurran", definió. Ponderó el estudio del escenario antes que la dictadura de la suerte. "Cuando estás fotografiando una especie animal, necesitas saber cuál es su comportamiento, su reacción, saber qué es lo que hacen y lo que no, qué tanto puedes aproximarte, cuánto puedes arriesgarte", comparó.
"Tuve que esperar quince años para lograr esta fotografía", reveló en diálogo con Infobae. La foto representa un presente, no sugiere los años de trabajo previos. Velasco observó atentamente el comportamiento del volcán registrando meticulosamente un aumento en su actividad durante casi un mes. Pasó veinte noches en vela entre noviembre y diciembre de 2015 estudiando ángulos, encuadres, enfoques, velocidades. "Tenés que olvidarte del fútbol, del bautismo de tu sobrina… Es el más grande sacrificio de mi vida, es una especie de vocación, un proyecto de vida", apuntó.
Dedicó su vida profesional a fotografiar volcanes, lo que convirtió a su oficio en una procesión, en casi un culto. Dijo que la suerte de haber tomado la mejor foto del año le demandó quince años de trabajo y 350 mil fotografías. "No puedes tomar una buena foto si no estás dispuesto a sacrificarlo todo para lograrla", sentenció.
Su vocación de fotoperiodismo se restringe, prácticamente, a documentar la actividad volcánica. Informó que el 75% de la población mexicana vive cerca de un volcán: "Forman parte de nuestra vida y de nuestro entorno, tienen unas connotaciones humanas que no advertimos". Y espera que su pasión reproduzca conocimiento científico: "Siento que mis imágenes pueden tener un impacto directo en la ciencia. Los volcanes me apasionan muchísimo y creo que sus peligros deben ser abiertos a la humanidad: cuanto más conocemos los riesgos, menos vulnerables somos. Me parece que la fotografía puede ser importante ayudando a la ciencia".
Del volcán de Colima hay una foto que fue la mejor del año, la ganadora del premio del concurso de National Geographic. Pero hay otras 349.999 que no va a mostrarlas: "Saco muchísimas fotos, aunque no todas sean buenos, incluso algunas son muy malas. Saqué 350.000 fotos de este volcán, pero creo que sólo cien valen la pena, de las cuales apenas unas dos o tres me parecen geniales". Su trabajo más doloroso –dice– es eliminar fotos que le exigen horas de estudio y perseverancia, y que están cargadas de valores sentimentales que el lente no interpreta.
A Sergio Tapiro Velasco se lo escucha pleno, dichoso. "Esta fotografía ha cambiado muchísimas cosas en mi carrera y estoy muy orgulloso de ello: ha sido el logro más importante de mi vida". Su foto fue seleccionada entre más de quince mil imágenes presentadas por participantes de más de treinta países. Ganó un premio de 2.500 dólares y un viaje de diez días al archipiélago de Galápagos con National Geographic Expeditions, donde se enfrentará al desafío de realizar un documental fotográfico de las especies que habitan las islas declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978 por la Unesco.
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