China afronta una transición. De ser uno de los países más contaminados del mundo con centenares de plantas de carbón a liderar la revolución verde en materia energética. Producto de una transformación sociocultural y de una decisión gubernamental declarada, China cambió su paradigma. Lo hizo a través de una vertiginosa inversión en energías renovables. Y encontró una curiosa forma de demostrarle al mundo su cambio de filosofía: un parque de energía solar que adopta al mejor instrumento propagandístico del gigante asiático.
El panda es el animal de culto en China, y lo utiliza para que proliferen sus intereses económicos y geopolíticos. Se aprovecha de la diplomacia y el marketing de un animal cargado de nobleza y ternura. Su granja solar imita las formas de un oso panda gigante, un dibujo que no hizo indiferente a nadie. Está ubicada al oeste de Beijing, en la ciudad de Datong. El Panda Power Plant es una creación de China Merchants New Energy Group, uno de los mayores operadores de energía limpia del país, en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP).
La planta fotovoltaica ocupa una extensión de 250 hectáreas y tiene una potencial inicial de 50 MW, una capacidad de producción bastante discreta. Obedece a un proyecto bautizado bajo el nombre "Beld and Road" de la idea macro denominada Panda Green Energy presentada el año pasado para promocionar la energía limpia y la educación como vías de cambio en políticas medioambientales. Aún se prevé una segunda fase que extenderá la potencia a 100 MW con volumen suficiente para proporcionar más de tres mil millones de kWh de electricidad limpia en los próximos 25 años: el equivalente a ahorrar 1.056 millones de toneladas de carbón o de reducir 2,74 millones de toneladas de emisiones de carbono.
El programa también contempla un despliegue mayor de complejos fotovoltaicos en forma de animales, que contribuyan a suavizar la imagen de China como país de gran afluente de contaminación y enarbolen la decisión política del país para liderar la revolución energética en el mundo, sobremanera luego de que Estados Unidos abandone el Acuerdo de París.
La imagen difundida es en verdad un montaje simbólico de cómo luce la "planta panda". Entre el resultado final y el boceto de los diseñadores radica una diferencia sustancial en virtud de los colores: las placas fotovoltaicas deben ser oscuras para atrapar mejor los rayos solares, de modo que limitan su lucimiento artístico en imágenes panorámicas. De todas maneras, la inauguración del parque sirvió para publicitar la nueva imagen de China en materia de energía renovable: el gigante asiático domina el 25% de la producción mundial de electricidad vía plantas solares y dispone de los dos complejos más grandes del planeta. El cambio de filosofía ambiental china se expresa en la ternura de un panda gigante.
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