El estallido de un pozo de petróleo en Santa Bárbara, California, inspiró que cada 22 de abril se celebre el Día de la Tierra. Fue, en 1969, el mayor desastre ecológico en aguas estadounidenses. Fue siete años después de que el libro "Silent Spring" ("Primavera Silenciosa", de Rachel Carson) haya instaurado en la opinión pública tópicos vírgenes, pioneros: ciencias ambientales, el peligro de los plaguicidas, el macro tema de la contaminación y la salud pública. En una coyuntura fértil, el senador de Wisconsin Gaylord Nelson elevó la tragedia petrolera a la agenda política: fundó la enseñanza nacional sobre el medio ambiente.
Los estudiantes universitarios apoyaron la idea y la materializaron. Un equipo de 85 voluntarios coordinaron una jornada plural, sin diferencias de credos, raza e ideologías. La premisa era crear una conciencia común que tomara dimensión de amenazas ambientales. Más de 20 millones de habitantes invadieron calles, parques y auditorios para manifestar su preocupación por la ecología. Eligieron el 22 de abril de 1970, fecha primaveral, libre de exámenes finales, considerada para la posteridad como el día inicial de los movimientos ambientalistas en todo el mundo.
El ambientalismo empezó, entonces, un 22 de abril. La acción social engendró una conciencia política rigurosa que derivó en la creación de la Agencia de Protección al Medio Ambiente de Estados Unidos (Environmental Protection Agency). 39 años después, en 2009, la Asamblea General de la ONU firmó la Resolución Nº 63/278 para designar al 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra en pos de "crear conciencia" sobre consignas medioambientales.
Desde entonces, en cada edición de la efeméride, la ONU elige reflexionar sobre un tema específico. "Alfabetización medioambiental y climática" es la propuesta para 2017. El portal del Día Internacional de la Madre Tierra, su denominación oficial, pondera la educación como principal cimiento del progreso: "Necesitamos que la ciudadanía mundial conozca los conceptos sobre el cambio climático y sea consciente de la amenaza sin precedentes para el planeta. El conocimiento nos empoderará a todos y nos llevará a tomar medidas para defender el medio ambiente. La alfabetización medioambiental y climática no es solo el motor que genera votantes concienciados por las cuestiones ecológicas y promueve legislación en este ámbito, sino que también acelera el desarrollo de tecnologías y empleos respetuosos con el medio ambiente".
El Día de la Tierra propone interrumpir la dinámica global. Es una excusa para detenerse a pensar, un estímulo para la reflexión. TrialPanel, consultora de investigación de mercado, sometió a una encuesta a los argentinos para saber qué cuán interiorizados están sobre problemáticas ambientalistas. El resultado, revelador: el 90% de los encuestados creen que falta mucha concientización sobre el medio ambiente y el 62% asegura que la sociedad es poco cuidadosa y respetuosa con el ecosistema.
Greenpeace aprovechó el espacio para exigir el cuidado de los bosques nacionales, fundamentales para evitar las inundaciones y los efectos devastadores del cambio climático. La organización ecologista recuperó a su vez el Informe sobre Riesgos Mundiales de 2017 del Foro Económico Mundial, el que ubica al cambio climático como uno de los tres temas que determinarán los acontecimientos globales durante los próximos diez años.
La Tierra está dañada. Así también los habitantes que en ella viven. Según la Organización Mundial de la Salud -OMS- cada año mueren 12,6 millones de personas a causa de la insalubridad del medio ambiente. Representa casi una cuarta parte del total mundial de muertes anuales. Suficiente estadística oscura para hacer ejercer y promover la "alfabetización medioambiental y climática", la educación como desafío gubernamental y civil para mejorar la calidad de vida: hoy y mañana.
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