Las viviendas de ladrillo y de madera, entre los árboles, y los huertos sustituyeron a lo que parecía ser un barrio marginal. En esta localidad empobrecida de Yakarta, los habitantes se han hecho ecologistas para evitar la expulsión.
Desde 2015, gracias al apoyo financiero de ONGs locales, transformaron poco a poco su "kampung" -nombre de los barrios tradicionales de Indonesia- en un hábitat que contrasta con los edificios deteriorados y las calles repletas de residuos de otros barrios pobres de esta capital de 10 millones de habitantes.
Los residentes del "kampung" de Tongkol tomaron la delantera para no correr la misma suerte que sus vecinos de otros barrios, que fueron expulsados de sus casas precarias, con el pretexto de luchar contra las inundaciones.
Cuando los habitantes comprendieron que estaban en el punto de mira de las autoridades, pasaron a la acción para transformar apresuradamente el suburbio, que existe desde hace medio siglo. Una iniciativa poco común.
“Da miedo tener que construir una nueva vida, el desahucio no es una opción”, explicó Puji Rahayu, un vecino del barrio de 43 años.
Han limpiado los cursos de agua que cruzan el barrio, recogiendo las montañas de basura en balsas e instalando papeleras y carteles para animar a la población a no tirar los desechos en la calle.
Se arreglaron las fosas sépticas para reducir la contaminación de los caudales de agua y la separación de residuos ya forma parte de la vida de las 260 familias de esta pequeña comunidad. Algunos incluso demolieron a golpes de martillo sus propias casas, construidas al borde del agua, para reconstruirlas a una distancia de cinco metros conforme a las exigencias de las autoridades y así disminuir el riesgo de inundaciones.
Junto a las operaciones de saneamiento de la zona, los vecinos desarrollaron proyectos de agricultura urbana, dedicando espacios al cultivo de verduras y hierbas entre bananos, mangos y papayos. Para ahuyentar la melancolía ligada a una posible expulsión, las paredes se han pintado de verde, de amarillo, de azul, rompiendo con el gris de numerosos edificios de una jungla urbana dominada por torres relativamente altas.
Hoy, el "kampung" no tiene nada que ver con lo que fue en otro tiempo. Los montículos de desechos a lo largo del río han desaparecido y las inundaciones ya no causan estragos.
Con información AFP
LEA MÁS: