La pérdida o el debilitamiento de las facultades mentales, las alteraciones de la razón y la memoria, los trastornos en la conducta, la condición progresiva y profunda de sus efectos, un síndrome que afecta al pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La demencia es todo eso. Es, además, un permanente desafío y una gran deuda cultural de la ciencia y la salud.
La Escuela Leonard Davis de Gerontología de la Universidad del Sur de California, en los Estados Unidos, encontró una vinculación directa entre el deterioro cognitivo de este padecimiento con la contaminación del aire. En la investigación, adujeron que la exposición a partículas finas de contaminación atmosférica -PM2,5- podría incrementar de manera sustancial el desarrollo de enfermedades relativas a la demencia, como el Alzheimer.
Para su relevamiento, los profesionales analizaron los datos de 3.647 mujeres de 48 estados del país norteamericano que integraban el Women's Health Initiative Memory Study. La investigación, publicada en la revista Translational Psychiatry, consistía en evaluar la función cognitiva de las voluntarias -mujeres de entre 65 y 79 años, libres de demencia al momento de postularse- de modo anual.
Las expertos estudiaron los efectos de la exposición diaria de PM2,5 en las participantes en sus hogares. Aquellas voluntarias que vivían en zonas con altos niveles de contaminación (más de 5 microgramos por metro cúbico de aire) tenían un 81% más de riesgo de deterioro cognitivo y un 92% de más probabilidades de padecer Alzheimer, en comparación con las mujeres que vivían en áreas residenciales con una mejor calidad de aire. A modo de conclusión, los expertos consideraron que la exposición a altos niveles de contaminación podría ser responsable del 21% de los casos de demencia en el mundo. Para el estudio y el resultado, se anularon hipótesis que podrían haber intervenido en la investigación. Los profesionales debieron discriminar factores como estilo de vida, antecedentes médicos, cuestiones de raza, estatus socioeconómico y otras condiciones de salud de las voluntarias.
Estas partículas en suspensión son fácilmente inhalables por su diminuto tamaño. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) certifica que la exposición aumenta el riesgo de ataques cardíacos, asma y reducción de la función pulmonar, y que es capaz de matar a personas con enfermedad cardíaca o pulmonar.
Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay 47,5 millones de personas que padecen demencia, y cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos. La OMS también dice que las muertes relacionadas con la contaminación ambiental son 3 millones por año. La Escuela Leonard Davis de Gerontología sugiere que ambas estadísticas trágicas -entre demencia y contaminación- pueden tener relación de causa y efecto.
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