El aguacate, la palta o el oro verde. En México, las ganancias de esta nutritiva fruta generaron desidia y un desequilibrio ambiental peligroso. Su cultivo es el principal ingreso económico del estado de Michoacán. Su expansión, su éxito comercial, detonó su siembra furtiva: sus bosques de pino y encino son amenazados por la deforestación masiva que se ata al aumento del cultivo de esta fruta.
El costo por la producción del aguacate es elevado e irresponsable. De acuerdo a información oficial brindada por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), cada año se pierden entre 600 y 1.000 hectáreas de bosque por el desdén codicioso de los agricultores. La Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente de Michoacán apuntó que según estimaciones públicas los cultivos ilegales de palta superan las 20.000 hectáreas.
Los productores, ávidos por ingresar a esta actividad de alta rentabilidad, cometen infracciones legales y violaciones ecológicas para cultivar lo que en la Argentina se conoce como palta. Las técnicas para encubrir este delito son variadas. En algunos casos provocan incendios forestales para luego plantar árboles de aguacate en el terreno devastado. Otros dejan secar los grandes árboles para justificar su derribo, mientras que algunos esconden las plantas entre los pinos para evadir a las autoridades. Antes estos espacios vulnerados eran bosques o selvas nativas.
La razón de este atropello es el negocio que encierra. Ricardo Luna García, secretario de Urbanismo y Medio Ambiente de Michoacán, explicó que el ingreso anual por esta actividad es de 17 mil millones de pesos, el equivalente a USD 872 millones. Cada año se exportan un millón de toneladas de la fruta -según la Asociación de Productores y Empacadores de Aguacate de México (APEAM)- que obedece al fenómeno de demanda creciente en Estados Unidos, a donde se remite el 85% de la producción local. El consumo promedio de los estadounidenses se incrementó de manera exponencial en los últimos años: pasó de 500 gramos en la década del 90 a los 2,5 kilos actuales.
Como respuesta a esta actividad ilícita en crecimiento, las autoridades del estado mexicano desplegaron un nuevo cuerpo policial para detener y capturar a los cultivadores furtivos. Según datos oficiales, ya han sido apresados más de cien productores y recuperadas cientos de hectáreas. Cerca de 120 mil hectáreas se encuentran registradas; las denuncias de los funcionarios consideran que esta cifra puede alcanzar hasta 150 mil hectáreas de manera extraoficial.
La creciente popularidad de esta fruta, que bien puede emparentarse con la expansión abusiva de la soja en Argentina, beneficia a México en materia económica como principal exportador a nivel mundial. Pero a la vez expone su avaricia en la siembra furtiva del "oro verde".
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