El yaguareté se transformó en un objeto de deseo y en un material de distribución. El flamante billete de 500 pesos tiene su insignia. El propósito del reemplazo de un prócer por el animal autóctono busca atribuirle a la moneda nacional un punto de encuentro y maximizar la penetración del papel en la sociedad para, a la vez, promover una conciencia ambientalista. En comunión a esta iniciativa estatal que difunde pero no ejecuta, hay organizaciones no gubernamentales que ensayan cómo devolverle a los Esteros del Iberá un tesoro nacional y cultural.
Aparece en la agenda social, en las noticias y en los billetes más que en los ecosistemas argentinos. El objetivo es alterar la ecuación: reintroducir, multiplicar, poblar, reestablecer al yaguareté dentro del paisaje de la Reserva Natural Iberá, en la provincia de Corrientes. Es calificado por la organización Lista Roja de Especies Amenazadas como una especie en peligro de extinción y víctima de la desidia humana. Su piel es un preciado trofeo cotizado en el mercado negro. Su población merma a efectos de cazadores furtivos y por fruto de la deforestación: su hábitat natural se reduce por la pérdida de su ecosistema y la expansión ganadera que en procura del cuidado del rebaño extermina a la especie.
Proyecto Iberá y The Conservation Land Trust cooperan mancomunados para reproducir el ambicioso plan de multiplicar la población de yaguaretés en Argentina, su tierra autóctona. El lugar asignado para repoblar al máximo predador de América y tercero del mundo es la Reserva Natural Iberá. Un estudio de un investigador del CONICET designó territorio apto para la vida de 100 especímenes que precisan reconvertir su condición salvaje.
El informe encontró una superficie cercana a las 650 mil hectáreas para que el animal sobreviva alejado de los humanos y oficie de su rol de predador para mantener regulada las poblaciones de carpinchos, yacarés y ciervos.
El proyecto de reasignar una comunidad autosustentable del felino más grande del continente en territorio correntino fundó el Centro Experimental de Cría de Yaguaretés (CECY) en la Estancia San Alonso, dentro de la Reserva, aprobado e incentivado por las autoridades provinciales y nacional. Tobuna, hembra donada por el zoológico de Batán en mayo de 2015, y Nahuel, un macho entregado por los zoológicos de Bubalcó y Buenos Aires a principios de 2016, conforman el núcleo de un organismo que aspira a aprender y desarrollar técnicas de cría que provean especímenes aptos para la vida silvestre. Después de varios apareamientos, ahora la expectativa es que la hembra dé a luz a los primeros cachorros para continuar el ciclo reproductivo y originar la expansión poblacional.
El motor de preservación y reacondicionamiento de la biodiversidad autóctona de las ONG's es proporcional al entusiasmo de la comunidad local. Una investigadora de la región publicó un estudio que concede un 95% de aceptación a la devolución a la provincia de un patrimonio natural y cultural, que significaría por añadidura una potencial fuente de ingresos y empleo a través del turismo. En Corrientes, el yaguareté se extinguió a mediados del siglo pasado por culpa de la cacería y la destrucción de su hábitat. Sin embargo, mantiene una poderosa presencia en la cultura nativa: subsiste en leyendas populares, canciones folclóricas y nombres de localidades.
Una multiplicación de sentidos favorece la devolución del yaguareté -jaguar o tigre (Panthera onca)- a la provincia. Históricamente se distribuía por todo el centro y norte argentino, habitando selvas, montes, pastizales y bañados hasta el río Negro en la Patagonia. Hoy sólo quedan tres poblaciones en las selvas montanas del Noroeste, en algún sector del Gran Chaco y en la selva misionera: todas en peligro de desaparición en las próximas décadas.
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— infobae (@infobae) June 7, 2016
Para las organizaciones conservacionistas, esta causa asume un sentido moral por la amenaza de pérdida de un especie emblemática y adopta un sentido cultural por su factor de representatividad de la esencia, la magia, la tradición del yaguareté como símbolo de una lucha identificatoria, nativa. Como depredador natural, regularizaría poblaciones de otros animales y favorecería la diversidad y la riqueza del ecosistema, atribuible a un sentido ecológico de la iniciativa. Además del aspecto económico en respuesta al turismo, la restauración del yaguareté tiene sentido legal y de política pública: está declarado como Monumento Natural Nacional por la Ley 25.463.
La convención de biodiversidad, firmada por la Argentina, urge a los estados signatarios a adoptar "medidas destinadas a la recuperación y rehabilitación de las especies amenazadas y a la reintroducción de éstas en sus hábitats naturales en condiciones apropiadas". Integrada a esta coyuntura sociocultural, el establecimiento de una población sustentable de yaguaretés en la Reserva Natural Iberá encarnaría un sustancial aporte para la conservación de la especie en todo el país y para garantizar la continuidad genética de las tres comunidades salvajes que todavía persisten en la Argentina. Y para que su imagen no quede sólo en un billete.