La Rueda Popular, cómo funcionan las bicicletas solidarias

Cuatro bicicleteros argentinos encararon un proyecto socio cultural en el que intervienen tres etapas: recibir bicicletas en desuso, repararlas y donarlas a los que más las necesitan. Historias en primera persona

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La Rueda Popular difunde una
La Rueda Popular difunde una mensaje de la potencialidad del sentido del reciclaje

Las bicicletas tienen ruedas que giran, como giran el mundo y las personas. También unen distancias, como voluntades y destinos. Guillermo Gambetta también cree que unen a la gente: "Un día uno de mis clientes, Rubén, me llamó y me dijo que tenía la bicicleta de su hija que ya no usaba, que estaba arrumbada en el garage. Me preguntó si sabía de alguien a quien le pudiera servir". Así, del llamado desinteresado de una persona nació la Rueda Popular, un movimiento solidario que gira alrededor del país uniendo historias.

La Rueda Popular ya entregó 560 bicicletas

La bicicleta como eje y narradora de este proyecto social. La propuesta promulga valores del calibre de solidaridad, sustentabilidad, reciclaje, inclusión. Empata las necesidades sociales: rescata bicicletas que sobran para las familias a las que les faltan. Le devuelve la vida a algo, reproduce una resignificación de la materia y optimiza la vida de quienes la reciben. "Utilizamos el concepto de compartir. No recibimos basura, no recibimos algo que la gente se saca de encima: nos lo comparten para que le renovemos su utilidad", expresó Daniel Narezo, otro de los fundadores del espacio.

La Rueda Popular queda en
La Rueda Popular queda en Jorge Luis Borges 2015, en la Ciudad de Buenos Aires

Al proceso cultural que empieza con una bicicleta maltrecha y termina con un modelo a nuevo intervienen tres etapas. Por intermedio de allegados, conocidos, clientes o amigos reciben rodados en desuso, preferentemente hasta un 50% completas, no destruidas. Sin subvención ni apoyo oficial, la reparación y restauración se solventa con el 20% de los arreglos o las ventas de Bicicletas Populares, la bicicletería familiar que dio vida al proyecto. La donación final se hace a conciencia y supone un trabajo de investigación y conocimiento de las necesidades reales del receptor final.

Un programa solidario que ya entregó 560 unidades y que por semana despacha un promedio de tres. Los pedidos que reciben tienen una historia detrás. La Rueda Popular se asegura de que exista una necesidad efectiva de la utilidad de una bicicleta. El proceso de elección establece tres prioridades de destino: niños que quieran tener su primera bici, niños y adolescentes que la necesiten para asistir a la escuela y adultos que tengan la urgencia de conseguir un medio de transporte para ir al trabajo. La causa inclusiva no termina ahí. El paso post entrega recrea una continuidad, con foto y espacio para agradecimientos e interacción. La búsqueda es crear un contexto de confianza, fiabilidad y la certificación de haber llenado un espacio y atendido un derecho.

Bicicletas Populares es el negocio
Bicicletas Populares es el negocio que dio inicio al proyecto solidario

A Guillermo Gambetta y Daniel Narezo se le suman Amaya Ferreyra y Evaristo Narezo, un joven de 15 años que las repara, promociona el proyecto, realiza las entregas y vive en primera persona una historia de inclusión y drama, con un profundo compromiso social. El y su equipo han viajado el año pasado para realizar entregas en el interior del país. La localidad de Fiske Menuco, en Río Negro, y el paraje La Mansión, en Corrientes, recibieron un promedio de 20 bicicletas cada uno, más libros y útiles escolares, pelotas, alimentos de primera necesidad para repartir -compartir- con escuelas y comedores. Las previsiones de este año señalan en el mapa argentino a Formosa y Entre Ríos como tierras en donde replicar su costado solidario.

Su cuenta de Facebook es ya un espacio de expresión y difusión. Allí se publican las fotos y las historias de quienes donan y de quienes reciben. La Rueda Popular se convierte así en una comunión, en una familia, en un vehículo que hace visible un bien, que presenta un escenario de vínculo entre el emisor y el receptor de la bicicleta. "Muchas veces esa gente vino a nuestro taller a retribuirnos con comida casera de regalo, plantas, dibujos de los chicos", recordó Guillermo. Este espacio socio cultural enfatiza la noción de compartir para que la rueda siga girando.

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