En la ciudad de Pyongyang, un hotel llamado Ryugyong, se destaca en la ciudad gracias a sus 330 metros de altura, en los que aloja 105 plantas pero hasta el momento jamás recibió un visitante.
En la capital norcoreana, se ubica este edificio que aspiraba a convertirse en el hotel más alto del mundo, pero se convirtió en el edificio abandonado más alto del planeta. Su construcción comenzó en el año 1987 y un año después se terminó bajo el nombre Westin Stamford hotel.
El gobierno norcoreano pensó en el Hotel Ryugyong como una forma de atraer inversores occidentales y anunció que abriría casinos, clubes nocturnos y salones japoneses para su entretenimiento. Sin embargo, nada de esto sucedió.
Se esperaba que dos años más tarde estuviera totalmente terminado, pero algunos problemas con los métodos de construcción y los materiales empleados frenaron su avance, que se detuvo por completo en 1992 a causa de la peor crisis económica del país, ocasionada tras el bloqueo soviético.
Según la prensa japonesa, Corea del Norte gastó unos US$750 millones, en la construcción del hotel.
Durante más de una década, el rascacielos sin terminar, vacío, con una grúa de construcción oxidada en su cima, se convirtió en un recordatorio de las ambiciones frustradas del país asiático.
La crítica a los materiales que se utilizaron y medidas de seguridad fue tan fuerte que una delegación de la Cámara del Comercio de la Unión Europea en Corea del Norte que lo examinó, lo llegó a definir como "el peor edificio del mundo" y dijo que su estructura era irreparable.
Varios medios lo llamaron el "hotel maldito" o el "hotel fantasma", y la revista estadounidense Esquire lo declaró el "peor edificio en la historia de la humanidad".
Sin embargo, 16 años después de su abandono, una empresa egipcia llamada Orascom Telecom, empezó a restaurarlo, como parte de un plan a gran escala para "embellecer la ciudad" e invirtió una suma de 180 millones de dólares en arreglar este inmenso hotel que reanudó su construcción con 2.000 trabajadores que colocaron paneles de cristales y remodelaron la parte en donde había un restaurante giratorio.
"El hotel es una fuente de fascinación para todo el mundo que viene aquí. No se puede visitar, pero hay muchos rumores acerca de él", añadió el jefe de operaciones de la construcción.
De hecho, las autoridades del país ya habían prometido algo que, de nuevo, no se había cumplido: que estaría listo en 2012, coincidiendo con el centenario del nacimiento del "presidente eterno", Kim Il-sung.
Y la operadora de hoteles Kempinski Group, encargada de dirigir el hotel, dijo que estaría en funcionamiento hacia mediados de 2013.
Hubo falsas esperanzas de que sucediera en diciembre de 2016 cuando se vieron unas luces en su cúpula. De nuevo, nunca ocurrió. En 2017, 30 años después de que comenzara su construcción, el extraño hotel sigue sin abrir sus puertas. Pero su historia podría tomar un nuevo giro.
La restauración del Ryugyong fue prioridad en la agenda de Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, y solo se finalizaron algunas fases del proyecto desde que tomó el cargo en 2011, cuando su padre falleció, pero sigue sin terminarse.
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