Una casa en dos países a la vez. Una casa que une las ciudades de Derby y Stanstead. Una casa en la frontera misma de Estados Unidos y Canadá. La casa espaciosa, de 650 metros cuadrados, se encuentra a la venta por 109 mil dólares.
Conocida en el ámbito local como Old Stone Store, fue construida por un comerciante que vendía productos a agricultores de Vermont y Quebec. 40 años atrás, Brian DuMoulin y su esposa Joan la heredaron y después de una larga vida allí, la ponen a la venta.
Su precio relativamente bajo se debe a que la casa necesita remodelaciones tasadas en 600 mil dólares. Su estructura es sólida, pero necesita de múltiples refacciones. La Old Stone Store tiene un atractivo y una desventaja. Curiosamente, es la misma: ser transfronteriza, estar entre dos países.
La pareja de 70 años, con doble nacionalidad estadounidense-canadiense, esperan vender la propiedad para mudarse a Ontario y estar más cerca de sus hijos y nietos. Desde el 11 de septiembre de 2001, sus vidas cambiaron para siempre. El estricto control en la frontera trastocó su rutina.
"Antes nadie pensaba dos veces en cruzar la frontera, pero ahora es un motivo de estrés para todo el mundo", comentaron los DuMoulin a Time. No solo sus vidas cambiaron. También las de todo el pueblo. Las restricciones se multiplicaron: calles bloqueadas, cercos, la avenida de acceso a la biblioteca local está dividida con macetas ubicadas adrede en la frontera de los dos países.
La casa de los DuMoulins tiene entradas tanto en los Estados Unidos como en Canadá. Los agentes que custodian el paso fronterizo conocían a las personas que vivían en la casa, hoy deshabitada. Entonces, les permitían moverse de un lado al otro de la propiedad sin problemas, siempre y cuando permanecieron dentro del patio delantero o trasero y no salieran del otro lado de la calle.
"Siempre es una línea muy fina", señaló Troy Rabideau, el director adjunto de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos. "Hacemos lo mejor que podemos para vigilar la frontera. Hacemos lo que tenemos que hacer. Primero la seguridad, pero también queremos el apoyo de los lugareños".
Brian DuMoulin contó que, en general, los agentes de ambos países saben quiénes son, pero, por ejemplo, en una ocasión, cuando un nuevo oficial fronterizo canadiense vio a su esposa y su hermana delante de la casa les exigió que se reportaran en el puesto pertinente. De allí, su incomodidad que dificulta su venta.
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