El senderismo es una actividad relajante que puede confundirse con otras disciplinas o englobarse dentro de ellas debido a su similitud, tales como el excursionismo, el montañismo o el trekking. Sin embargo, si a esta actividad al aire libre se le suman la adrenalina y el vértigo, se convierte casi en un deporte extremo.
Esto es lo que ocurre en el Caminito del Rey, ubicado en las paredes del desfiladero de los Gaitanes, en la provincia de Málaga, comunidad autónoma de Andalucía, España. Se podría decir que es el paso más peligroso del mundo gracias a su increíble altura máxima de 105 metros y su vertiginoso puente colgante.
Este camino volvió a abrir al público en el 2015, luego de 14 años y una restauración que costó 5,5 millones de euros. El motivo de su largo período de cierre desde el 2001 fue la muerte de cinco personas que cayeron al precipicio entre los años 1999 y 2000. Desde su reapertura hace dos años, el Caminito del Rey recibió ya a 600.000 turistas que pagan 10 euros por esta temeraria caminata.
Luego de su restauración, es una de las atracciones más increíbles del lugar, y por cuestiones de seguridad y para mantener la estructura, por año no pueden entrar más de 300.000 personas. Abre de martes a viernes, si así lo permiten las condiciones meteorológicas, y se estima que el visitante promedio lo recorre en cuatro o cinco horas.
El Caminito del Rey era un lugar de senderismo extremo antes de que se instalaran rejas de seguridad y se reforzara su estructura. Atraía más que nada viajeros aventureros y temerarios ávidos de una experiencia única y peligrosa. Supuestamente, por más de que ahora la sensación de vértigo provoque miedo en algunos, ya no habría motivos para sentir temor.
A pesar de los 14 años en los que permaneció cerrado, los turistas continuaban aventurandose por este camino, saltándose las medidas de seguridad impuestas para evitar estas situaciones e ignorando la amenaza de una multa de más de 4 mil euros. ES por eso que las autoridades locales prefirieron restaurarlo para no poner en peligro la vida de los menos cautos.
Accesible desde los pueblos de Ardales y Álora este camino de más de 100 años había sido construido originalmente como un sendero para los trabajadores de las plantas hidroeléctricas cercanas.
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