Cuando llegaba el fin de los "locos años 20", el magnate y fundador de Chrysler Motors Corporation, Walter Chrysler, tuvo una idea. Se reunió con el prestigioso arquitecto William Van Alen con una comisión para que diseñe la nueva base de operaciones de su compañía en el corazón de Manhattan, Nueva York.
Su objetivo era claro: quería construir el edificio más alto del mundo, título que por 40 años y hasta ese momento ostentaba la Torre Eiffel en París. Quería ganarle a Francia y con glamour y ostentación: la estructura resultante, que adorna el skyline neoyorquino hasta el día de hoy- es el brillante testamento Art Decó de la época, con su corona de hierro radiante, ventanas cuyos reflejos estallan con la luz solar y motivos de decoración automotrices.
Sin embargo, antes de que la construcción entre en marcha, Van Alen tuvo un momento de shock. Se enteró de que su rival, H. Craig Severance, ya había comenzado una obra monumental: una torre ubicada en el número 40 de Wall Street, en la parte baja de Manhattan, que también tenía la intención de ser la estructura más alta del mundo. Algo había que hacer.
En ese instante comenzó un duelo descomunal y épico, que se caracterizó por constantes cambios de diseño en el medio de la construcción de ambos edificios, producto de la feroz competencia de los arquitectos, obsesionados por ganar esta riña arquitectónica para adueñarse del cielo de la Gran Manzana.
Cuando llegó el final de la obra del edificio de Wall Street, Severance colocó un poste de 15 metros de altura en la cúspide del rascacielos, lo que parecía señalar su victoria. Una vez que el rascacielos fue terminado, el arquitecto y el mundo entero estaban convencidos de que él había ganado. Pero Van Alen tenía un as bajo la manga.
Dentro del pináculo de hierro de su construcción, Van Alen había escondido una "aguja" de 56 metros, cuya existencia era desconocida por el público en general. Cuando su contrincante terminó el edificio, el arquitecto del Chrysler Building desplegó su toque final, otorgándole al rascacielos unos 319 metros de altura. Este truco le otorgó el título del "Edificio más Alto del Mundo", aunque disfrutó de su gloria por sólo 11 meses, ya que fue derrotado por el cercano Empire State Building.
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