Desde esta semana, la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) tiene nuevo presidente. En medio de la causa de los cuadernos y como adelantó Infobae hace tres meses, el abogado Julio César Crivelli es la nueva autoridad máxima de la entidad, en reemplazo de Gustavo Weiss.
La causa que instruye el juez federal Claudio Bonadio impactó de lleno en el sector, con varios empresarios involucrados y dos ex presidentes de Camarco en los últimos años –Carlos Wagner y Juan Chediak– declarando como imputados "arrepentidos".
El perfil de Crivelli es ecléctico. Titular de Crivelli y Asociados –un estudio especializado en Contratos de Construcción y Concesión de Obras y Servicios Públicos–, es integrante del Consejo Consultivo de COAS y profesor titular de la Universidad Austral. Fue presidente de la Asociación Amigos del Museo de Bellas Artes, escribió dos novelas (La Huida, con la que también se hizo un corto, e Inexorable) y fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad en 2017.
En las confesiones, en ningún caso se señala a la Cámara como ámbito físico o moral de la realización de estas supuestas maniobras
El nuevo presidente de Camarco asegura que buena parte de las funciones de su mandato, de un año con opción a otro en 2020, será evitar que vuelva a pasar lo que pasó. "Estamos estableciendo un nuevo sistemas de compliance para la Cámara, en el que ya trabajamos con KPMG. Tenemos 1.600 socios, la abrumadora mayoría son pymes del interior, y estamos trabajando con ellas también en cursos de ese tipo. Además, vamos a fortalecer nuestro código de ética, que existe hace más de dos años", le dijo a Infobae.
– ¿Los casos de corrupción fueron más responsabilidad de funcionarios o de los empresarios?
– Conozco poco de la causa, pero la apariencia es que habría habido una acción política. Un sistema de turnos que sólo se ordena con el poder.
– Los empresarios podrían haber dicho que no y no pagar…
– No quiero entrar en eso. Soy presidente de la Cámara y no puedo hacer juicios de valor sobre los empresarios. Son cosas que están en la causa. Acá hubo una sociedad que votó tres veces a un gobierno sabiendo que todo esto pasaba. Es muy difícil: ¿uno tiene una empresa de 100 años y admite que deje de existir por no entrar en el sistema? Es muy difícil.
– ¿Cree qué esta causa va a terminar con condenados?
– Creo que sí, pero siempre que se produzcan pruebas. De la lectura de los diarios sólo se ve las confesiones de algunos. Con eso no van a meter preso a nadie. Hace falta trabajar en la causa y hacer pericias. Por lo pronto, va a durar mucho tiempo.
– ¿Cómo está hoy la Cámara que le toca presidir?
– La Cámara representa las tres grandes vertientes de la construcción: la obra pública, la obra privada y vivienda. Las dos últimas no tienen nada que ver con los cuadernos y son las que más importantes en ingreso y en cantidad de empresas. En las confesiones, en ningún caso se señala a la Cámara como ámbito físico o moral de la realización de estas supuestas maniobras.
Las empresas son un activo de la sociedad y matarlas no es algo bueno, siempre se intenta salvarlas más allá de las condenas de sus directivos o accionistas involucrados en temas de corrupción
– ¿Hay involucrados en la causa que aún son miembros de la entidad?
– Hubo una renovación total del consejo. Todos los consejeros firmaron una declaración jurada que dice que no están involucrado en ningún proceso de ninguna índole, y si llegan a estarlo en el futuro esa nota funciona como una renuncia. No queda nadie de las personas involucradas en procesos. Ahora hay que afrontar un año difícil: en obra pública no hay presupuesto; en la privada los inversores tienen miedo y están frenados por las distorsiones macro; y en vivienda, los inversores y los compradores están afectados por la crisis. Toda la industria de la construcción está muy afectada.
– ¿De qué manera?
– Todo lo que pasa es malo para el sector porque las empresas tienen una contingencia tremenda y están sin crédito. En todo el mundo se diferencia mucho a las empresas de los empresarios. Las empresas son un activo de la sociedad y matarlas no es algo bueno, siempre se intenta salvarlas más allá de las condenas de sus directivos o accionistas involucrados en temas de corrupción.
– ¿Qué espera de su gestión?
-Los cuadernos tienen que ser un quiebre, sobre todo en la administración de los contratos. Sin acción política estos supuestos hechos no se hubiesen producido. Lo demuestra este Gobierno: hay una competencia furibunda con algunos precios por debajo de los valores técnicos. Esto se resuelve con arbitrajes, que se dirimen en tres o cuatro meses. Eso transparentaría enormemente la obra pública. Sería un gran logro. También está el tema de la vivienda.
– ¿Cómo sería?
– La vivienda siempre fue considerada erróneamente una cosa pública: hay que hacer 100.000 viviendas por año, cuando no pasamos de 34.000 con el Fonavi y similares. Este gobierno por suerte entendió que en este es un tema privado y puso las UVA, pero no tomó el ejemplo de EE.UU. y la región y no subvencionó a la vivienda con desgravaciones impositivas.
– ¿Por qué aceptó la presidencia de Camarco?
– Tengo una larga tradición en la industria, de dos generaciones. Mi padre fue vicepresidente de la Cámara. Tuvimos una empresa de ingeniería muy importante que hizo el Banco de Londres, el Sheraton y el edificio de Somisa, donde hoy está la Jefatura de Gabinete. Mi padre y sus socios murieron y esa empresa cerró, pero yo seguí vinculado a la industria como abogado. Me habían ofrecido la presidencia antes del tema de los cuadernos. Es un gran desafío.
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