De acuerdo con un informe del Instituto Global McKinsey, publicado en el sitio del Foro Económico Mundial, casi la mitad de todo el trabajo que se realiza en la actualidad podrá ser automatizado para el año 2055.
Sin embargo, una variedad de factores, incluyendo la política y la opinión pública hacia la tecnología, podría postergar esta tendencia otros 20 años más.
El autor del informe, Michael Chui, es un experto en Big Data e Innovación. Hizo hincapié en que el avance de la robótica y la sistematización del empleo no quiere decir que vamos a estar inundados de desocupación masiva en las próximas décadas.
"Lo que deberíamos estar haciendo es tratar de resolver el problema de la 'redistribución de masas'", afirmó el experto. "¿Cómo podemos hacer para que las personas convivan junto a las máquinas en el trabajo, a medida que avanzamos?", se preguntó.
El informe sugiere que el movimiento hacia la automatización también traerá consigo un aumento global en la productividad: "Sobre la base de nuestros modelos de escenarios, calculamos que la automatización podría aumentar el crecimiento de la productividad global de 0,8 a 1,4 por ciento al año". La eliminación de la capacidad de error humano, el ausentismo por enfermedad, fatiga o malestar general pueden ayudar a aumentar la productividad en cualquier tarea susceptible de ser automatizada.
UNA TENDENCIA GLOBAL
El análisis del Instituto Global McKinsey consideró una diversidad de funciones en la economía de distintos países del mundo que podrían ser reemplazadas por la automatización, con la aplicación de tecnologías ya demostradas y utilizadas en la actualidad.
La Argentina y Chile se encuentran en un punto intermedio, pues entre el 47 y el 49 por ciento de los empleos podrían ser reemplazados por las máquinas en las próximas cuatro décadas. En ese mismo escalafón se encuentran economías más desarrolladas, como las de Alemania, España o Polonia.
Porcentaje ponderado de actividades que pueden ser automatizadas con la adaptación de tecnologías actualmente demostradas:
En otras economías emergentes la posibilidad de automatización de las tareas es aún mayor: para Turquía, Rusia, China, India, Brasil, Indonesia, Malasia y Marruecos es entre 49 y 51 por ciento. También para Italia.
Curiosamente, en economías desarrolladas como Japón y Corea del Sur el potencial de la automatización de tareas supera el 51%, a la par de países menos desarrollados como Tailandia, México, Perú, Colombia, Kenia o Costa Rica.
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Para EEUU y Canadá, entre el 45 y el 47 por ciento de las funciones laborales podrían automatizarse hacia 2055. En ese escalafón también se ubican las economías de la más variada matriz productiva, como Irán, Arabia Saudita, Austria, Suiza y Suecia.
En tanto, en el rango con menor capacidad de automatización (menos del 45% de las tareas), se ubican Francia, Reino Unido, Australia, Sudáfrica, Nigeria y Noruega.
IMPACTO EN EL EMPLEO
Muchos de los debates sobre la automatización rondan en el impacto que tendrá en el trabajo manual. Sin embargo, mientras que es fácil ver cómo la robótica puede hacerse cargo de las tareas de fabricación precisas y repetitivas, el aumento de la inteligencia artificial (AI) está permitiendo que más tareas basadas en la cognición puedan ser también asumidas por las computadoras.
Chui explicó que "en un 60% de las ocupaciones, más del 30% de las cosas que la gente hace podría automatizarse, ya sea mediante robots o la inteligencia artificial, aprendizaje automático y el aprendizaje profundo. Todas estas tecnologías de las que estamos escuchando están más y más cerca".
La automatización del trabajo traerá consigo un aumento global en la productividad
Chui consideró que la redistribución de la fuerza laboral permitirá perdurar a la mano de obra humana y evitar la pérdida del empleo. El informe cita como ejemplo el paso de la agricultura a la industria como otro punto de la historia durante el cual se produjo la redistribución de la población, con una masiva migración del campo a la ciudad. Por ejemplo, en el transcurso del siglo XX y en la actualidad, los Estados Unidos han pasado de tener 40% de la fuerza laboral en la agricultura a menos del 2 por ciento. "No tenemos el 30% de desempleo ya que, de hecho, encontramos cosas nuevas para que las personas hagan en la economía", argumentó Chui. "Así que hemos sido históricamente capaces de hacerlo", subrayó.
Sin embargo, el tránsito hacia la automatización de la producción no es tan claro como lo fue el de la agricultura a la industria. La revolución industrial creó nuevas funciones para millones de personas, a la par del desarrollo de maquinarias que asumieron un papel más importante para la producción agrícola, proveedora de alimentos para todos ellos.
La automatización puede crear algunas nuevas funciones para algunos trabajadores altamente calificados, pero otros -especialmente los trabajadores de baja calificación- pueden quedar marginados, sin una función específica. Por esta razón, algunos expertos están postulando el establecimiento de una renta básica universal (UBI, sigla en inglés de Universal Basic Income) como la única manera de garantizar un medio de vida a los trabajadores desplazados.
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Durante su administración, el ex presidente de EEUU Barack Obama vio que la automatización y la aplicación de una UBI comenzarían a entrar en nuestros debates políticos. Estamos en la infancia de estas ideas, pero para comenzar una discusión seria sobe el futuro es necesario estar listos para hacer frente preventivamente a estas cuestiones, antes de estar obligados a por las circunstancias.