Es una pena que los ciudadanos de Peronia no comprendan las costosísimas distorsiones que genera el déficit del Estado. En los últimos días estamos observando una recurrente apreciación del Peso argentino frente al Dólar norteamericano. Analicemos dos escenarios que podrían ocasionar apreciación cambiaria.
Primero, Argentina aumenta su productividad traduciéndose en mayores exportaciones. Dichas exportaciones generarían un ingreso adicional de dólares que, ceteris paribus, propagarían una apreciación de la moneda local, en este caso el Peso argentino, frente al Dólar norteamericano. En este caso, la apreciación estaría explicada por un incremento de productividad que nos hace más ricos medidos en dólares. En este escenario, la apreciación se daría por razones correctas.
Segundo, Argentina aumenta el tamaño del Estado en un intento de esconder desempleo. Todo incremento de gasto, ceteris paribus, debe ser financiado de alguna forma. En Peronia, por momentos decidimos hacerlo emitiendo moneda local, como en la administración peronista anterior, lo cual nos llevó a una hiperinflación potencial que el actual BCRA pudo contender vía absorción monumental de pesos y tasas muy altas, en especial durante el 2016. La administración actual ha decidido ser anti-inflacionaria pero no ha decidido ser anti-deficitaria. Por lo tanto el dilema permanente de Peronia permanece intacto: ¿cómo financiamos nuestro gasto en exceso? Claramente, la administración actual ha decidido ir por la otra vía del financiamiento: emisión a escala de deuda externa tanto soberana como provincial. En este escenario, los dólares que ingresan vía deuda externa, aprecian al Peso Argentino PERO por razones incorrectas. Insisto con un aspecto: la apreciación cambiaria per sé no me importa, en definitiva es un precio relativo y coma total, en el largo plazo determinará un equilibrio en la asignación de recursos. Lo preocupante es el causante de la apreciación: DEUDA EXTERNA PARA FINANCIAR DEFICIT FISCAL.
En el escenario actual, la apreciación cambiaria es consecuencia del endeudamiento, que a su vez se origina por déficit fiscal en exceso. Esto claramente no es un equilibrio de largo plazo y el gran desafío de la sociedad argentina (OJO, noten que menciono a la sociedad y no al Gobierno), será tomar la decisión en algún momento de hacer una de dos cosas. Cosa 1: tornar el déficit en superávit fiscal, para ello los ciudadanos de Peronia, fervientes defensores de un Estado grande, bobo, corrupto y deficitario, deberán hacer algo que no les gusta: exigirle al Estado un drástico cambio en su patrón de gasto; probabilidad asignada a este escenario: 0.01%. Cosa 2: lograr que la economía argentina crezca a tasas chinas y con ello podamos licuar el ratio de deuda/PBI que viene creciendo y seguirá haciéndolo durante los próximos años. Con dicha licuación, Peronia podría alcanzar un sendero estable a largo plazo. Lo interesante es que para ello, los ciudadanos de este bendito terruño populista, deberán apoyar una formidable reestructuración de la economía argentina, fomentando entre otras cosas la productividad, la competitividad, la seguridad institucional, claves del crecimiento. Si este fuese el caso, la ciudadanía debería ir en contra de algo que defiende desde hace 70 años: el proteccionismo "argento", patrimonio nacional y popular; probabilidad asignada a este escenario: 0.01%.
Con limitadísimas excepciones, el nivel de la clase política argenta es cruelmente lamentable, por lo tanto, esperar de ellos un cambio resulta en un ejercicio utópico y hasta metafísico. Asignemos una probabilidad del 0.01%. Por lo tanto, la carga del cambio debería recaer en la sociedad argentina, una sociedad que prefiere pagar más por una pizza que por el costo del agua, de la luz o del gas pero que la vez, se queja de la inflación que la no-corrección tarifaria genera. En esas circunstancias es evidente que nosotros, los argentos, somos aún más impresentables que los políticos que nos representan. Por lo tanto, que el cambio provenga directamente de los argentos es un evento que me animo a definir con probabilidad 0%.
La administración de Macri ha decidido ser anti-inflacionaria pero no anti-deficitaria
Hace SETENTA AÑOS que venimos observando una y otra vez las catastróficas consecuencias de un Estado que gasta más de lo que genera. Hace SETENTA AÑOS que venimos padeciendo las innumerables distorsiones de un Estado deficitario que para sobrevivir nos quita vorazmente recursos privados, nos niega infraestructura básica, nos devalúa la educación, nos limita ferozmente la seguridad y aun así los ciudadanos de Peronia defienden a un Estado enorme creyendo que con ello se fortalece a la soberanía nacional. Y en este andar SIEMPRE deficitario, absorbemos innumerables distorsiones macroeconómicas: de una hiperinflación en el 89 saltamos a un default en el 2001 que mutó otra vez a un hiperinflación potencial que no explotó en 2016 como tal sólo porque el BCRA decidió sacar gran parte del circulante vía emisión de deuda en pesos de corto plazo lo cual no fue gratis dado que engrosó el cuasi-fiscal y hoy nuevamente abrimos las puertas al alquímico endeudamiento externo. Es sorprendente a la vez observar la hipocresía de una ciudadanía que "odia al capitalismo norteamericano" a la hora de pagar sus deudas pero "se silencia cómplicemente" al tiempo de endeudarse para que dicho endeudamiento financie la no-reducción del Estado.
Mi conclusión: Peronia no tiene solución posible. Le asigno a un cambio genuino una probabilidad del 0.01%. Y mientras tanto seguiremos observando una corrección fiscal que no viene y una deuda que sigue creciendo firmemente saciando el apetito voraz de no-corrección fiscal del que padecemos los ciudadanos de Peronia. La apreciación cambiara es sólo un detalle de la encrucijada de los argentos.
(*) Germán Fermo. Ph.D. in Economics, UCLA, Máster en Economía CEMA. Es director de MacroFinance y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.