La obsecuencia "argenta" resultó ser un error carísimo. El kirchnerismo escribió el anti-manual de la economía, un delirio con destino de black-hole keynesiano que hasta al mismísimo Keynes o incluso Marx alarmaría. Es uno de esos clásicos manuales de anti-economía que uno debería guardar siempre en la biblioteca, pero, del lado de atrás. Y en ese entorno de comunismo improvisado, sumamente voraz y fiscalmente devastador existía, sin embargo, un ejército de personajes que adulaban al anti-modelo independientemente de sus obvias y marcadas inconsistencias, intentando justificar lo impresentable; así quedamos y así de mucho nos costará semejante obsecuencia permisiva. Hoy, el kirchnerismo quedó relegado a los dinosaurios de Spielberg, pero no así la siempre presente obsecuencia argenta, esa a la que le sienta cómodo sonreirle al poder de turno, sin cuestionar nada, más aún cuando detrás del no-cuestionamiento venga la no-corrección, el no-ajuste y por lo tanto, el mayor consumo financiado con déficit y endeudamiento. Somos un terruño de individuos hipócritamente congraciantes del poder. Y en este entorno, me preocupa que estemos girando estúpidamente a otro extremo tan peligroso como el anterior: de los absurdos aplaudidores kirchneristas pasemos ahora a una"políticamente correcta" legión de obsecuencia macrista.
Cambiemos resultó ser tan deficitario como el kirchnerismo. Heredamos del peronismo el desastre fiscal actual que lo inhibe por lo tanto, de autoridad moral para criticar. El peso de la reflexión resta entonces en la parte no peronista de la ciudadanía, aquélla que votó por una metamorfosis genuina. El oficialismo es responsable de un mejor clima negocios, de coherencia monetaria y financiera, y podría seguir con una lista de logros con los que Cambiemos ha beneficiado a la sociedad, lo celebro, apoyo y agradezco. Pero al mismo tiempo, este gobierno no pudo resolver la principal asignatura de mi lista: reducción del descontrolado déficit fiscal, en esto Cambiemos resultó ser tan kirchnerista como el gobierno anterior poniendo incluso de moda un slogan convenientemente exonerante: "no podemos achicar al Estado por restricción social" y en Peronia la obsecuencia acepta calladita y sin chistar, es más, no sólo convalidamos no achicarlo sino que nos estamos enterando que el plan es agrandarlo. Yo me pregunto: ¿por qué no? Eliminar ñoquis e ineficiencia fiscal no implica violar restricciones sociales. Se relaciona por el contrario, con el respeto que el gobierno debería mostrar a una ciudadanía que está asfixiada impositivamente y observa a la vez un claro despilfarro fiscal, el cual parecería no ser prioridad de nadie. Entiendo la restricción social pero la misma no debería convertirse en excusa permanente para mostrar una notable displicencia en el manejo del gasto. Percibo mucho economista que por temor a equivocarse se está parando muy cerca de la media y al hacerlo se convierte en uno neutral, inservible, amebático y por sobre todo, peligrosamente obsecuente. Peronia está quedando LONG crecimiento incierto y SHORT deuda cierta, muy unhedged, esto es sustancialmente peligroso, en especial cuando observo una creciente legión de obsecuentes aplaudiendo semejante apuesta. Voté por un cambio genuino, no por una secuencia interminable de excusas y en su lugar sin embargo, percibo que me enchufaron displicentemente más keynesianismo, mayor deuda, más impuestos potenciales y por sobre todo, más gasto; bajo este gobierno el Estado se sigue agrandando.
El monstruo "políticamente incorrecto" vs. la ameba silenciosa. Ya se puso de moda aceptar la peronización de Cambiemos, su gradualismo apalancado, la no-corrección del déficit y su consecuente financiación vía deuda externa y excesiva taxabilidad al ciudadano, como si sólo fuese un detalle trivial. Detrás de la línea "políticamente correcta" sistemáticamente orquestada desde el marketing del oficialismo en todos sus frentes, parecería estar pululando ahora una equivalente línea pro-establishment, sumamente obsecuente y por sobre todo siempre, sin excepción también, "políticamente correcta", no vaya a ser cosa que se caiga una gota de sinceridad y lo que se diga no guste. Me pongo, por lo tanto, del lado donde prefiero estar: soy orgullosamente un monstruo "políticamente incorrecto" porque siento que a partir de la crítica sincera, inteligente, picante y bien intencionada se genera valor a partir del debate, un debate que muchas veces el "político de turno" prefiere eludir; por el contrario, convertirse en una ameba aplaudidora, no sirve. Cuando escribo de economía respeto con mi sinceridad a quien me lee y no busco por lo tanto en el proceso, algún carguito público o por ahí, algún que otro honorario por consultoría. Y siento a veces, que mucho economista no opina porque percibe que un comentario crítico a este gobierno "no queda bien", lo "políticamente correcto" en la Peronia de hoy parecería ser un imprudente y tal vez, muy conveniente, apoyo obsecuente.
Detrás del no-cuestionamiento viene la no-corrección, el no-ajuste y por lo tanto, mayor déficit y endeudamiento
¿Me pensás "taxar" al 45% y no se te mueve un pelo? A un gobierno que displicentemente propone seguir gastando de más y financiar la brecha con más impuestos y deuda le digo: no está bien hacerlo y el tiempo de ser "políticamente incorrecto" es ahora, no dentro de cinco años cuando sea demasiado tarde. No quiero pagar un peso más de impuestos para bancar a los ñoquis del Estado, esos ñoquis a los que Cambiemos tiene miedo de despedir, porque hacerlo iría en contra de su propio marketing: la filosofía de lo "políticamente correcto", "la buena onda" y el "está todo OK". Cambiemos no se anima a encarar una reestructuración del Estado que a esta altura ya es obligatoria y decidió sin embargo, imponer sobre el ciudadano privado pagador de impuestos toda la carga de su no-ajuste con un absurdo y estrafalario impuesto a la ganancias potencialmente al 45%, ese ajuste que no se hace precisamente por querer sonar todo el tiempo "políticamente correcto" y ganar mayor predilección del siempre sobornable electorado argentino. Me pregunto: si se llegase a dar el impuestazo del 45%, tendremos a la Corte Suprema de Justicia bloqueando la medida por confiscatoria como lo hizo con las tarifas o ¿eso se consideraría "políticamente incorrecto"?
La empresa cambió de CEO pero sigue quebrada. Cambiemos es un gobierno lleno de excusas y con pocas ideas y ante su ausencia, planean taparnos de gasto público, endeudamiento e impuestos.Siento a veces que nos dejaron una empresa quebrada, llegó un nuevo CEO que cambió la alfombra y pintura, puso buena música de fondo, globos amarillos en las ventanas, muy buena onda y activó a la vez, cinco líneas nuevas de tarjetas de crédito para endeudarse, pero al cierre del ejercicio, el rojo culmina siendo más severo que cuando asumió: la Peronia de Cambiemos resulta ser la empresa quebrada de la metáfora. Así como comprendo la enorme restricción social, también me resulta necesario criticar la tibieza con la que este gobierno ataca el principal problema que padecemos desde hace 70 años: gasto público en exceso. Cambiemos decidió financiar menor costo político a cambio de mayor gasto, mayor deuda y mayores impuestos para una sociedad privada que ya no da más en materia de presión fiscal y parecería sin embargo, no importarlo un cazzo.
Sin Plan B: siempre que gastamos de más terminamos mal: ¿por qué esta vez sería diferente? Escucho al oficialismo decir: "No nos preocupa el gasto porque los ingresos crecientes licuarán al mismo". ¿Y si esto no ocurre, qué hacemos? Me siento en la obligación de alertar que el escenario de crecimiento no es el único posible y no por ello quiero sonar estúpidamente apocalíptico, sólo me permito ser oportunamente crítico, no obsecuente y seguramente, "políticamente incorrecto". Existe un escenario en donde si todo sale mal probablemente la Peronia de hoy culmine "defaulteando" como la Peronia de ayer: no queda claro cuál es el Plan B a un crecimiento apalancado que podría no darse. Argentina quedaría expuesta a un escenario donde el exceso de leverage pueda no generar crecimiento necesario y sin Plan B, nos encontraríamos en un par de años estrangulados en otro grotesco y potencial default. Percibo que este status-quo de ajustar poco, de gastar mucho, de intentar un rebote fuerte de la economía argentina vía endeudamiento, ha sido tomado por muchos como un escenario base de altísima probabilidad y eso no necesariamente es verdad. Tengo la preocupante sensación de que no nos estamos animando a enfatizar los riesgos que este accionar implica y eso es muy peligroso en especial, para un terruño que "defaulteó" hace sólo quince años. La no reducción del déficit y su financiación vía endeudamiento externo denota una formidable debilidad potencial de la estrategia económica perseguida por este gobierno y son muy escasos los que se atreven a advertirlo. Es el momento de decirle "NO" a la ameba interior y tornarse todo lo"políticamente incorrecto" que este gobierno por cuestión de marketing político, no se permite.
(*) Germán Fermo. Ph.D. in Economics, UCLA, Máster en Economía CEMA. Actualmente se desempeña como como Head de Estrategia de Argenfunds, Director de MacroFinance y como Director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella.