Pacto clave entre el Tesoro y el Central para hacer subir el dólar

El Gobierno decidió reaccionar para no se siga profundizando el atraso cambiario. Buscan que el tipo de cambio mayorista tenga un nuevo piso en $16

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A partir del mañana, el Gobierno nacional y las provincias no venderán un sólo dólar más a través del mercado cambiario. El 100% de las divisas que salgan a ofrecer por las colocaciones de bonos que efectuaron en los últimos meses serán compradas por el Banco Central. El objetivo es más que claro: reducir sustancialmente la oferta del mercado cambiario para impulsar la cotización del dólar.

La decisión fue adoptada la semana pasada en forma conjunta por los tres referentes del equipo económico: el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, el ministro de Finanzas, Luis "Toto" Caputo y el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger. Y la orden bajó directamente de Mauricio Macri: "Tenemos que hacer algo con el dólar", les dijo el Presidente ante las evidencias cada vez más indisimulables del atraso cambiario y su impacto en el sector industrial.

El nuevo esquema significa un importante cambio respecto a la política que se venía manteniendo hasta ahora. Según se había pactado a principios de año, el Central sólo compraría los dólares al Tesoro, pero por el contrario las provincias debían hacerlo directamente en el mercado cambiario. Incluso esta estrategia se había suavizado en las últimas semanas, ya que en varias oportunidades el Banco Nación había salido a vender dólares a cuenta del Gobierno Nacional, ante la reticencia del BCRA de intervenir. Esas ventas hicieron desplomar aún más la cotización.

Las provincias aún deben vender la mayor parte de los dólares que consiguieron en las últimas emisiones de deuda.

Las provincias colocaron una importante cantidad de bonos en lo que va del año. Entre otras Buenos Aires, Córdoba, Chaco, Entre Ríos y más recientemente La Rioja y Santa Fe. En los próximos días lo también Tierra del Fuego. En total fueron 2.800 millones de dólares a lo que se suman otros 7.000 millones emitidos por el Gobierno en enero. En total nada menos de 10.000 millones de dólares que el sector público consiguió en los mercados internacionales de deuda. Y la semana que viene el Gobierno sumará el equivalente a otros 500 millones por una nueva emisión de títulos en francos suizos.

En lo que va del año el BCRA ya le compró alrededor de 2.000 millones de dólares al Tesoro. Las provincias, en cambio, fueron vendiendo las divisas conseguidas por la colocación de bonos directamente en el mercado. Pero ahora tendrá mucho más trabajo. Las millonarias compras de dólares que tendrá por delante lo obligarán a emitir una verdadera montaña de pesos, que luego tendrá que absorber vía Lebac o pases pasivos, asumiendo un costo adicional en esa tarea.

La novedad ahora es que tanto Nación como las provincias tendrán directamente vedado el acceso al mercado cambiario. La apuesta es que la demanda que hoy tiene el mercado sea suficiente como para darle impulso a la cotización del dólar. La compra de billetes por parte del público para atesoramiento (ahorro) es significativa. Sólo en el primer bimestre sumaron más de 4.500 millones de dólares, ante la posibilidad de comprar un activo que está barato y claramente retrasado en relación a la inflación acumulada en el último año. Se trata de una cifra récord en los últimos 15 años.

El Central tendrá tarea adicional,  ya que deberá salir a absorber los pesos que utilice para comprar las divisas.

El objetivo es que esta reducción en la oferta de dólares ayuda al tipo de cambio a tomar impulso. La cotización mayorista se ubica en $ 15,55, un valor prácticamente idéntico al de hace un año, contra una inflación acumulada en los últimos doce meses del 35%. Consecuencia: la Argentina volvió a transformarse en un país muy caro en moneda dura.

El objetivo del equipo económico es que el tipo de cambio mayorista tenga un nuevo piso de por lo menos 16 pesos, mientras que el minorista debería pasar a un rango de 16,30 a 16,50. Prolongar un atraso cambiario artificialmente siempre tuvo consecuencias nefastas en la Argentina. Y ahora con un tipo de cambio flexible es un poco más fácil de evitar que en el pasado.

Sturzenegger arrancó el año con la intención de intervenir lo menos posible o directamente dejar que el dólar flote libremente. La postura "libremercadista" tenía su lógica: si el público o las empresas perciben que el tipo de cambio está muy barato entonces saldrán a comprar hasta alcanzar un precio de equilibrio. Pero este razonamiento choca contra el aluvión provocado por un sector público que busca sumas millonarias en los mercados internacionales para hacer frente al déficit fiscal, volcándolas luego en el mercado cambiario. Ese endeudamiento genera que el dólar siga planchado o incluso con tendencia a la baja.

Pero ahora el Central se vio obligado a cambiar el libreto. Hasta el tipo de cambio real multilateral, que mide si la Argentina se encareció o no en relación a sus principales socios comerciales, mostró un fuerte deterioro en los últimos dos meses. En febrero el peso se apreció 3,4% según este índice (el movimiento más importante desde mayo) y en marzo se mantiene la misma tendencia.

Otras mediciones más caseras también son contundentes en relación al atraso cambiario. El índice Big Mac que elabora la revista The Economist arrojó que el famoso sándwich cuesta en la Argentina 5,06 dólares, el mismo precio que en Estados Unidos, pero mucho más caro que en Chile (3,64 dólares), México (2,23) o incluso que en Europa (4,06). También fue récord el uso de tarjetas de crédito en el exterior durante las vacaciones.

Para el Gobierno resulta preocupante la fuga de capitales relacionada a la compra de dólares en los bancos. Pero lo más grave pasa por las dificultades que tiene el sector industrial para competir en este contexto. Luego de un año muy negativo, el atraso cambiario sólo genera más dificultades y provoca que muchas empresas no puedan competir contra la importación y mucho menos pensar en exportar.

Está por verse si esta nueva política cambiaria alcanza para empezar a darle más movilidad al dólar. Por lo pronto se avecina la liquidación de la cosecha gruesa, que tradicionalmente también implica el ingreso de muchas divisas entre abril y junio. Pero esta "inundación" podría verse algo atenuada. Sucede que las aceiteras tienen diez años para ingresar las divisas, por las nuevas regulaciones del Central. Y muchas tomarían la decisión de no liquidar hasta hacerlo con un dólar más adecuado. Eso sería clave para que la menguante oferta de dólares que se espera en las próximas semanas no vuelva a cobrar fuerza y continúe presionando al tipo de cambio a la baja.

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