La tercera medición de la Encuesta Permanente de Hogares que hizo el nuevo Indec arrojó, conforme a la estacionalidad que caracteriza al último trimestre del año, sendas disminuciones de los indicadores de oferta y demanda laboral, en comparación con los tres meses previos. En el primer caso representó el 45,3% de la población y en el segundo el 41,9% de los habitantes, en ambos casos de los 31 aglomerados urbanos relevados.
De ahí surgió que tras un primer dato de 9,3% de desempleo de la población económicamente activa, estimado para el segundo trimestre de 2016, como punto de partida del actual Gobierno, se registraron sendas caídas consecutivas a 8,5% en el tercero y a 7,6% para el cuarto. Tanto los datos del cierre de 2015, como del primer cuarto del 2016, quedaron en suspenso por el "Apagón Estadístico" que para ese período determinó el Indec.
La proporción de subocupados demandantes, esto es, de los trabajadores con una actividad remunerada inferior a las 35 horas semanales pero que desean infructuosamente emplearse por más tiempo, fue de 7,2% de la población que participó del mercado, unas 880 mil personas en los 31 aglomerados, y unas 1,4 millones a nivel nacional.
A primera vista surge una clara recuperación del empleo y, consecuentemente, una reducción del desempleo en el curso del segundo semestre de 2016, coincidentemente con la desaceleración de la inflación y alguna reanimación selectiva de la generación de riqueza.
El desempleo en los 31 aglomerados urbanos afectó a 937 mil personas, y la proyección al total país se elevó a unas 1,5 millones
Pero no se puede avanzar mucho más, no sólo por la señalada falta del dato de un año antes, sino porque durante los ocho años previos la virtual intervención del sistema de estadística restó credibilidad a los datos de ese período, ya que mostraban una sostenida baja de la desocupación en un contexto de estancamiento de la actividad agregada y de la ausencia de creación de empleos productivos: sólo se expandía la burocracia estatal, como se observó también en el último año, en particular a nivel provincial y municipal.
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De ahí que lo destacable de la nueva medición del Indec es que en la Argentina participa del mercado de trabajo sólo el 45,3% de la población, unos 10 puntos porcentuales menos que en el promedio mundial. Se trata de poco más de 4 millones de personas que esperan sumarse a la actividad productiva de bienes y servicios, pero que no aparecen en la estadística, porque no buscan ni desean emplearse.
Según la EPH, las provincias que registraron la menor tasa de participación de sus habitantes en el mundo del trabajo remunerado fueron Formosa 28,8%; Gran San Juan 31,9%; Santiago del Estero 35,8%; Gran Resistencia (Chaco) 36,1% y Viedma (Río Negro)-Carmen de Patagones (extremo sur de Buenos Aires) 36,6 por ciento.
Formosa (28,8%) y San Juan (31,9%) fueron las provincias con menor tasa de participación de la población en el mercado de trabajo
No fue casual que en esos casos se anotaran unas de las menores tasas de desempleo del país, al punto que en Viedma-Carmen de Patagones virtualmente se anotó pleno de la oferta laboral.
En el otro extremo, la mayor proporción de oferta laboral se anotó en la Ciudad de Buenos Aires, con 51,5% de los residentes, y aun así registró un desempleo inferior a 6% de la PEA. Los dos aglomerados que le siguieron, muy detrás, fueron los patagónicos Rawson-Trelew y Ushuaia-Río Grande, con 45% y 44% de sus habitantes, que según el Indec también acusaron una tasa de desocupación inferior al promedio nacional, con 5,9% en los dos casos.