La profusa emisión de deuda del gobierno nacional, provincias y empresas en el primer bimestre del año explica sólo en parte por qué el dólar no despega. Existe otro factor que es menos tenido en cuenta pero que cobra mayor relevancia a medida que pasan los meses: la entrada de fondos del exterior que buscan aprovechar las altas tasas de interés del mercado local.
Se trata de divisas que ingresan grandes fondos internacionales para aprovechar los altos rendimientos en pesos, que se potencian por la estabilidad del tipo de cambio. En su momento, el ministro de Economía Roberto Lavagna había impuesto una barrera a esos capitales de corto plazo, obligándolos a permanecer en el país al menos por un año. Pero esos controles fueron levantados ni bien asumió el gobierno de Cambiemos, en paralelo con la eliminación del cepo cambiario. Para bien o para mal, la economía argentina quedó así nuevamente expuesta a los movimientos de los "capitales golondrina" que pueden entrar y salir en cuestión de horas sin penalidad alguna.
El fuerte respaldo que le dio el Presidente Mauricio Macri a la política que lleva adelante el Banco Central para cumplir con la meta de inflación del 17% augura que el escenario de tasas altas continuará por un buen rato. Ya es sabido que los dos funcionarios que pusieron en duda la conveniencia del "apretón monetario" terminaron eyectados del gobierno: Alfonso Prat-Gay y Carlos Melconian. Es obvio que sus reemplazantes en el ministerio de Hacienda y el Banco Nación, Nicolás Dujovne y Javier González Fraga respectivamente, se cuidarán de no objetar dicha política.
También hay objeciones entre los empresarios por la política de altas tasas. Desde la UIA insisten en que genera dos efectos negativos: frena la actividad económica y plancha el tipo de cambio. La visión oficial es diferente: "Nada es más reactivante que bajar la inflación", reiteran desde la Casa Rosada.
La tasa de referencia que Federico Sturzenegger mantiene desde principios de año es de 24,75% anual. Durante el gobierno kirchnerista la reacción para darle algo de aire al dólar hubiera sido bajar sustancialmente las tasas. El objetivo sería volver menos atractiva la inversión en pesos para que aumente la demanda de divisas.
Pero hoy la lógica del Central es diferente: las elevadas tasas son fundamentales para bajar la inflación, independientemente de lo que suceda con el dólar. "Si el mercado percibe que el dólar está barato, entonces habrá más compradores y el precio se terminará equilibrando", explican.
Lavagna había impuesto una barrera al ingreso de capitales de corto plazo. Macri la levantó al eliminar el cepo cambiario.
El problema de este razonamiento es que el techo de inflación que se puso como meta para este año luce demasiado ambicioso. Entre febrero y abril el índice de precios aumentaría como mínimo 2% mensual en promedio, lo cual ya dificulta y mucho ese objetivo. Tampoco le creen los analistas. El último relevamiento de mercado que divulgó el Central arroja una estimación de 20,8% para el 2017. Conclusión: la baja de tasas tan esperada podría demorarse varios meses.
La experiencia de países vecinos no es del todo tranquilizadora. Durante el gobierno de Lula Da Silva, Brasil mantuvo una tasa de interés (Selic) muy alta en moneda local para bajar la inflación. Eso generó el ingreso de enorme cantidad de fondos del exterior que buscaban ganancias de corto plazo. El real bajó en aquellos años de 3,50 a sólo 1,50. La bonanza financiera tuvo fuerte impacto en la competitividad industrial.
Es difícil, por otra parte, que las paritarias respeten el objetivo del 17%. Los bancarios otorgaron el 24% y en las negociaciones que se avecinan ningún gremio pide abajo del 25%, complicando todavía más el cumplimiento de la meta oficial.
Tasas altas y un dólar planchado es el caldo de cultivo ideal para la reedición de la célebre "bicicleta financiera". Claro que en este caso hay condimentos especiales que no le dan tanta certeza a quienes se suban a pedalear. La gran diferencia con otras experiencias en la Argentina es que ahora el tipo de cambio es flotante, por lo que existe un nivel de incertidumbre sobre su comportamiento. Se trata de una sustancial diferencia con la "tablita" de Martínez De Hoz, la Convertibilidad o incluso el cepo cambiario. En otras palabras, ahora ya no existe seguro de cambio.
Apostarle al peso fue un gran negocio en los últimos meses. El boom entre los inversores es el bono de diez años y tasa fija en moneda local que el gobierno colocó en octubre último. El Bonte 2026 se colocó con un rendimiento de 15,5% y fue suscripto casi enteramente por inversores extranjeros, ante la mirada escéptica de los locales. Se trató de un verdadero hito para la Argentina. Cinco meses después, este papel subió un 20% y rinde apenas 13%. "Los inversores internacionales creen en la historia de la desinflación, porque ya la han visto en muchos mercados emergentes. Y si Argentina persiste en este camino conseguirá su objetivo", explicó uno de los banqueros involucrados en aquella colocación.
¿Qué asegura que el dólar no vaya a tener nuevos saltos en los próximos meses? La evolución del mercado local marca más de lo mismo para adelante. Además de nuevas emisiones de deuda de provincias y empresas, vienen los dólares de la cosecha gruesa. Y si bien los productores ya no tienen obligación de entrar las divisas (el gobierno ahora les dio diez años para hacerlo), igual ingresará una buena porción para pagar la producción local. Sólo la cercanía de las elecciones legislativas podría generar más "ruido" en el mercado cambiario.
La mirada debe estar puesta, por lo tanto, en episodios que sucedan en el exterior. El año pasado fueron el Brexit y la victoria de Donald Trump los que le dieron movimiento al tipo de cambio. Las elecciones de Francia o la nueva suba de tasas que definiría la semana próxima la Reserva Federal en Estados Unidos son dos temas que aparecen en el horizonte. Pero nadie está en condiciones de predecir dónde o cuándo podría explotar una nueva crisis que tenga impacto local.
Por lo pronto, el gobierno procura atravesar los próximos meses sin sobresaltos al menos desde lo financiero. El ministerio de Finanzas ya tiene lista la ingeniería para hacer frente al mega vencimiento de u$s 7.000 del mes próximo de Bonar X. Se estima que alrededor de u$s 1.000 millones serán rescatados este mes a través del blanqueo (ya que este bono permite entrar al sinceramiento fiscal manteniendo la multa del 10% hasta el 31 de marzo). Y los u$s 6.000 millones restantes saldrán del préstamo acordado con media docena de bancos internacionales. Este "repo" aún no fue desembolsado, pero el Tesoro lo solicitará sólo un par de días antes de enfrentar el pago del 17 de abril. Será el más abultado desde los u$s 10.000 millones que Néstor Kirchner canceló con el FMI en enero de 2006.