El sector lechero atraviesa lo que algunos productores llaman la peor crisis de los últimos años. Es que en las últimas semanas aparecieron novedades que, de concretarse, cambiarían el escenario en el negocio de la lechería.
En este contexto dramático del sector, La Serenísima –de Mastellone Hnos–anunció por medio de un comunicado que a fines de julio cerrará una planta clasificadora de leche cruda en Rufino, en la provincia de Santa Fe.
Según señalaron desde la empresa, la decisión responde al "estancamiento en la producción nacional que llevó a que el año pasado el país produjera 9.500 millones de litros de leche, cifra menor a lo producido en 1998".
"Una conjunción de varios factores provocó una importante caída en la producción nacional, afectando el nivel de actividad de todo el sector en general y de nuestra empresa en particular. Como consecuencia de ello, la planta no está en condiciones de procesar la cantidad mínima de leche para ser sustentable operativamente", indicó la empresa en el comunicado.
También mencionó "la competencia con empresas que operan en la marginalidad, que impacta negativamente en el recibo de leche de la compañía y la adversidad climática significativa, que redujo la cantidad de tambos remitentes".
Aunque los trabajadores no serán despedidos –la compañía ofreció al personal la posibilidad de traslado a otros establecimientos de la empresa– está claro que la clausura de la planta marca de alguna manera la feroz crisis del sector.
La otra láctea nacional en aprietos es SanCor. La cooperativa libró cheques sin fondos a proveedores por $280 millones, de los cuales $17,5 millones ya fueron levantados con nuevos cheques de pago diferido, según registros del Banco Central. Además, la compañía secó la producción en lagunas de sus plantas. Aunque no suspendieron ni despidieron al personal, están atrasados en los pagos de salarios.
Una posible solución –aunque temporal– que estarían manejando los directivos de la cooperativa es un crédito por USD450 millones, algo que le permitiría salir del ahogo financiero por el que atraviesa.
En junio del años pasado, SanCor cerró su balance con pérdidas del orden de los $2.421 millones, una cifra muy superior a la registrada durante los ciclos 2014 ($447 millones) y 2015 ($263 millones), que ya habían sido críticos.