Desde el inicio del mandato el presidente Mauricio Macri tiene la intención de darle un impulso a la industria automotriz local a través de una mayor participación de piezas nacionales en los autos fabricados en el país. Hoy los autos "industria argentina" tienen cerca de 77% de componentes importados.
Para atenuar la salida de divisas y reforzar esta actividad industrial, en marzo del año pasado se presentó un plan de exenciones impositivas para aquellas fábricas que produzcan vehículos con un contenido mínimo nacional del 30% y objetivos de integración superiores al 50 por ciento.
Además, en junio del año pasado Macri anunció el proyecto de Ley de Producción Autopartista, que también contempla que las unidades fabricadas en las terminales argentinas cuenten con, al menos, un 30% de autopartes nacionales.
La preocupación oficial obedece a que año tras año la dependencia de piezas e insumos importados para ensamblar vehículos en el país es mayor. Dos consecuencias negativas derivan de esta tendencia: por un lado el déficit comercial del sector se profundiza con el tiempo; por el otro, la mayor importación significa menos empleo para la especializada mano de obra local que requiere esta industria.
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Un informe de Investigaciones Económicas Sectoriales (IES) indicó que en 2016 el déficit comercial del rubro autopartista ascendió a USD 7.321 millones, luego de importaciones por USD 8.841 millones y exportaciones por 1.520 millones de dólares.
Aún cuando el rojo de la balanza comercial de autopartes se redujo 12,5% respecto de los USD 8.363 millones de 2015, esto tuvo que ver con la caída de la producción automotriz argentina, que cedió 10,2% el año pasado.
Si se considera que en 2016 se importaron autopartes por USD 8.841 millones y se construyeron en el país 472.776 automóviles y utilitarios, el promedio de importaciones de piezas e insumos por cada unidad nacional asciende a 18.700 dólares.
Este es un monto récord, por encima de los USD 16.107 por unidad de 2013 y los USD 16.066 de 2012.
"El resultado negativo con Brasil alcanzó el 21,8% del total, lo cual implica que el 78,2% del déficit comercial se origina por las importaciones desde terceros países, principalmente China, EEUU, Tailandia y Alemania", señaló el informe de IES. Así, el estudio resaltó que "el responsable del déficit del sector no es Brasil, sino estos países".
Para el director de IES, Alejandro Ovando, "las perspectivas hacia el 2017 resultan positivas en relación al año pasado, teniendo en cuenta que comenzarán a crecer los pedidos desde Brasil debido a la recuperación de su economía", aunque advirtió "la complejidad de la situación actual y las dificultades por las que atraviesa el sector" por la caída de las exportaciones autopartistas a partir de 2013, justamente por la débil demanda del socio del Mercosur.
Un análisis de la Federación Económica de Buenos Aires (FEBA) consideró que "el incremento de las importaciones es una señal de preocupación de la actividad manufacturera local, que se agrava con la persistente recesión que atraviesa la economía brasileña".
El déficit autopartista de USD 7.321 millones es consistente con el rojo de USD 6.675 millones resultante en el saldo comercial automotriz (unidades terminadas) que reflejó el Balance Cambiario del Banco Central.
Muchos de los vehículos ensamblados en el país luego se exportan con valor agregado, mientras que otros se importan, principalmente de Brasil. En muchos casos éstos últimos cuentan con algunas piezas e insumos fabricadas en la Argentina.
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Las exportaciones de vehículos terminados de la Argentina sumaron USD 5.215 millones en 2016, mientras que las importaciones ascendieron a 11.890 millones de dólares. Brasil concentró el 72,2% de las exportaciones sectoriales el año pasado, y México, un 8 por ciento. Del lado de las importaciones, el 61% de las unidades entregadas por las automotrices a las concesionarias tenía origen extranjero y sólo un 39% era de terminación nacional.
PROYECTO AUTOPARTISTA
A mediados de julio pasado se convirtió en ley el proyecto de Producción Autopartista de Macri, establece el reintegro de un porcentaje de lo que la terminal automotriz gaste en la compra de autopartes nacionales.
Ese reintegro, mediante un bono fiscal que servirá para cancelar cualquier impuesto nacional, inicia en un 4% si la integración nacional del vehículo alcanza un 20%; asciende a un 10% si llega al 30% de componentes fabricados en el país, y crece al 15% cuando se acerca al 40 por ciento.
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Para automóviles y utilitarios se exigirá una integración nacional mínima de 30%, y un 25% para vehículos comerciales livianos, camiones, chasis y ómnibus. Para motores se exigirá un mínimo de contenido nacional de 15% por tres años y a partir del cuarto año el porcentaje subirá al 20.
Por ahora, las multinacionales instaladas en el país optan por producir en el país, pero con alta dependencia de autopartes extranjeras, algunas de ellas a precios más competitivos por una mano de obra más barata en el exterior, y otras inaccesibles para producirlas a nivel local por la tecnología de punta aplicada.